EDUCACIÓN

Ribamar, un centro sin fracaso escolar y con 230 alumnas en espera que no le gusta a la Junta

Educación le retira el concierto al colegio que titula al cien por cien de sus estudiantes y que logra su integración en el mercado laboral

Representantes de la comunidad educativa del colegio Ribamar ROCÍO RUZ

JESÚS ÁLVAREZ

Casi el 24 por ciento de los alumnos andaluces que cursa la ESO no logra titularse o abandona los estudios después de hacerlo, según datos oficiales. Esa cifra es 4 puntos superior a la media española y casi 10 al máximo recomendado por la Unión Europea .

La Junta de Andalucía se ha comprometido con las autoridades europeas a rebajar esa tasa hasta el 15 por ciento en 2020 pero ha empezado por retirar su apoyo económico a algunos de los colegios que presentan un índice más bajo de fracaso y abandono escolar.

Uno de ellos es Ribamar , un colegio femenino del Opus Dei situado en el barrio de Santa Cruz que imparte Secundaria y ciclos formativos de grado medio y superior y que consiguió el pasado curso titular al cien por cien de sus alumnas de la ESO , un logro insólito e imposible matemáticamente de superar en ningún otro colegio o instituto de Andalucía.

En las familias que eligen este centro para educar a sus hijos sí se parece Ribamar a casi todos los demás. Un 30 por ciento de ellas tiene en par o al cabeza de familia, el 7 por ciento es pensionista y el 37 por ciento sólo tiene estudios primarios. A juzgar por el nivel socioeconómico de los padres de sus alumnas, no parece que sea el colegio de las élites sevillanas como se trata de sugerir desde hace años desde la Consejería de Educación con mensajes como « quien quiera este modelo educativo, que se lo pague él ».

La clave de su éxito

Su modelo de educación diferenciada, una de las claves de su éxito, según su directora ( «se adapta mejor a los diferentes ritmos madurativos y de aprendizaje de chicos y chicas» , dice), es la única razón citada por la Junta de Andalucía para justificar la retirada del concierto económico , lo que impedirá a la mayoría de los padres, si no lo remedia la Justicia, cumplir su deseo de matricular allí a sus hijas.

Ribamar es un centro integrador pues conviven en él estudiantes de pocos recursos económicos de Portugal, Rumanía, Ecuador, Lituania, México, Bolivia, Nigeria, República Dominicana y España . El centro cumplirá medio siglo de vida el año próximo y ha visto desfilar por sus aulas a más de 17.000 alumnas .

Su inserción en el mercado laboral supera el 60 por ciento y del 40 por ciento restante la mitad continúa estudios superiores universitarios. ABC ha estado unas horas en este colegio hablando con alumnas, padres, antiguas alumnas y profesoras.

Rafael y Magdalena, padres

Rafael Rengel y Magdalena García están en paro, tienen cuatro hijos y matricularon a su hija mayor, de 15 años, el pasado curso. «Veníamos de un colegio mixto y decidimos dar un cambio porque nuestra hija se estaba dispersando con el tema adolescente y el cambio ha sido total: ha pasado de cuatro suspensos a aprobarlo todo. Hay una comunicación muy directa con los padres y la atención es muy personalizada, lo cual para nosotros es nuevo . En el otro colegio teníamos problemas hasta para concertar una tutoría».

Rafael Rengel R.R.

A los dos les convence el modelo de educación diferenciada. Rafael cuenta que «con dos niñas y dos niños en casa notamos que no tienen el mismo ritmo de maduración y por esa razón creemos que este modelo es más efectivo. A nuestro hijo también vamos a meterlo en Altair si la Junta no le quita la subvención porque de lo contrario no podríamos pagarlo ».

Magdalena , la madre, añade:«Mi hija nos decia que en el otro colegio se perdían quince minutos entre que llegaba el profesor y empezaba la clase. Un chico hacía una broma, sacaba una silla, en fin, daba la lata, y a mi hija le daba corte preguntar al profesor por si los chicos se reían de ella».

Según estudios realizados en países que han apostado con fondos públicos por este modelo educativo como E stados Unidos, Reino Unido, Alemania y Japón, el comportamiento de los chicos durante la adolescenmcia es hasta tres cursos más infantil que el de las chicas. Una vez superada la adolescencia, cuando alcanzan la universidad, se vuelven a igualar.

Macarena lamenta la actitud de la Consejería de Educación respecto de estos colegios. «Nos remueve mucho que la Junta haga esto. Este centro no es un experimento, lleva casi cincuenta años funcionando y sacando buenos profesionales y buenas personas a la sociedad y no entendemos por qué quiere acabar con él ».

Belén y Margarita, alumnas

Belén Sánchez tiene 17 años y lleva tres años en Ribamar. «Venía de otro colegio concertado y noté mucho el cambio a pesar de que vine desde allí con algunas amigas. Aquí todo es muy personalizado y la verdad es que mis notas mejoraron». ¿Por qué? «Porque podía concentarme más en clase. Quiero ser ingeneria y aquí me ayudaron mucho aquí con las Matemáticas» . Belén mejoró tanto en Ribamar que se convirtió en la primera alumna de Andalucía. por delante de chicos muy talentosos, de las Olimpiadas Matemáticas de Thales.

Belén Sánchez R.R.

Margarita Cuevas tiene 12 años más que Belén y viene de mucho más lejos, la República Dominicana. Estudia en Ribamar un ciclo de Alojamiento Turístico. «Estuve tres años intentando venir a este colegio porque un amigo que trabaja en una ONG me habló de él, pero me negaron el visado. Al final vine con un visado turístico. Vine con miedo pero está siendo una experiencia muy bonita. Me han hecho sentirme como mi familia. Las profesoras se han volcado conmigo y mi idea es montar un negocio turístico en mi país con los conocimientos y valores que adquiera aquí. En clase tengo una compañera peruana. Esto es como la ONU pero bien», dice.

Margarita Cuevas R.R.

María José, Rosa e Isabel, antiguas alumnas

María José de los Santos tiene 23 años, es antigua alumna del Ribamar y trabaja en una óptica. «Soy de La Puebla del Río y estaba estudiando en el instituto público de allí. Aquí hice un grado medio y me lo pensé mucho por lo lejos que estaba y por lo pronto que me tenía que despertar».

«Pero me alegré porque aprendí mucho: hice técnico de farmacia y ahora estoy trabajando gracias a los profesores y la enseñanza qe recibí aquí. Esto es diferente al instituto porque te acogen como una familia, te asignan un tutor personal y te atienden cualquier duda. Al final lo que queda del colegio es que te conviertes en mejor persona y que vas a trabajar con ganas».

María José destaca su participación en voluntariados. «Iba todos los miércoles por la tardes al hospital Virgen del Rocí o para estar con los niños trasplantados de corazón»,comenta.

Rosa Jurado , otra antigua alumna, tiene 19 años y trabaja en una farmacia. «Yo soy de Pedrera y estudié en un un instituto público en el que no me echaban mucha cuenta. Hice 1º de Bachillerato y sentí que no me ayudaban a donde yo podía llegar. Entré aquí casi por casualidad porque pensaba que aquí te comían el coco con la religión y ni mis padres ni yo creemos en Dios».

«Pero luego me alegré de entrar aquí porque las puertas que me ha abierto este colegio no me las habría abierto el instituto y han respetado mucho mis creencias. Recuerdo que cuando le dije a mis amigas del instituto que venía aquí me dijeron que no lo hiciera, que esto era una secta. Vine asustadita -ríe- pero eso no pasó y me ayudaron a mejorar mi rendimiento y salí bastante mejor persona».

Isabel Torres tiene 33 años, es peluquera, sabe inglés y francés y estudió Turismo en Ribamar. «Mis padres emigraron a Alemania y yo nací allí aunque regresé con 6 años. Estudié antes en colegios mixtos y como me llevo muy bien con los chicos, con los que me gustaba jugar al fútbol, el primer día que vine me resultó chocante. Pero aquí descubrí que la mujer se educa mejor desarrollándose solo con mujeres. A mí por lo menos me lo pareció», asegura.

Isabel Torres R.R.

Pilar, profesora

Pilar Revilla es enfermera y da clases a 90 alumnas en los ciclos de Enfermería y Dietética . «Soy enfermera. Tenía vocación docente y en la Escuela de Enfermería no se podía ofrecer el trato personal que doy aquí. Yo quería formar a futuros profesionales, pero la enfermería no es un trabajo cualquiera, mucho más allá de la teoría», asegtura. ¿Le resulta más fácil la docencia con este modelo? « No sólo más fácil sino más efectiva —responde—. Yo estudié en institutos femeninos, como eran casi todos antes, y recuerdo que fui a una academia mixta a reforzar un verano y las niñas con 13 años nos quedábamos embobadas mirando a los niños. Aquí venimos a lo que venimos y aprendemos más. Así de simple aunque alguien en la Junta quiera pensar cosas raras». asegura.

Macarena, directora

Macarena López Jiménez lleva dos años dirigiendo Ribamar. Ella estudió en un colegio mixto hasta BUP. « Me parece muy válido el modelo de educación mixta y comprendo que muchos padres lo prefieran porque yo saqué también cosas positivas de él, pero a mí el modelo diferenciado me ayudó mucho a centrarme en clase y a darme más confianza para preguntar dudas en clase. Con esa edad, los chicos van más a jugar y las chicas van más a aprender».

Macarena López Jiménez R.R.

La directora quiere desterrar falsos prejuicios. «He escuchado que los colegios femeninos enseñamos a coser o a cocinar . Nada más lejos de la realidad: aquí les enseñamos igual que a los chicos, pero ponemos mucho énfasis, por ejemplo, en las matemáticas, que suelen dársele peor a las chicas. Ellas tienen más facilidad que los chicos para la lingüística y con este modelo educativo potenciamos en cada uno lo que falta».

La directora destaca que, en Ribamar, « cada alumna tiene una tutora personal con la que mantiene contacto y seguimiento más directo que la tutora de la clase. Esto no es ningún colegio pijo —añade—. Muchas niñas del Angela Guerrero vienen aquí y los valores que les inculcamos son el trabajo en equipo la generosidad, el compañerismo, la profesionalidad, el perdón y liderazgo femenino». Prueba de ello son los proyectos sociales en los que se han embarcado:l a Fundación de Odontología Social Luis Seiquer y la Fundación Samu.

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