500 aniversario

Primera vuelta al mundo: El interminable océano

Primera vuelta al mundo es una serie de artículos en la que el marino Ignacio Fernández Vial recrea cada sábado el viaje de Magallanes y Elcano

Trayecto de la armada desde la costa americana hasta las islas cercanas al continente asiático

Ignacio Fernández Vial

A los cuatro días de superar el través del archipiélago chileno Juan Fernández, la Armada navega durante 34 días manteniendo la proa entre el ONO y el O1/4N. Por fin, al amanecer del 24 de enero del 1521, aparece en el horizonte una isleta con arboleda, la isla Fangahina,en la que no pudieron desembarcar por estar rodeada de arrecifes que les impiden encontrar un buen fondeadero. Desilusionados, abandonan estas aguas sin poder rellenar sus vacías despensas, cuando ya habían fallecido cinco hombres y otros muchos se encontraban en estado de extrema debilidad. Todas estas muertes se producen a bordo de la nao Victoria , lo que nos lleva a pensar que debieron de ser consecuencia de alguna epidemia y no del escorbuto, pues la carencia de vitamina C habría atacado con la misma crueldad a las cuatro naves. La primera baja se produce el domingo 23 de diciembre, la del sobresaliente Alonso de Mora. Tres días más tarde fallece el grumete Domingo. El primer día del año de 1521 se cierra con la muerte del merino Diego Peralta . El 4 de enero muere el herrero Gonzalo Hernández . Y el 18 de este mismo mes el grumete Rodrigo Gallego . En doce días, cinco hombres pierden la vida.

Continúan adelante durante siete jornadas más, alcanzando el 4 de febrero una isla a la que denominan de los Tiburones , actual isla Caroline , ya que estando próximos, ven cómo se les acerca un elevado número de estos tiburones y no dejan pasar la magnífica ocasión para meter en sus bodegas pescado fresco, que logran coger en gran número. Acabada la pesquería caen a estribor, pasando a marcar un NNO, proa que mantienen a lo largo de 700 millas hasta llegar al través del gran atolón de Kirimati . Cuando lo dejan por la popa, dan un nuevo cambio de rumbo, esta vez se dirigen al NO1/O, rumbo que mantienen a lo largo de 2.040 millas. En la madrugada del 16 de febrero, estando en la latitud 12º15´N, ven otro atolón, Bikar, y Magallanes ordena a sus pilotos que se dirijan al O, hasta que «yendo navegando esta armada, uno que estaba en la gavia que se llamaba Navarro dijo a grandes voces: ¡tierra, tierra! Con estas subidas palabras todos se alegraron tanto que el que menos señales de alegría mostraba se tenía por más loco, como lo sentirá bien quien en tal estado se ha visto; este mismo que dijo “tierra” dijo que veía una vela: por estas dos nuevas que dio, se le dieron ciertas joyas de oro que valdrían hasta cien ducados».

Acaban de ver la isla que supuso para ellos un cambio de vida radical. Fue el 6 de marzo y el grumete de la Concepción Juan Navarro , nacido en Pamplona, fue el joven afortunado que se encontraba haciendo la guardia de gavia en esta nao. En ella encontraron pobladores, que unas veces les recibieron amistosamente y otras no tanto, pero como al acercarse a tierra un elevado número de isleños se aproximaron a bordo de veloces batangas, que arbolaban velas que les recuerdan las velas latinas, la llamaron primero isla de las Velas Latinas, para más tarde rebautizarlas con el nombre de Los Ladrones, hoy actual isla Guam .

Desde que superan la latitud 33º 49´S, el buen tiempo no deja de acompañarlos hasta fondear en la isla de Guam, pero a pesar de esta bonanza, el calvario que padecen los tripulantes de la naos se va agravando y aumenta la lista de fallecidos: el marinero de la Victoria Miguel Veneciano pierde su vida el 25 de enero. El 6 de febrero de nuevo aparece la muerte, que atrapa al también marinero de la Victoria Nicolás . El siguiente en engrosar esta lúgubre nómina es un joven que aún no había cumplido los dieciséis años, el paje Juan Flamenco , que expira el día 9 de febrero. Y la Victoria vuelve a perder un hombre pasadas diecinueve jornadas, en este caso su propio piloto, Vasco Gallego . En 34 jornadas, cuatro tripulantes han pasado a engrosar esta fatídica lista.

Tan dura fue para estos hombres esta travesía que Pigafetta emite un parecer sobre el inacabable océano que habla por sí solo: «Pienso que nadie en el porvenir se aventurará a emprender un viaje parecido». Qué contraste tan enorme con el juicio que da respecto al otro gran obstáculo del viaje, el estrecho de Magallanes , ya felizmente superado, del que a pesar de que en él tuvieron que enfrentar a enormes dificultades, Pigafetta escribe: «En fin, yo creo que no hay en el mundo mejor estrecho que éste». ¿Qué mueve al cronista a emitir juicios tan dispares cuando en ambos escenarios padecen sufrimientos de todo tipo? Creemos que fue la falta de alimentos y agua, que era el mayor enemigo de los hombres de mar de esta época cuando se aventuraban en travesías oceánicas. Estos rudos marinos consideraban natural tener que enfrentarse a los más duros caprichos de la naturaleza, que no les asustaban en demasía porque sabían que contaban con el suficiente coraje y habilidad marinera como para salir airosos de estos trances. Sin embargo, la impotencia y la desesperación se apoderaban de ellos cuando el hambre y la sed les acosaban a bordo. Y eran muy conscientes de que, de no resolverse la situación, pronto les llegarían las enfermedades y con ellas, en muchos casos, la muerte, precedida de una terrible agonía.

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