500 aniversario

Primera vuelta al mundo: Las aventuras de Brunei

El rey Siripada los retuvo en la isla alegando que lo estaban pasando muy bien con ellos y luego rodeó sus barcos

Ruta que siguió la expedición por la Bahía de Brunei ABC

Ignacio Fernández Vial

Las naos Trinidad y Victoria surgen en la bahía de Brunei el 8 de julio de 1521. Al siguiente día se les acerca una grande y bella piragua, ocupada por ocho personajes ancianos, que al subir a la Trinidad: «Nos ofrecieron un cuenco de madera cubierto con un paño de seda amarilla lleno de betel y de arce, raíces que mascan continuamente, con flores de azahar y jazmín, dos jaulas llenas de gallina, dos cabras, tres vasos de vino de arroz destilado y cañas de azúcar».

En el diálogo que se establece con los recién llegados, que se declaran embajadores reales, el capitán Caraballo les hace una serie de preguntas. La primera de ellas es si conocen la ruta a seguir para llegar a las Molucas , a lo que responden que sí, e incluso le ofrecen la posibilidad de enviarles un piloto a cada nave para que les indiquen los rumbos.

La segunda consulta que hace es si tendrían en sus tierras algún betún que les pueda servir para embrear las naves, que ya venían muy castigadas después de tan larga travesía . La respuesta fue igual de esperanzadora que la anterior, ya que le informan de que ellos mismos tratan las maderas de sus embarcaciones con un betún que fabrican con aceite de coco y cera. Cunde el optimismo entre los castellanos, que empiezan a vislumbrar el final de sus sufrimientos. Ya se sienten muy cerca de las Molucas y además, después de padecer tantas penalidades, parece ser que han llegado a tierras donde sus habitantes gozaban de prosperidad cultural y económica, y que la posibilidad de entenderse con ellos era mayor.

Unos días después de esta visita, exactamente el 15 de julio, Caraballo envía a tierra, por expreso deseo del rey, llamado Siripada, una embajada compuesta por siete hombres. Sabemos que fueron el capitán Gonzalo Gómez de Espinosa, el maestre Juan Sebastián Elcano , los marineros griegos Mateo de Gorfo y Juan Griego, el hijo de Caraballo embarcado en el Brasil al que todos llaman Joacinho, el sobresaliente Gonzalo Hernández y el marinero, pero que ahora ejercía de escribano en la Trinidad, Domingo de Urrutia.

Al llegar la delegación española a tierra, los oficiales reales bruneanos les invitan a subir a lomos de dos elefantes cubiertos con gualdrapas de seda enviados por el gobernador, para que los trasladaran a su palacio donde pasan la noche. Al día siguiente son conducidos, otra vez a lomos de los mismos paquidermos y a través de unas calles donde formaban los soldados armados con lanzas, espadas y mazas, al palacio real. Pigafetta nos describe, con toda clase de detalles, la curiosa y protocolaria forma que tuvieron que emplear para dirigirse a Siripada.

«Uno de los cortesanos nos advirtió que no se permitía hablar al rey, pero que si queríamos decir algo podíamos dirigirnos a él , quién lo diría a un cortesano de categoría superior, quién lo diría al hermano del gobernador, que estaba en la salita, el cual, por medio de una cerbatana colocada en un agujero del muro, expondría nuestras peticiones a uno de los oficiales principales cerca del rey, el que se las diría. Nos advirtió que debíamos hacer tres reverencias al rey , elevando juntas las manos por encima de nuestras cabezas y levantando alternativamente los pies».

Realizado todo este ceremonial, los españoles entregan las dádivas que llevaban al rey en nombre de Carlos I . Una vez llegados a la ciudad, decidieron desertar de la armada los dos marineros helenos, los cuales solicitaron al gobernador de Brunei que les permitiera permanecer entre ellos cuando las naves españolas partieran hacia las Molucas. Antonio de Brito escribe que «se les escaparon dos griegos para hacerse moros».

Estuvieron en la ciudad doce jornadas, al cabo de las cuales, teniendo ya comprada la cera y el aceite que les parecía suficiente, solicitaron permiso al rey para volver a sus barcos, pero para sorpresa de los castellanos, se lo negó argumentándoles con muy buenas palabras que se esperasen porque estaban todos muy contentos de tenerles en el pueblo. Como pasaban los días y Espinosa, Elcano, Barrutia, Hernández y el hijo de Caraballo no regresaban a la nao, el resto de sus compañeros comenzaron a recelar de las intenciones del rey de Brunei . Estas sospechas se ven confirmadas cuando una mañana un elevado número de barcos se les acerca de manera amenazadora.

En el devenir de la historia, los españoles invadieron Brunei el 16 de abril de 1578 con la intensión de establecerse allí permanentemente. El sultanato mantenía un intenso tráfico comercial con Filipinas, Malasia, Indonesia y con la vecina China, por lo que controlar este enclave era una presa muy golosa para el gobernador de Filipinas. Sin embargo, cuando llevaban establecidos en la capital setenta y dos días, debido a un muy fuerte brote de cólera que les causo numerosas bajas, decidieron abandonar esta plaza, regresando sus tropas a Manila el 26 de junio de ese mismo año.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación