Primera vuelta al mundo: motín a bordo

Primera vuelta al mundo es una serie de artículos en la que el marino Ignacio Fernández Vial recrea cada sábado el viaje de Magallanes y Elcano

Recorrido de la flota española en el momento en el momento del levantamiento contra Magallanes ABC

Ignacio Fernández Vial

El último día de marzo de 1520, al llegar al río San Julián, fondean en la bahía de San Julián, «y aquí invernaron, hallando que los días eran de siete horas». Nada más echar anclas, a la vista de las duras condiciones meteorológicas que les esperaban y previniendo un largo y crudo invierno, Magallanes prepara sus naves para el invernaje . Para ello, la primera medida que toma es la de reducir la ración diaria de los alimentos traídos de España. Una medida que lógicamente provoca el descontento entre los tripulantes, e inmediatamente los más díscolos comienzan a murmurar y comentar la decisión entre sus compañeros. Exaltados los ánimos, nombran una comisión para que fuera a parlamentar con el capitán general. Magallanes escucha sus peticiones y sin alterar su ánimo les responde que tanto él como todos los integrantes de la expedición habían contraído un compromiso con la Corona de Castilla y estaban obligados a cumplirlo, aun a costa de morir en el empeño. Les argumenta, además, que en la tierra en donde se encuentran podrán reponer los víveres.

Pero buena parte de los mandos deciden dirigirse de nuevo al capitán general, y se nos narra «que los otros capitanes, juntamente con el dicho Cartagena, requerían al dicho Magallanes que tomase consejo con sus oficiales e que diese la derrota a donde quería ir e que no anduviese así perdido, e que no tomase puerto donde invernasen e comiesen los bastimentos, e que caminasen hasta donde pudiesen sufrir el frío para que si hubiese lugar pasasen adelante». Las quejas de los mandos en la armada, prácticamente desde que se inició esta gran aventura , están siempre motivadas por la falta de comunicación de Magallanes con sus oficiales. Sus continuas negativas a dar a conocer la ruta a seguir provocan que algunos de los mandos decidan actuar para obligarle a que lo haga.

Asalto a la nao San Antonio

Las confabulaciones de los oficiales rebeldes llegan pronto a oídos de Magallanes. Mantener en secreto la sedición era prácticamente imposible cuando una mayoría de los tripulantes no estaban conformes con la revuelta. Algo más tarde, unos marineros informan a Magallanes de lo que se está tramando. «Magallanes se receló, y mandando luego armada a su nao tomó a saber de qué voluntad estaba su gente, la cual halló muy fiel, como la gente española lo es».

Pero los capitanes rebeldes no estaban advertidos de que Magallanes conocía sus intenciones y continúan adelante con sus planes. Se inicia la revuelta cuando una noche Quesada y Cartagena se dirigen a la San Antonio para ganarla por la fuerza , ya que consideraban a su capitán, Álvaro de la Mezquita, afín a Magallanes. Una vez a bordo de esta nao, aprovechando que la mayoría de sus tripulantes estaban durmiendo, los conspiradores prenden inmediatamente a los hombres de guardia y entran en la cámara del capitán Mezquita con el fin de detenerlo, colocarle grillos y encerrarlo. El clérigo Valderrama y el maestre Juan de Elorriaga, repuestos de la sorpresa, reaccionan oponiéndose a los capitanes rebeldes, a los que piden que dejen en libertad a su capitán. Los amotinados les responden asestándole a Elorriaga seis puñaladas en el brazo.

Dueños del barco, los capitanes rebeldes proponen a Juan Rodríguez Mafra que tome el mando , pero éste se niega a ello, por lo que hacen venir a Elcano, que si lo acepta. Quesada lo primero que le ordena es que coloque toda la artillería en su lugar de combate. Como una de las quejas de los tripulantes de la armada era la reducción de las raciones de alimentos, se les abre las puertas de la bodega de par en par y permite que cada hombre pueda coger los alimentos que quisiera, para ganarse así a los marineros.

Muerte al cabecilla

Las naos Concepción, San Antonio y Victoria están en poder de los rebeldes. Difícil se lo ponen a Magallanes, pero éste decide tomar la iniciativa y manda a Gómez de Espinosa que vaya a la Victoria a entregarle una carta a su capitán . Una vez a bordo, Espinosa mata a puñaladas a Mendoza. Mientras todo esto sucede, Quesada reúne a sus hombres y les pide fidelidad; ellos le contestan que siempre obedecerán las órdenes de sus mandos, repuesta muy ambigua, ya que de hecho están le están dando a entender que no se levantarán contra el capitán general, como así lo manda el Rey. Y de hecho así fue, pues el capitán rebelde cuando toma la decisión de acercarse a la Trinidad para apoderarse de ella, cuando sus hombres ven que la nao capitana los espera en posición de combate, al recibir de Quesada da la orden de disparar la artillería contra Magallanes se niegan a ello. Como consecuencia de ello, Quesada queda preso y Cartagena viendo todo perdido, se entrega a Magallanes. Los amotinados han perdido la batalla.

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