ENTREVISTA
La receta de Maribel Goñi para llegar así a los 85:«Mucha cama, poco plato y mucha suela de zapato»
La directora de la Escuela Infantil del Colegio Internacional San Francisco de Paula es una de las docentes más veteranas de España y de las primeras doctoras sevillanas en Química
Maribel Goñi (Sevilla, 1933) se fue a vivir a París con su familia con apenas unos meses de edad pero a los seis años tuvo que regresar huyendo de los nazis. Su padre tenía allí un próspero negocio de importación y exportación y decidió montar aquí una fábrica de envases de madera. Eran tiempos difíciles, de los que ella recuerda las cartillas de racionamiento. Tampoco se olvida de que era una niña hiperactiva y de lo que le dijo una vez una de sus maestras: «Señorita Maribel, haga usted el favor de salir fuera y de darse una vuelta por el patio. Cuando se tranquilice, vuelva ». No fue la única: su profesora de piano constató que no aprendería a tocarlo bien porque no se estaba nunca quieta.
Ese primer año de vuelta a casa en plena II Guerra Mundial lo suspendió todo, excepto el francés. No aprobó ni Religión... en un colegio de monjas. Su padre, que quería que estudiara una carrera para no depender jamás de ningún hombre, no le regañó pero le castigó con pasar el verano en Sevilla en lugar de hacer el «veraneo» en San Sebastián con su madre y su hermana. El calor sevillano fue suficiente para que aprobara todo en septiembre. Luego estudió la carrera de Química en una clase en la que sólo había cuatro o cinco mujeres.
Cuando regresó de Washington con 25 años, a donde fue a perfeccionar su inglés tras terminar sus estudios universitarios, quiso hacer el doctorado. El catedrático de la materia que le iba a dirigir la tesis no se lo desaconsejó pero no le ocultó sus temores: « Espero que no haga usted como las otras, que se casaron y dejaron la tesis a la mitad ». Le prometió que no lo haría y no lo hizo.
El primer día de su largo doctorado se cruzó en un aula con Luis Rey Romero , uno de sus compañeros de facultad más «empollones» . «Ya lo conocía de la carrera pero allí me dio el flechazo», confiesa. Los dos tenían los ojos azules y la química fue instantánea. Cuando ella l eyó su tesis, ya casados, le tocó a su marido, también flamante doctor, recibirla en el solemne acto académico. Era el último investido y aún recuerda las esclavinas, el birrete y los guantes blancos. Fue seguramente el segundo o tercer día más feliz de su vida.
El primero fue el día que nació su hijo, que ahora ha cumplido 52 años. Luis Rey Goñi , también químico, es el director del San Francisco de Paula e impulsor de su ambiciosa modernización con la introducción del bachillerato internacional. Su madre sigue yendo todos los días al colegio, donde dirige la Escuela Infantil . No piensa jubilarse porque ella pertenece a esa categoría de «personas sin edad » que desafía a diario el paso del tiempo. Su receta para llegar así a los 85 es « mucha cama, poco plato y mucha suela de zapato ». Nadie puede poner en duda que a ella le ha funcionado.
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