NECROLÓGICA

En recuerdo de Santiago Talaya

«Se nos ha ido muy pronto, cuando lo mejor estaba por llegarle, pero Pepita, su madre, Victoria, su esposa, y Victorio, su niño de corta edad, pueden estar orgullosos»

El periodista Santiago Talaya J. J. ÚBEDA

VICENTE FERNÁNDEZ GUERRERO

El mes que viene iba a hacer 25 años que nos conocimos. Corría el verano de 1991 y Sevilla ultimaba su puesta de largo para los fastos del V Centenario del Descubrimiento de América. Nada que ver, por desgracia, con la atonía con la que se vive actualmente el próximo aniversario de la Primera Vuelta al Mundo. Me consta que Santiago andaba ya con esa idea rondándole la cabeza, armando los argumentos para trasladar a la opinión pública esa circunstancia. No era más que su forma de trabajar, prudente, ponderada, argumentada, alejada de sectarismos, que no era sino el reflejo de su manera de vivir. Si bien muchos han conocido la faceta profesional de Santiago, sólo unos pocos hemos tenido también la suerte de conocer los otros aspectos de su vida. Valgan estas líneas para que, ahora que por desgracia se nos ha ido, todos conozcan la gran persona que era.

Lepero y onubense de 1973, Santiago Talaya era, por conocimiento y convencimiento, un andaluz apasionado y un español cabal. Casi de las últimas promociones que tuvo necesariamente que emigrar a Sevilla para cursar sus estudios universitarios, aprovechó esa circunstancia para ampliar su riqueza vital, sacándole todo el jugo a cada oportunidad que se le fue presentando. Decidió ser un verdadero universitario y no meramente una persona matriculada en una Facultad, la suya, la de Ciencias Económicas y Empresariales, donde tan buen recuerdo dejó y tan buenas calificaciones obtuvo, gracias a su conocida inteligencia y envidiable esfuerzo. Si hubo dos circunstancias que influyeron decisivamente en su trayectoria en aquella década de los noventa fueron el «pacto paterno filial» al que llegó con su padre antes de salir de Lepe y que inmediatamente explicaremos, así como su estancia en los Salesianos de la Trinidad de Sevilla, en el entrañable Colegio Mayor San Juan Bosco, que tantas amistades ha forjado y tantas buenas experiencias ha brindado a quienes tuvimos la suerte de formarnos y vivir entre sus muros.

El pacto al que llegó con su padre me lo contó el propio Santiago al poco de conocernos, muestra de lo claro que veía su horizonte con sólo 18 años. Iba a licenciarse en Ciencias Económicas y Empresariales por cumplir la recomendación y el deseo de su padre, pero éste se comprometía a sufragarle, cuando lo terminara, un postgrado en Ciencias de la Comunicación, el cual sería finalmente el organizado por RTVE durante el curso 1997-1998 en Madrid.

Sin duda, esa amplia formación se completó, ahormando su carácter, los años que vivió en el Colegio Mayor. Procedentes de toda Andalucía y aún de fuera de ella, aquellos años los vivimos muy intensamente quienes fuimos colegiales, haciendo de aquel Don Bosco un espacio de intercambio de opiniones y experiencias que nos enriqueció decisivamente para nuestro porvenir. Y liderándonos a todos estaba Santiago, responsable de las actividades socio-políticas que allí se organizaban y muñidor de conferencias y actividades que muchos guardamos en el recuerdo. Por allí pasaron, convencidos muchas veces de acudir por el propio Santiago, políticos como José Rodríguez de la Borbolla, Julio Anguita, Joaquín Ruiz-Giménez o Javier Arenas, líderes sindicales como Cándido Méndez o Julio Ruiz, periodistas como Antonio Guerra, José Ramón de la Morena o Javier Ares, y muchos otros.

Tanto vivió Santiago, tanto se esforzó en aprender y conocer, en tener una visión humanista y omnicomprensiva de la realidad, que su valía fue de inmediato reconocida por los medios que le contrataron. Andalucista del Occidente de la Comunidad, se enamoró de Andalucía Oriental los cuatro años que trabajó en Onda Cero Granada a partir de que volvió de Madrid en 2003 y reivindicó la diversidad de nuestra tierra como una de sus principales riquezas. Orgulloso de su país y de su comunidad, luchó denodadamente por mejorar a España y Andalucía desde el lugar de las ondas y de la prensa escrita que en cada momento le correspondió, apasionado por la excelencia en todo lo que hacía, poniendo por encima siempre el servicio al interés general.

Eso sí, se nos ha ido muy pronto, cuando lo mejor estaba por llegarle, pero Pepita, su madre, Victoria, su esposa, y Victorio, su niño de corta edad, pueden estar orgullosos de todo el bien que hizo Santiago los 42 años que nos acompañó. Sed buenos cristianos y honrados ciudadanos, nos decía Don Bosco. Sin duda él lo cumplió. Con creces. Descansa en paz, amigo Santiago. Sólo te recrimino que nos has dejado muy pronto, Talaya, cuando muchas tertulias y polémicas a tu lado nos quedaban por disfrutar. Los que fuimos tus amigos nunca te podremos olvidar y siempre trataremos de seguir tu ejemplo.

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