Patrimonio en Sevilla
La Caridad restaura el cuadro de «La Exaltación de la Cruz» de Valdés Leal, una obra única en el mundo
Financiada por la Fundación Caja Rural del Sur, los trabajos los ha llevado a cabo en los últimos seis meses la empresa Ágora
La hermandad de la Santa Caridad ha restaurado el cuadro «La Exaltación de la Cruz» , la obra de Valdés Leal ubicada en el coro de la iglesia de San Jorge y que remata el programa iconográfico diseñado por Miguel de Mañara .
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Se trata de una pintura «excepcional» y que no tiene parangón «en todo el panorama español, europeo y mundial», como ha explicado el historiador del arte Enrique Valdivieso . Gracias a la financiación de la Fundación Caja Rural del Sur , la hermandad encargó a la empresa Ágora para que dolviera la luz a este inmenso cuadro, que estaba oscurecido por los barnices y resquebrajado por el paso del tiempo y las filtraciones de agua.
Durante seis meses, cuatro resturadores de primer nivel han intervenido esta obra cumbre del barroco, de 10x4 metros , con las dificultades que conllevaba su desmontaje y su limpieza, que ha sido «lenta y sorpresiva hasta el último momento», como ha explicado en la presentación Juan Aguilar , el responsable de Ágora .
Es un óleo sobre lienzo fechado en 1685, que Miguel Mañara encargó a Valdés Leal para concluir el programa iconográfico de la iglesia. Aunque no lo pudo ver terminado, el fundador de la Santa Caridad dejó por escrito una completa guía de los trabajos pictóricos que debían ser realizados. En este caso, se trata del episodio en el que el emperador Heraclio lleva la Santa Cruz a Jerusalén después de recuperarla tras el robo de los persas. Al llegar a las puertas de la ciudad santa, no puede cargar con la reliquia y en ese momento se abre el cielo y descienden los profetas para comunicarle que podría entrar en Jerusalén siempre que fuera de manera humilde, como lo hizo Jesús. Heraclio, entoces, bajó del caballo y se desprendió de toda pomba y boato de sus ropajes. Cargando la cruz sobre sus hombros, cruzó las puertas que simbolizan la entrada en la gloria de los cielos.
Éste debía ser el final del relato que Mañara encargó a Murillo, Pedro Roldán y Valdés Leal para recordar que sólo con la caridad en la Iglesia se consigue la gloria eterna. La Santa Caridad era una hermandad de aristócratas, banqueros y personajes pudientes de la sociedad. Por eso, pidió a Valdés Leal que hiciera las pinturas alusivas a la muerte y, a Murillo, los cuadros sobre las obras de misericordia en vida. A Roldán encargó el retablo central, del traslado al sepulcro, ya que el entierro de los muertos es la principal labor de la corporación. Y, para rematarlo todo, justo para que el visitante de esa iglesia se llevara el mensaje claro y rotundo, sobre el coro del templo encargó esta enorme pintura para que los miembros de la hermandad comprendiera que sólo así se consigue llegar al cielo.
Desde ya, esa obra culminante de la iglesia de San Jorge está más clara que nunca. Ágora ha recuperado el concepto de pintura mural que se perdió con el barniz aplicado en el siglo XIX. «La Caridad tiene uno de los más bellos repertorios artísticos de España y de Europa» , dice Enrique Valdivieso, que recuerda que ya sólo queda la restauración de los yesos de la bóveda del templo, cuya cola ha perdido vigencia y cuyas pinturas al temple se están descascarillando.
De esta forma, el hermano mayor, Eduardo Ybarra , abogó por un nuevo convenio con la Caja Rural, representada allí por su presidente, José Luis García-Palacios , para afrontar esta última obra. Ambas instituciones llevan trabajando cinco años juntas y, entre otras obras, ya se han restaurado dos de las obras de misericordia realizadas por Murillo. Ahora, se encuentra en restauración el cuadro de «Fines glorieae mundi» («El fin de las glorias mundanas»), de Valdés Leal.