El puente a la libertad: Sevilla rebaña el plato de la calle
El buen tiempo ha llenado los bares pero no ha ayudado a controlar los excesos de una ciudad que se ha adaptado al horario europeo para salvar la cena y que va camino del encierro
El puente de Todos los Santos ha sido más bien el de los Difuntos . Los datos de las muertes cada día en Sevilla contrastaban con el aspecto de las calles: bares llenos y algunos excesos de una ciudad que va de regreso a casa por el camino más corto pero rebañando el plato. Por eso estos días de la nostalgia, de lápidas limpias y coronas de flores, y de un veranillo engañoso con brisa de libertad frustrada al caer el día, han sido el desquite por lo que pueda venir.
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Lo que en condiciones normales hubiera sido un puente extraordinario por el buen tiempo y la afluencia turística, en este 2020 el calor ha sido una mala noticia porque no ha ayudado al autocontrol. La muestra era el entorno del Salvador, Arfe o Asunción el pasado sábado. El parte anunciaba 32 fallecidos por el Covid en un solo día en Sevilla, cuando en ese momento algunos bares dispensaban botellines sin control de aforo y la clientela estaba más allá de la terraza y con la mascarilla quitada , una costumbre demasiado habitual.
La dependienta de una tienda de ropa de Los Remedios asegura que cada día llaman hasta cuatro veces a la Policía para denunciar la situación, que llegó a salir hasta en el telediario este fin de semana. Lo mismo cuenta a ABC un conocido hostelero de Sevilla, que ha tenido que echar la persiana a su negocio porque las restricciones se lo impiden, mientras que algunos bares de copas del Paseo Colón o la zona de Arfe estaban más allá del aforo permitido. También en el entorno de la Alfalfa los vecinos llamaron a la Policía. «Llegaron dos agentes y, en vez de multar por el consumo de alcohol en la vía pública y fuera de las terrazas, se dedicaron a sancionar las motos mal aparcadas».
Ese descontrol por parte de algunos establecimientos y del público disminuyó este domingo y lunes. Quizá fue el hecho de que los comercios estaban cerrados o la mitad de ellos. Quizá fueron las denuncias en las redes sociales que se multiplicaron el viernes y el sábado. O, quizá, por el mayor control policial , más difícil de aplicar en calles escondidas.
«Vamos a pagar justos por pecadores» , repiten como un salmo responsorial los propietarios de los bares que cumplen —son la mayoría— y que ven afectada su imagen encima de aguantar al borde de un precipicio por, precisamente, respetar el protocolo.
Eso ocurre en Casa Ricardo , cuyos ingresos se han visto mermados hasta la extenuación por no poder usar la barra. Apenas caben 20 clientes en el establecimiento y el almuerzo y la cena la sirven en dos turnos, siempre completos. Para paliar esto, venden sus famosas croquetas para llevar. El cercano Eslava ha aprovechado la situación para hacer obras en la barra. A este bar le acaban de permitir por fin en Urbanismo colocar los veladores en la parte trasera de la parroquia de San Lorenzo, donde solía haber motos mal aparcadas. Sin embargo, el Ayuntamiento obliga al propietario a pintar él un paso de cebra.
Por la Alameda no hay un velador libre cuando apenas son la una y media de la tarde. Lo mismo en la plaza de San Andrés , donde suena jazz mientras el personal se toma un flamenquín del tamaño del saxo del músico. Agentes de la Policía Local llegan a la Gavidia , donde también hay ambiente festivo. «Todo en orden» en el Palo Santo y el Dos de Mayo , donde está todo reservado ya. Lo mismo ocurre en todos los rincones de la plaza de la Encarnación . Coger mesa es tarea imposible.
Pero todo es un trampantojo. Por Puente y Pellón hay un cartel en una tienda que dice: «Ventas efímeras: 50% en camisas y pantalones». Es un pregón hecho escaparate. El drama está en las tascas sin posibilidad de veladores. Sin barra no hay negocio. Eso le pasa a Manolo Cateca o a Trifón . No ocurre lo mismo en el Salvador , donde este lunes el aforo se cumplía a la perfección: el interior cerrado y sólo se atiende en las mesas, que estaban todas cogidas y había cola para la que quedara libre. También en la Pescadería , donde la Mina estaba cerrada y el resto de restaurantes respetaba las distancias.
Por Albareda hay dos estampas: la de los repartidores de Glovo haciendo cola en la parte de la calle camino de Méndez Núñez y las de los veladores a tope en la que lleva a la capillita de San José.
Camino de la Catedral , se confirma la tendencia: bar con plato combinado anunciado en la puerta en varios idiomas, bar que se queda vacío. El sevillano huye de los restaurantes enfocados al turismo, que están en la ruina desde hace meses. Ya por el Arenal , apenas se escucha un alma en las cuatro esquinas que forman Barcelona, Joaquín Guichot, Harinas y Gamazo. Allí suena la campana del muñidor anunciando un cierre tras otro. «Somos de barra. Disculpen las molestias, estamos haciendo lo posible por volver cuanto antes», se lee en la persiana de La Flor del Toranzo , que apenas un mes después de la reapertura ha tenido que volver a parar. Desde Trifón hasta Castelar, un vía crucis: Enrique Becerra, Paco Góngora, la cervecería internacional, Casa Moreno, la Taberna, Antonio Romero ... «Mors mortem superavit». El año 2020 ya va camino del cementerio.
Los parques, repletos de familias con niños
Los parques públicos de Sevilla se llenaron durante el puente. El Ayuntamiento los ha mantenido abiertos sabiendo que son una salida perfecta para las familias con niños que necesitan esparcimiento al aire libre y con distancias de seguridad. Aun conservando cerrados los juegos infantiles y prohibiendo cualquier tipo de evento en las zonas verdes, los parques de la ciudad fueron un remanso de paz más allá de la cantidad de personas que decidieron acudir con sus hijos.
El Alamillo , Amate , Miraflores , los Príncipes y, sobre todo, el de María Luisa , han sido este puente la alternativa perfecta al paseo por el centro o la terraza de un bar. La estampa de los niños dando de comer a las palomas en la Plaza de América fue la única normalidad de este puente de calor y repeluco por la situación actual.