500 aniversario
Primera vuelta al mundo: En las islas de las especias
Primera vuelta al mundo es una serie de artículos en la que el marino Ignacio Fernández Vial recrea cada sábado el viaje de Magallanes y Elcano
Después de haber dado rienda suelta a su entusiasmo por haber llegado a las Molucas, Pigafetta escribe unos párrafos acerca de la leyenda hecha correr por los portugueses en Europa sobre la inaccesibilidad de estas islas. Patraña levantada para desanimar a cualquier marino que se viera tentado a arrebatarles el secreto de su situación, y con ello el monopolio de su comercio con las especias.
«Los portugueses han propalado que las islas Malucco están situadas en medio de un mar innavegable a causa de los arrecifes que se encuentran por todas partes y de la atmósfera nebulosa y empañada de espesas nieblas; sin embargo, es todo lo contrario, y nunca, hasta las mismas Malucco, hubo menos de cien brazas de agua».
El viernes 8 de noviembre de 1521, tres horas antes de la puesta del sol, la Trinidad y la Victoria dejan caer sus anclas en las abrigadas aguas del puerto de Tidore , Pelabuan Trikora . Finalizada la maniobra, disparan toda la artillería en señal de júbilo, sabiendo además que el estruendo provocado por los disparos sería una velada amenaza para los isleños. Así sabrían que las naves recién llegadas no serían presa fácil al contar con una artillería muy superior.
Pasada la noche, el rey del lugar, llamado Zuratá Manzor -Almanzor-, se acerca a las dos naos en una gran piragua, iniciándose así unas magníficas relaciones. Tan buenas, que a veces podrían considerarse hasta entrañables.
«Nos dio la bienvenida, diciéndonos que desde hacía mucho tiempo había soñado que algunos navíos debían venir de países lejanos, y que para asegurarse de si el sueño era verdadero había examinado la luna, en la cual había notado que, efectivamente, arribarían, y que era a nosotros a quienes esperaba».
«Cuando supo quiénes éramos y el objeto de nuestro viaje, nos dijo que él y todo su pueblo tendrían gran alegría siendo amigos y vasallos del rey de España, que nos recibiría en su isla como a sus propios hijos, que podíamos bajar a tierra y estar en ella como en nuestras casas, y que, por amor a nuestro soberano, era su voluntad que desde aquel día en adelante su isla dejase el nombre de Tadore y tomase el de Castilla ».
Estando en la isla, los castellanos reciben noticias del portugués Francisco Serrano , al que Pigafetta califica como amigo y posiblemente pariente de Magallanes , y del que no duda en decir que fue el que le decidió a emprender este viaje, al informar a Magallanes, cuando éste se encontraba en Malaca , de que se podían hacer grandes negocios en Tidore , lugar donde Serrano había fijado su residencia, añadiendo además que el archipiélago de las Molucas pertenecía a la jurisdicción de la corona de Castilla, según lo acordado con los portugueses en el Tratado de Tordesillas .
El 10 de noviembre de 1521, los capitanes Espinosa y Elcano , piden a Almanzor que les venda las especias lo más deprisa posible, ya que querían emprender el regreso a España cuanto antes. Dos jornadas más tarde, Almanzor manda construir en tierra un cobertizo destinado a guardar las mercaderías que los españoles pensaban utilizar como artículos de trueque para adquirir el clavo. Mientras tanto, reunidos los nativos de Tidore y los castellanos, fijan de común acuerdo el valor de las mercancías que iban a dar a cambio de estas especias. Los expedicionarios españoles estaban convencidos de que el precio del clavo acordado había sido muy ventajoso para ellos y expresan que «hicimos, un tráfico muy ventajoso».
Sin embargo, los portugueses, que ya llevaban unos años comerciando con las especias de las Molucas, no opinan lo mismo, sino todo lo contrario, consideran que al precio al que las adquirían los españoles, la expedición nunca podría ser rentable. Los lusitanos tenían en parte razón. Elcano y Gómez de Espinosa antepusieron las prisas por regresar a Sevilla al costo del clavo, por lo que no regatearon en exceso. Ambos conocían que lo embarcado iba a ser vendido a un precio astronómico en Europa, por lo que estaban encantados con el trueque.
A partir de aquí, todo va sucediendo muy rápidamente. Gómez de Espinosa y Elcano comienzan a adquirir el clavo que había en el lugar. Pero cuando los dos capitanes están enfrascados en el trato comercial, reciben una noticia muy preocupante de Lorosa, un comerciante portugués establecido en la vecina isla de Ternate , que les informa de que el capitán de una nao que procedía de Lisboa «le dijo que la noticia más importante por entonces era que una escuadra de cinco navíos, al mando de Fernando de Magallanes , había partido de Sevilla para ir a descubrir las Malucco en nombre del rey de España; y que el rey de Portugal, tanto más disgustado de la expedición, cuanto que aquél era uno de sus súbditos que buscaba su daño, envió navíos al cabo de Buena Esperanza y al cabo de Santa María en el país de los caníbales, para interceptarle el paso en el mar de las Indias; pero que no lo habían encontrado».
Agradecidos a Lorosa por la información que les había facilitado, Espinosa y Elcano le invitan a permanecer con ellos en las Molucas, para posteriormente llevarle a España, donde le prometen que será acogido y protegido por el rey Carlos I de las iras de los portugueses.
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