Sevilla
Rescate en el Alamillo: «Si te tiras, nosotros también. Vamos a estar contigo hasta el final»
Sergio y José Daniel relatan cómo lograron agarrar en un descuido al joven que amenazaba con suicidarse tras 45 minutos convenciéndolo de que no lo hiciera
Sergio y José Daniel son los protagonistas de una unión improvisada que se fraguó el lunes por la tarde en el puente del Alamillo . Estos dos jóvenes no se conocían de nada, pero en su camino se encontraron con un chico dispuesto a suicidarse y no lo dudaron. Había que hacer algo. Cada uno tiró de recursos propios para convencer a la víctima de que no cumpliera con sus amenazas. En una entrevista concedida a ABC, ambos reconocen que se les pone «la piel de gallina» al pensar que lograron salvarle la vida a una persona.
Éste es su relato sobre unos 45 minutos angustiosos . Ése fue el tiempo que invirtieron en una negociación con un desconocido que de pie y agarrado a la zona exterior de la barandilla del puente, miraba al río con intención de arrojarse. Pero hubo una frase que hizo que acabara derrumbándose . Un momento de debilidad que aprovecharon sus dos rescatadores para agarrarle cada uno de un brazo y meterlo hacia dentro. «Le dijimos que si se tiraba al río, nos íbamos a tirar nosotros también, que íbamos a estar con él hasta el final».
Sergio es guardia civil y lleva trece años en el Cuerpo. A pesar de la experiencia acumulada era la primera vez que se enfrentaba a una situación de ese tipo. Su carrera ha discurrido en unidades de intervención y en la lucha antiterrorista. Está convencido de que ese bagaje profesional le ha servido para templar los ánimos en situaciones extremas. «Yo iba corriendo por el carril central del puente del Alamillo cuando me vi a mi derecha, hacia la cara que mira a la ciudad, a un joven que estaba sentado en la zona exterior de la barandilla. Tenía las piernas colgando en el aire». Muy cerca otro chico que lo había visto primero intentaba ayudar. «Estaba muy nervioso y cuando llegué me identifiqué como guardia civil y le dije que no se preocupara que se alejara que yo me hacía cargo. Fue de mucha ayuda porque consiguió ganar tiempo».
A los pocos minutos llegó la Policía Local, que también colaboró para que el diálogo con la persona que intentaba quitarse la vida no se fuera al traste. «Hay que agradecerles que se mantuvieran a una distancia prudencial. Cortaron el carril de la derecha de acceso a Sevilla y nos dejaron actuar, confiaron en nosotros. Esta persona estaba muy agresiva y el objetivo era que se tranquilizara».
Sergio se encontró pronto acompañado. José Daniel Gómez circulaba con su coche por el puente del Alamillo cuando se topó con el dispositivo policial. «Vi que había un hombre que estaba en la parte exterior del puente que parecía que se iba a tirar y no me lo pensé». Aparcó el coche y se aproximó. Sergio le hizo indicaciones para que siguiera con la estrategia que él había fijado , que no era otra que ir ganándose la confianza de la víctima. «Él le hablaba de una manera más formal y yo lo que intentaba que me viera como un amigo y me dirigía a él con un lenguaje más callejero».
Y esa alianza de dos desconocidos se fue haciendo fuerte. Delante tenían a una persona con evidentes síntomas de embriaguez , que mostraba un corte en el cuello y otro en la mano y que esgrimía una botella de cerveza. Repetía una y otra vez que quería que llamaran a su pareja, con la que había tenido problemas. La Policía no pudo localizarla. Sí lo lograron con un amigo que se personó de inmediato.
«En un momento dado se puso muy agresivo. Se levantó, cogió la botella y la rompió. Nos decía si no le veíamos capaz de matarse. Yo ahí pensé que podía pasar lo peor», recuerda Sergio. «A mi me cuesta respirar con sólo pensarlo. Lo veía muy negro», añade José Daniel. A través de las palabras pudieron reconducir la situación. Ambos ya estaban muy cerca de la víctima cuando ésta se echó a llorar al escuchar a Sergio cómo le decía que no le iban a abandonar hiciera lo que hiciera. «Fueron unos segundos en los que vimos la ocasión y cada uno se agarró a un brazo y lo pudimos sacar de allí». Su intervención no acabó ahí. Ambos lo acompañaron hasta el hospital donde ingresó en el área de salud mental . «Se ponía muy nervioso si le hablaba alguien que no fuéramos nosotros». Dos días después, Sergio y José Daniel se abrazan en el cuartel de Montequinto. «Sin duda ha sido la intervención de mi carrera profesional que más me ha reconfortado por lo que ha supuesto», dice Sergio. «Yo lo pienso y se me pone la piel de gallina. Pero si sucediera otra vez, no lo dudaría, pararía de nuevo el coche». Fue un trago muy amargo pero en contraste con «una inmensa satisfacción», la de salvar una vida.
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