500 aniversario

Primera vuelta al mundo: En aguas malayas

Apenas anclamos, se desencadenó una tempestad. El cielo se oscureció y vimos el fuego de San Telmo sobre nuestros mástiles

La expedición parte hacia el Sur en dirección a la bahía de Brunei, situada entre Lubuan y Menumbok ABC

Ignacio Fernández Vial

Una vez surtidos en la isla filipina de Palawán , concretamente en Bahía Islas, las dos únicas naves que quedan de la Armada de la Especiería, Trinidad y Victoria, continúan navegando al Sur hasta alcanzar un pueblo llamado por sus habitantes Dyguacam , pero ¿dónde lo situamos? Lo único que sabemos de este lugar es que era tierra de moros, que por aquel entonces estaban asentados en el extremo más meridional de Palawán.

Allí se encuentran hoy día el municipio de Bataraza y la desembocadura del río Tuba . Es en estas aguas o en sus cercanías donde nos atrevemos a situar Dyguacam, por descarte y por no encontrar otra localización mejor.

«Estando así surtos junto a este lugar de Dyguacam, llegó a donde ellos estaban un prao, en el cual venía un negro que se llamaba Bastián. Preguntado el dicho Bastián, que hablaba razonadamente el portugués, cómo se iba al Maluco , y si quería ir con ellos a enseñarles el camino de Borneo, y después de haber contestado afirmativamente y con muy buena voluntad, llegado el momento de partir, se ocultó».

Duro revés para la Armada , aunque la suerte continúa sonriéndoles. Con sus despensas bien surtidas, deciden reemprender inmediatamente el viaje. Y estando preparando la salida a la mar, le llega otra buena noticia.

«Llegó allí un prao que venía para el puerto de Dyguacam y tomáronlo y con él, tres moros que dijeron ser pilotos y que les guiarían a Borneo. Se hicieron a la vela de este puerto de Dyguacam el 21 de julio en demanda de Borneo. Yendo así con estos moros, gobernaron a lo largo de esta isla hacia el sudoeste, topando al cabo de ella con otras dos, pasando por medio de ambas, llamadas la de la banda del Norte Boleva y la del Sur Bandyn ».

La primera isla que tuvieron que librar fue Bugsuk , que tiene todo su litoral Nordeste. cercado por unos amplios y peligrosos bajos. Los sortean navegando al Sur, para al encontrase al través de otras dos islas, poner sus proas al Oeste. Estas dos islas del archipiélago filipino fueron Boleva, Balabac, y Bandym, Banggi. Atraviesan el estrecho de Balabac y al cruzar el meridiano 7º 30’ N, ponen la proa hacia el SO1/4O.

«Navegando al Oeste Sudoeste, encontraron fondo blando, que eran unos bajos a flor de agua; previniéndoles los negros que llevaban que se allegasen a la costa de la isla, porque además de haber más profundidad, quedaba de la parte de Borneo, que desde ese paraje podía ya verse... Ese mismo día llegamos a surgir a unas islas que denominaron de San Pablo… y así están más o menos en siete grados». I dentificamos San Pablo con las islas Mantanani , situadas en 6º 43' N.

«Avanzando siempre por el mismo rumbo hasta llegar a la vista del puerto de Borneo… mas el viento por serles contrario, no les permitió llegar allá. Surgieron en una isla que allí está y habría de ella a Borneo ocho leguas. Al día siguiente se hicieron a la vela para otra isla que está más cerca del puerto de Borneo y, yendo así, vieron tantos bajos que fondearon».

Si trasladamos estos datos a un portulano de esta zona, vemos que la primera isla de Malasia donde dejan caer sus anclas es Tiga , para al día siguiente volver a fondear, esta vez en Labuan, donde se ven obligados a surgir porque vieron muchos bajos en sus cercanías.

«Sondeando descubrieron el verdadero canal por donde se entraba al puerto, por lo cual luego se hicieron a la vela y entraron por él».

Dejan caer sus anclas a resguardo de la isla, que cierra por poniente una de las entradas a la bahía Brunei, donde recalan el 8 de julio de 1521. En este pasaje hemos podido conocer en todo su dramatismo el riesgo que corren los expedicionarios cada vez que se aventuran a navegar en demanda de un puerto o cualquier otro abrigo, sin tener ni idea del fondo que se van a encontrar.

En este caso, recurrieron al piloto moro que había embarcado en el río Tuba, que los lleva hasta allí demostrando que conocía bien la costa de Borneo, pero sin embargo se ven obligados a llevar por la proa, las lanchas auxiliares que van dejando caer la sonda continuamente, para ir reconociendo el canal que les permita arribar al puerto que tanto bien les podría proporcionar. El canal a que se refiere es el que hoy lleva el nombre de Canal Este, que se abre entre la isla Lubuan a poniente, y Menumbok a levante. Paso estrecho, pero que al igual que en el siglo XVI, aún hoy sigue siendo una de las entradas a la bahía de Brunei.

«Apenas anclamos, se desencadenó una tempestad. El cielo se oscureció y vimos el fuego de San Telmo sobre nuestros mástiles».

Si en vez de saltarles este temporal cuando ya estaban las naves fondeadas y con sus velas aferradas, les hubiera sorprendido con todo el trapo al viento y dentro de un canal tan peligroso como en la que se encontraban, ¿qué hubiera sucedido? Pues que probablemente alguna de las naves, si no las dos, se hubieran estrellado contra la costa. Por causas muy similares a la que estamos tratando, fueron muchas las naos y carabelas perdidas a lo largo y ancho de los miles de kilómetros de las tierras e islas descubiertas por los hombres de mar castellanos y, en la mayoría de los casos, sin dejar rastro de sus tripulantes.

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