Los pisos burdel en Sevilla: Qué hacer cuando abren uno en tu edificio
La prostitución que se oculta en viviendas altera en no pocas ocasiones la convivencia de las comunidades de vecinos
El auge de los prostíbulos que se ocultan en viviendas de Sevilla está dejando daños colaterales . Además de las víctimas directas de proxenetas y mafias, están las comunidades de vecinos que se ven obligadas a convivir con un burdel en su edificio. Hay casos en los que la discreción impera y estos negocios apenas generan conflictos en su vecindario. Pero en muchas otras ocasiones, la convivencia se pone en riesgo y toca tomar decisiones. Es en ese momento cuando los propietarios se preguntan qué hacer.
El presidente del colegio profesional de los administradores de finca , José Feria , aclara algunos conceptos básicos que sirven para afrontar este problema. Para empezar no se puede actuar contra estos negocios salvo si generan molestias al vecindario: «Una comunidad no puede prohibir que se ejerza la prostitución en un piso porque no es una actividad ilegal en sí. Lo que está penado es el proxenetismo y la explotación sexual».
El único camino posible para denunciar este tipo de negocios clandestinos es si alteran la convivencia vecinal : clientes que se equivocan de portero electrónico a horas intempestivas, ruidos en los pasillos, encontronazos entre vecinos y clientes, peleas... «Es muy importante recabar todas esas pruebas porque esas molestias hay que probarlas», advierte Feria, quien aconseja «llamar en cada ocasión al 112 para que quede constancia».
Cámaras para disuadir
Los siguientes pasos son: convocar una junta de propietarios en la que se apruebe demandar al dueño de la vivienda, «enviando una primera comunicación vía burofax ». En la mayoría de las ocasiones, los dueños son desconocedores de la actividad que se desarrolla en su propiedad. «Recuerdo un caso en el que se presentó este problema y la dueña era una mujer anciana que se había ido a vivir con su hija y su piso lo había alquilado a un hombre, que resultó ser el proxeneta. No tenía ni idea hasta que la comunidad la alertó».
Pero la experiencia de este administrador de finca le hace inclinarse por otros métodos disuasorios que eviten a la comunidad iniciar la vía judicial. Pone de ejemplo la decisión acordada por los vecinos de un bloque de Marqués de Parada, que acabaron con el burdel que abrió en uno de los pisos de su finca «en sólo un mes». En este caso apostaron por ahuyentar a la clientela. La junta de propietarios acordó colocar videovigilancia en la entrada , pasillos y ascensores. «Los clientes son muy celosos de su intimidad y cuando vieron que podían ser grabados entrando en un prostíbulo, dejaron de acudir al piso y el negocio cerró».
El problema no se erradicó pero dejó de ser una molestia para este vecindario. Semanas después supieron que el mismo burdel se había reubicado en otro piso de la misma calle. «Esta vez colocaban en sus anuncios la dirección del burdel y fue fácil confirmar dónde estaban, pero en el 90% de los casos sólo ponen un número de teléfono y es muy difícil saber dónde se ubican».
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