Patrimonio industrial

La Autoridad Portuaria pone en el mercado las naves libres para reurbanizar esta zona de Sevilla

La Autoridad Portuaria pone en el mercado las que están libres para poblar el nuevo distrito urbano, ubicado entre los muelles de Tablada y las Delicias

A la derecha, las naves recién construidas para la Exposición del 29 ABC

Elena Martos

La fachada regionalista de las naves de la avenida de Las Razas será la puerta de entrada al nuevo distrito urbano que Sevilla ganará a través de su puerto. Este plan para liberar suelo en los muelles de Tablada y Las Delicias empieza justo por los viejos almacenes, infrautilizados y olvidados durante años, que ahora tienen delante una nueva oportunidad para seguir escribiendo su historia.

La rehabilitación de este patrimonio industrial es un antiguo anhelo de las asociaciones conservacionistas de la ciudad, de vecinos del entorno y hasta de profesores de la Escuela Superior de Arquitectura , que curso tras curso encargaron a sus alumnos proyectos para su recuperación que se quedaron en simples trabajos de clase. El inconfundible estilo y, sobre todo, la historia que tienen detrás, justifican ese empeño, al que ahora quiere dar respuesta la Autoridad Portuaria de Sevilla con la ocupación de las naves que quedan libres —cinco en total— para destinarlas a nuevas iniciativas.

Uno de los primeros inquilinos de esta nueva etapa es la firma de moda juvenil Noon , que ha instalado allí sus oficinas centrales y una academia de formación para que los alumnos puedan hacer prácticas. La estética industrial en el interior y todos los detalles exteriores, tan vinculados a la arquitectura sevillana, conquistaron a la compañía, que fortalece los vínculos con la ciudad. Sus responsables reconocen que quieren seguir formando parte de la historia de estos almacenes, que se levantaron para la Exposición Iberoamericana de 1929 . Las primeras referencias que aparecen en el archivo de la institución gestora datan de 1924 cuando el ingeniero y director del Puerto Delgado Brackembury propuso la construcción de varios depósitos en las calles adyacentes al muelle de Tablada.

Fachada de una de las naves recién ocupadas R. Doblado

El anteproyecto original, redactado en diciembre de 1924 y aprobado mediante una Real Orden el 5 de enero de 1926 , incluía cinco almacenes que luego hubo que ampliar por la necesidad de ceder alguno de ellos al comité organizador de la muestra. Allí se instalaron los pabellones de los países que no pudieron pagarse uno propio. La referencia apareció publicada en la edición del 20 de agosto de 1927 de la Gaceta de Madrid , que fue el BOE de la época, y que la Autoridad Portuaria aún conserva entre las joyas de su archivo.

El diseño siguió el mismo patrón de la Plaza de España y del pabellón de la Marina de Guerra , que es hoy la sede de la institución gestora. Según la redacción del proyecto, que lleva la firma del ingeniero José Luis de Casso , los almacenes habrían de ser de 140 metros de largo por 55 de ancho. El documento recogía que las fachadas que dan a la dársena debían de ser más elevadas para favorecer el servicio de ferrocarril que todavía hoy sigue activo, mientras que las que miran hacia la calle estarían habilitadas con grandes puertas para permitir la entrada de carros. Noventa años después poco han cambiado.

Precisamente aquella coincidencia con la Exposición del 29 fue lo que permitió ornamentar estas construcciones industriales con los pivotes que coronan la fachada y los frisos de cerámica que adornan los dinteles de las puertas que están orientadas hacia la avenida de Las Razas.

Las mejoras elevaron el presupuesto final a 1.200.000 pesetas , una fortuna en aquel momento. Pero había poco margen para negociar y los trabajos comenzaron en octubre de 1927 con apenas un año de plazo para la ejecución. La colaboración le salió cara a la Junta de Obras del Puerto, que t ras la muestra, recuperó los almacenes , pero no los intereses acordados por la cesión temporal. En todo caso, ya podía disponer de las naves para su comercialización.

Situación de Reina Mercedes en 1929 ABC

Ya en septiembre de 1930, llegaron inquilinos como la Comisaria Algodonera del Estado , que solicitó el alquiler provisional de algunas naves como almacén para aquella misma campaña. Lo que iba a ser un contrato por unos meses hasta la construcción de almacenes propios duró cinco años. Y en julio de 1936, ya con el estallido de la Guerra Civil en ciernes, se interesó por las instalaciones el Banco Hispano Americano , que se hizo con el almacén número cinco, uno de los mejores, subarrendando parte de las naves a la sociedad Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España y otras como depósito de aceite. Lo que iba a ser una provechosa relación comercial se frustró en octubre de aquel mismo año cuando llegó la orden del Estado Mayor de la Segunda División militar que solicitó espacio en ese mismo almacén para la contienda.

Terminado el conflicto, el Ejército siguió allí apostado hasta que en 1942 los responsables de la Junta de Obras del Puerto pidieron la devolución de las instalaciones o bien el pago de una renta, la misma que se estipuló para el Hispano Americano, unas 14.500 pesetas al año. No hubo que discutir, las llaves se entregaron de inmediato.

Actualmente, los almacenes permanecen dentro del dominio público portuario y, por tanto, sólo pueden ser ocupados mediante una concesión o en régimen de autorización. Cuentan igualmente con un nivel de protección C en el PGOU de la ciu dad, con lo que no pueden ser modificados exteriormente. En ellos conviven la actividad portuaria con otros servicios como diseño, arquitectura, formación, taller mecánico y hasta una guardería. Otro de los vecinos es el Museo del Puerto de Sevilla , que recoge la historia de los muelles sevillanos desde sus orígenes y que recibe cada año unas 5.000 visitas, la mayoría de escolares.

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