Rafael Riqueni: «A ver cúando dejo de pasar fatigas, ya es hora de ser feliz»

El guitarrista presenta el sábado en el Teatro de la Maestranza su nueva creación, «Parque de María Luisa». «En prisión he tocado todos los días», explica

Rafael Riqueni, por soleá Juan José Úbeda

ALBERTO GARCÍA REYES

Logró el tercer grado penitenciario hace apenas diez días e inmediatamente se puso a ensayar para ofrecer el concierto que llevaba tiempo anhelando en el Teatro de la Maestranza, donde jamás ha tocado solo a pesar de ser uno de los guitarristas más geniales de todos los tiempos. Rafael Riqueni llevaba dos años en su mejor estado de salud -padece un transtorno bipolar- y preparaba la presentación de «Parque de María Luisa», su última composición. Pero una condena a 14 meses por una agresión ocurrida hace una década le cambió el paso. Él no oculta su error. De hecho, habla a pecho descubierto de su situación, pero quiere pasar página y lograr que de una vez por todas se hable sólo de su arte.

-En primer lugar, ¿cómo está?

-Yo me encuentro muy bien, la verdad. Tengo salud y tengo mucha ilusión por este concierto en el Maestranza con un grupo grande de músicos. Creo que es una oportunidad muy buena para hacer la música que yo quiero y que he compuesto en estos años.

-Llega al concierto tras varios meses en prisión. ¿Ha podido ensayar allí?

-Sí, yo me encuentro en plenitud de facultades ahora mismo con la guitarra, estudiando mucho y tocando mejor que nunca. Creo que estoy tocando mejor que cuando era joven. Estoy más preparado y más centrado y creo que tengo mejor sonido. He estado tocando todos los días allí dentro. La forma física de la mano derecha, que es quizás la más complicada en la guitarra, no la he perdido. Sí es verdad que esto me ha cogido precipitado porque yo esperaba que me hubieran dado el tercer grado antes y se ha retrasado dos semanas, que habrían sido buenísimas para este concierto, pero las cosas han venido así, qué le vamos a hacer. Lo importante es que estoy fuerte.

-¿Cómo ocurrió lo de la cárcel?

-Me lo esperaba porque me habían venido notificaciones. Eso es de la época en que estuve mal allí en Madrid. Tuve varias detenciones por alcohol y porque estaba mal. Mis problemas típicos.

-¿Cuánto tiempo lleva recuperado de esos problemas?

-Por lo menos tres años llevo ya estable. El último episodio que tuve fue cuando murió el Niño Miguel. Desde entonces estoy perfecto.

-El Niño Miguel fue un guitarrista legendario, pero muy atormentado. Usted lo quiso mucho, ¿no?

-Mucho. Estuve ingresado en el mismo sitio que él, en Tarsis, y curiosamente dormíamos en la misma habitación.

-¿Tocaban juntos en la residencia?

-No, Miguel ya no tocaba apenas. Estaba enfermo, muy delicado. Tenía frío porque tenía una infección en la sangre. Yo lo arropaba, le buscaba un cigarro si podía... Ése ha sido uno de mis maestros importantes en la guitarra.

-Desde entonces está usted perfecto y ya ha salido de prisión. ¿Podemos catalogar el concierto del sábado como el regreso definitivo de Riqueni como artista genial?

-Eso lo tiene que decir el público, no puedo hablar de eso ni soy persona de hablar de eso. Pero aparte de la genialidad, también es importante la constancia y el trabajo. Yo soy una persona que he estudiado muchísimo durante toda mi vida. He estado horas y horas en un cuarto. Después de eso, si estás un poquito salpicado y te cae una mijita más de la cuenta cuando echa Dios la sal, mejor. Pero el trabajo es fundamental para la guitarra. Cuando no se estudia, la guitarra no perdona. Yo le he dedicado muchas horas, he sido muy inquieto. Yo llegué a un límite en mi toque y a partir de ahí quise aprender más y más.

-Paco de Lucía dejó dicho que había estado el 80 por ciento de su vida solo con su guitarra.

-Un tanto por ciento fijo no puedo decir, pero por ahí ando. Yo he estudiado solo horas y horas.

-Sin embargo, es un guitarrista que transmite vivencias...

-A ver cuándo dejo de pasar fatigas. Soy una persona que he estado atormentado muchos años y ya es hora de que descanse, de que tenga una madurez con mi familia, de que le dé alegrías a mi hijo y no disgustos. Que esto se frene definitivamente de una vez y encuentre ese equilibrio y esa felicidad. Lo que me comentaba antes del regreso, para mí es muy duro que tenga que ser siempre el eterno regreso de Riqueni, yo ya me quiero quedar en que he regresado, estoy estable y voy a trabajar normal, como cualquier otro compañero, y voy a ganarme la vida honradamente con esto. Para mí esto es siempre como un examen, volver, volver y volver. Por circunstancias de esta entrada en prisión otra vez tengo una nueva asignatura que tengo que aprobar. Pero tengo mucha ilusión y muchas ganas. Yo creo que ya sí es la vuelta definitiva después de estar en prisión y voy a poder estar tranquilo con mi familia y mis amigos.

-¿Cómo se le ocurrió componer música sobre el Parque de María Luisa?

-Eso fue estando en Madrid, en el mismo proceso de composición de «Suite Sevilla», desde la lejanía, en la añoranza y en la nostalgia de Sevilla. Es un reflejo de mis vivencias aquí como persona sensible y admirador de la belleza, siendo sevillano y sintiéndome sevillano. Lo que hago es plasmar todo eso que yo quiero ver a través de la guitarra, no sólo en la estética, sino reflejar de alguna manera el sonido del agua, el sonido de los pajarillos o esa luz especial de Sevilla que queremos definir y no lo logramos nunca. Yo quiero definirla con música, si es que se puede.

-¿Se puede, Rafael?

-Se pueden describir muchas sensaciones con música. La imaginación es osada y la música te transporta a sitios donde no imaginas.

-¿Cómo es el recorrido que hace por el parque?

-Voy por casi todos sus rincones. Por la Plaza de España con unas sevillanas, una jota, una muñeira y un chotis, porque reflejo los bancos de la plaza, tres provincias de los bancos. Reflejo la luz del estanque de los Lotos, la Isleta de los Patos, un tema que se llama «Trinos» en el que imito el canto de los pájaros, la Glorieta de Bécquer y la glorieta de los Quintero, que es una cosa humorística, el monte Gurugú por tangos...

-No es una obra flamenca, ¿no?

-Yo díría que está muy cerca de la música española y andaluza con muchos reflejos de flamenco porque los aromas míos son de aquí, pero la forma de definir los paisajes pertenece a la música clásica andaluza.

-En la segunda parte del concierto tocará solo...

-Sí, toco por tarantas, soleá y rondeña yo solo. Llevo muchos años haciéndolo y me gusta tocar solo.

-Ésa es una de las cosas que más se le critican a los guitarristas actuales, que apenas tocan solos, siempre van arropados por un grupo.

-A nosotros nos cogió una época muy buena en la que estaban todavía muy vivas las últimas reminiscencias del Niño Ricardo y de Sabicas, festivales con Mairena o Camarón. Nuestro movimiento flamenco fue muy importante y la vivencia es vital. El flamenco no se puede aprender de un disco y la juventud tiene que madurar en ese aspecto y hacer lo que hemos hecho todos, tocar para cantar y bailar y luego madurar como solista. Contar cosas con la guitarra no es tan fácil. La guitarra ha avanzado mucho, pero hay que respetar la tradición y que las cosas suenen a lo que tienen que sonar.

-Se dice de Riqueni que ha creado técnicas nuevas para poder tocar la música que se le ocurría. Hablo de arpegios nuevos, mecanismos propios... ¿Eso es así?

-Yo, modestamente, creo que a mi manera he aportado cosas a la guitarra flamenca, sobre todo ligados de la mano izquierda en la búsqueda de una personalidad para, a través de esos medios técnicos, poder llevar a cabo lo que quiero expresar. Que después de eso se haya quedado un arpegio en el que los demás guitarristas se han fijado, pues modestamente ésa es mi pequeña aportación a la guitarra moderna.

-¿Ahora hay grandes superdotados técnicos, pero menos personalidad?

-Para mí lo importante es el mensaje, no el medio. Incluso le podría decir que no soy un guitarrista con un picado que impresione ni una mano derecha prodigiosa. Un arpegio como los míos hoy día hay millones de guitarristas que lo hacen y casi todos pican mejor que yo, pero a mí eso no me preocupa. Lo que me preocupa es llegar a expresar lo que yo quiero con los medios que tengo. Lógicamente tengo mis limitaciones, tengo más cosas en la cabeza que en las manos, pero tampoco tengo malas manos y creo que puedo expresar casi todo lo que quiero.

-¿Se quiere a una guitarra como a una persona?

-Yo creo que sí. Es una prolongación de ti mismo. La guitarra se te pega aquí al corazón y la sientes. Yo toco desde pequeño y no sabría qué hacer sin la guitarra ya. Si no puedo tocar, me marchito como una flor. ¿Qué hago yo ya en la vida, si es lo que más quiero?

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación