El verano de mi vida

Rocío Crusset: «Lo mejor, las fiestas en Sanlúcar, tras las carreras»

La modelo, hija de Mariló Montero y Carlos Herrera, rememora el sabor de los estíos en Sanlúcar de Barrameda

Rocío Crusset en una imagen reciente ABC

Rocío Ponce

La modelo Rocío Crusset confiesa que al pensar en el verano «lo primero que se me viene a la mente son las vacaciones y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) , que es donde veraneo desde que nací. Ver a mi tata María José, a Loli, hacer los deberes...». La hija de Mariló Montero y Carlos Herrera valora «el olor a verano que para mí empezaba ya cuando, un par de semanas antes de terminar las clases, salíamos del colegio más pronto». También sabores: «Los bocadillos de nocilla y un vaso de leche, eso sí que era de verdad mi verano . Y jugar al escondite, charlar y andar por los jardines de la urbanización con los amigos eran mis primeros planes con 11, 12 o 13 años».

«Cuando empecé a tener más edad –continúa– ya bajábamos a la playa de noche, pero mis padres eran muy estrictos con la hora de llegar a casa. Siempre salía con mi hermano , como solo nos llevábamos un año, siempre estábamos juntos. Recuerdo que me obligaba a hacerle los deberes porque de pequeños yo era la más responsable, aunque después ya fue al revés». Si hay algo de esa época que no olvida es que «era una niña muy ingeniosa, creaba tiendas en casa con lo que encontraba por ahí, montaba puestecitos de pulseras y abalorios y hasta un club secreto con fichas para todos los que se apuntaban, que eran mis padres, sus amigos, mi familia…».

Rocío, junto a su hermano y su abuelo ABC

«De mis veranos recuerdo que siempre tenía heridas en los codos y las rodillas. Me caía del patinete de motor, cuando jugábamos al tenis o con la bici… Llegué hasta a partirme la barbilla, me pasaba de todo y siempre, casualmente cuando mis padres habían salido y tenían que volverse por mi culpa».

Fuera de Sanlúcar, guarda recuerdo especial de un año en Irlanda y «del típico campamento al que te manda el colegio y la verdad es que nunca me ha gustado dormir fuera de casa, pero luego no me quería ir…»

Cuando llegó la adolescencia «me metía papel para rellenar el bikini y que pareciera que tenía más pecho. Sin pensar que se mojaría en la piscina… esas tonterías». Esa época es la de las amigas inseparables. Para ella Marta es especial, y Laura. «El mejor momento del verano eran las fiestas en las carpas después de las carreras de caballos , las 15 amigas en casa viendo qué ponernos, intercambiando modelitos de faldas cortas y tacones altos… ¡Es un recuerdo que tengo muy presente! Ahora lo vivo al revés, voy a ver los caballos pero no a la fiesta. Era una barbaridad, caminando con los tacones en la mano de regreso a las siete de la mañana». «Antes de empezar a trabajar, con Laura y Marta nos movíamos por las playas de El Palmar, Conil, Zahara, Bolonia …»

Pero confiesa que todo ha cambiado: «Desde hace cinco años, mis veranos son distintos . En julio estoy trabajando y solo cojo varias semanitas de vacaciones en agosto. Ahora lo que busco es relax y estar en casa. Una semana o dos como mínimo las paso en Sanlúcar y alguna otra de viaje con amigas o con mi pareja».

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