¿Quién se compra un abrigo?

Comercios ofrecen descuentos de hasta el 70% en prendas de verano, aunque las rebajas acabaron el 31 de agosto

Un escaparate muestra maniquies con ropa de la temporada otoño-invierno J.M. SERRANO

ROCÍO MONTERO

La pregunta más repetida entre las dependientas y clientela de los comercios del centro de la ciudad era indiscutible al mediodía de ayer cuando los termómetros en la calle marcaban 38 grados . ¿«Quién se compra un abrigo con este insoportable calor?». En la calle Arjona, la boutique Velours, palabra francesa cuya traducción española es terciopelo, mantiene aún la ropa de la temporada de verano. La propietaria de la tienda, Alejandra, asegura que «con este intenso calor no he tenido más remedio que tener almacenada las prendas de otoño-invierno hasta que bajen las temperaturas. Un jersey o un abrigo repele a las clientas».

«El 1 de septiembre, -añade- me planteé abrir por las tardes, ¿pero quién se atreve a salir a la calle a las cinco o a las seis de la tarde? , por lo que hasta que no empiece el colegio no abriré durante todo el día».

Tamara Colette aprovecha que las tiendas están liquidando vestidos de verano y camisetas para comprar a mejor precio. «Si veo un escaparate con ropa de invierno paso de largo y no entro en esa tienda. Comprar un abrigo estos días, cuando hace más de 40 grados, es igual que si te invitan a un puchero a la hora de comer. Este calor no es normal », afirma mientras se abanica.

A pesar de que oficialmente las rebajas terminaron el 31 de agosto, numerosos negocios de las calles más comerciales del Casco Antiguo, cuelgan carteles con descuentos del 30%, del 50% y hasta del 70% . «Aprovechamos estas altas temperaturas para dar salida al stock del calzado de verano», dice Teresa, dependienta de la zapatería Nicolás, que vende sandalias y zapatillas de verano a precios especiales. «Aunque hemos sacado un avance de invierno, con botas y zapatos cerrados, lo que más se vende son calzados descubiertos», explican las dependientas de la zapatería Chapó, en la calle San Eloy, quienes coinciden en señalar que «los únicos clientes que se atreven a comprar botas de invierno son turistas extranjeros, sobre todo ingleses, sevillanos que se marchan ahora al norte de España en sus vacaciones de septiembre o casos aislados de alguna persona que adelanta sus compras de invierno en previsión de que no haya un zapato de su número cuando llegue el frío».

En las tiendas que venden los últimos restos del verano , junto a la ropa de la próxima temporada se observa un ligero aumento de clientas, que se agolpan en las perchas donde están colgadas las prendas en liquidación. También son frecuentados los comercios que ofrecen vestidos y trajes para bodas.

No obstante, las principales firmas han retirado ya la ropa de verano y exclusivamente venden bufandas, jerseys, chaquetas, parkas y botas de invierno, entre otros complementos invernales y un bien muy preciado con este sofocante calor: aire acondicionado. El resultado: la mayoría están semivacías sobre todo en la franja horaria en la que las temperaturas suben más. Como consecuencia, el cambio de armario, que suele realizarse en septiembre, a la vuelta de las vacaciones, se retrasará aún algunas semanas. Mamen, dependienta de Cortefiel, declara, además, que los colores oscuros de la nueva temporada « marrón, verde o gris ahuyentan aún más a los clientes con este calor . Es que ni se paran a mirar las nuevas colecciones», enfatiza.

Tomás González, presidente de la confederación provincial de comercio y servicios (Aprocom), reitera que «con este aire irrespirable la gente se retrae de comprar y aunque los grandes almacenes venden ropa de invierno desde julio, los pequeños comercios se adaptan más a la meteorología, ya que en los últimos años el verano se alarga cada vez más».

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