CASA DE LAS DUEÑAS

«Piden naranjas y albero en recuerdo de la duquesa de Alba»

María Teresa López Barrau es aparejadora de los trabajos de adaptación de apertura al público de la Casa de las Dueñas, donde se ha respetado al milímetro su sentido original

María Teresa López Barrau JUAN FLORES

AURORA FLÓREZ

En la Casa de las Dueñas hay visitantes que piden naranjas o puñados de albero como recuerdo de la duquesa de Alba , cuyo espíritu sigue vivo en este espacio abierto al público, que acude en masa a conocer las estancias que recorrió y en la que atesoró obras de arte y recuerdos, y en la que se producen anécdotas como la señora que besó el pie de la «Bailaora» de Benlliure del Salón de la Gitana, que fue secundada por todo su grupo.

María Teresa López Barrau , la aparejadora de las obras de adaptación de la casa a espacio museístico, que se han desarrollado entre diciembre de 2015 y marzo de 2016, cuenta alguna de estas curiosidades tras haber trabajado en este «entorno privilegiado» . Ha llevado la dirección de ejecución y salud del proyecto arquitectónico de Gonzalo Gil Cabeza , con la constructora de Albaral , cuyo responsable es Javier Hoyuela , con los que «hemos hecho un buen equipo, muy bien coordinado», contando con la colaboración del personal de la Casa. Igualmente, resalta María Teresa López Barrau, el trabajo del proyecto de musealización de Eduardo Bonet y el del responsable y gerente de la casa-palacio, Ricardo Gascó .

«Me gustan el jardín de los limones , y el azulejo que hay allí de la Virgen de los Reyes»

La premisa era «que no se notara donde hemos intervenido , que tanto el visitante como las personas que ya conocían la Casa, cuando entraran después de las obras, no supieran qué es lo que se había hecho. Creo que lo hemos conseguido», afirma la aparejadora, quien añade que se ha trabajado «con respeto absoluto ». Como ejemplo pone la búsqueda de la solería de la tienda, aseos y taquilla «hasta localizar unas losas grises italianas que recuerdan mucho a la solería del salón de baile». El acierto en conseguir que nada chirriara en esta adaptación se palpa en la propia taquilla que ocupa lo que fue el gallinero, en donde se han utilizado tejas de la casa para que este espacio aledaño que da al exterior se integrara perfectamente.

Todo ello entra dentro del aspecto físico original de la Casa de las Dueñas, donde se mantiene la rutina que marcaba Cayetana Fitz-James Stuart , como replantar los geranios todos los años para renovar los jardines con plantas del propio vivero de la Casa o cambiar en primavera e invierno los espartos de los balcones «porque así se hacía con la duquesa»... Así, el cuerpo del servicio continúa con sus mismas labores de limpieza, igual que los jardineros o el chófer. «En la pasada Feria de Abril , añade la aparejadora, se sacaron y pusieron a punto tres coches».

Sin duda, es un hito importante en la carrera de la aparejadora , que montó su estudio en 2010, en plena crisis, «trabajando duro y rodeándome de buenos profesionales». Reformas, decoración e interiorismo están en la cartera de María Teresa, que en 2014 llegó a un acuerdo con el estudio de arquitectura Digley , para trabajar en proyectos como el de la reparación de la cúpula y la cubierta del presbiterio de la iglesia de San Sebastián . Actualmente, con este estudio está en fase de proyecto para intervenir en la rehabilitación de una casa en el centro de Sevilla y en la restauración y conservación de la parroquia de la Asunción de Lora . Con la arquitecta Pilar Gallego intervendrá en la iglesia de San Martín de Carrión de los Céspedes.

Con la satisfacción del trabajo terminado y bien hecho, María Teresa López Barrau afirma que «me hizo mucha ilusión poder ser la aparejadora de la obra de la Casa de las Dueñas, ante la que había pasado muchas veces porque mis padres viven muy cerca». Los meses de estancia de esta joven profesional en tan emblemático espacio le han dejado muy buenos recuerdos:«Me gustan el jardín de los limones , y el azulejo que hay allí de la Virgen de los Reyes y los maceteros de cerámica en forma de copa en los que figura Las Dueñas». También añora «las vistas desde la azotea encima de la tienda y el garaje, a la que se accede por una escalera de caracol», y asegura que se queda «con el olor del guadarnés a madera y cuero» y con la visión de «las dos esculturas situadas al pie de la escalera principal». Su pena es no haber conocido la planta superior de la Casa de las Dueñas.

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