Nueva normalidad en Sevilla
Pocas novedades en el inicio de la «nueva normalidad» en Sevilla: calor y calles vacías
Este domingo ha comenzado la «nueva normalidad» con un aspecto más próximo al confinamiento que el que se ha vivido durante las postrimerías del estado de alarma
El veraneo del coronavirus en las playas de Andalucía en la llegada de la «nueva normalidad»
La«nueva normalidad» ha llegado de la mano del verano a Sevill a . Y eso ha restado cualquier apariencia novedosa que se pudiera imaginar, reeditando las imágenes habituales de la ciudad durante los fines de semana de este solsticio : calles vacías y mucho calor . Y eso que todavía no había coronado el sol. Pocos han sido los valientes que han salido de sus casas durante el comienzo de esta nueva fase. Hubiera sido más fácil desplazarse a una playa de Cádiz o Huelva para conocer cómo estaban viviendo los sevillanos esta transición.
El aspecto de la ciudad durante «la nueva normalidad» , a primera hora de la mañana, contrasta con las postrimerías del estado de alarma . Este confinamiento tiene mayor identidad. Pocos se han atrevido a desafiar a estas asfixiantes temperaturas . Las terrazas abiertas desde primera hora para los desayunos eran proporcionales al número de toldos operativos en el Centro de Sevilla. Había poco que hacer. Y la última esperanza quedaba en las eucaristías dominicales .
Por el camino aparece el principal cambio, y casi único, de la jornada: la reapertura de los parques infantiles . Aunque en la Alameda de Hércules fue por iniciativa propia y a la fuerza . Unos padres desprecintaban a su antojo el área infantil para que sus hijos tuvieran el privilegio de «reinaugurar» su centro de operaciones .
Tal y como ocurriera durante esta semana tras el anuncio del Ayuntamiento de Sevilla, el Alcázar ha vuelto a ser la referencia para los sevillanos . Una reducida cola iba aguardando el momento de tomarse la temperatura y desinfectarse para poder acceder al monumento. « ¡Por fin vamos a pisarlo! », exclamaba un grupo antes de entrar.
La Catedral únicamente estaba abierta al culto y su eucaristía dominical sí que ha sido un reclamo para el resto de sevillanos que permanecían en la ciudad. La Capilla Mayor estaba casi repleta , con sus pertinentes medidas de seguridad y distancia social.
Por lo demás todo adquiría un aspecto fantasmagórico . Muchas persianas bajadas . Algunas por ser domingo, otras por la decadencia de esta crisis. La clásica contaminación visual de las cartelerías de conciertos y eventos ha sido reemplazada por una incesante colección de pasquines de alquileres y traspasos .
Los cocheros de caballos volvían a mirarse las caras los unos a los otros. Todos estaban perfectamente organizados en la Plaza del Triunfo. Más de una decena de carruajes a la espera de quiméricos clientes . Es curioso que eran estos los únicos animales que se veían durante este domingo. Parece que la tierra se ha tragado al incalculable número de mascotas que surgieron durante el confinamiento.
Otra batalla perdida de la ciudad es el uso de las mascarillas. Es como si nadie hubiera visto el irónico anuncio de Jesús Aguirre sobre su uso: muchas volvían a aparecer en codos y barbillas como atuendos . El asfixiante calor se impuso a cualquier razón sanitaria. Son las 11 de la mañana y no hay quien aguante en la calle . Es el toque de queda de esta «nueva normalidad».
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