El párroco de San Jacinto alerta del peligro del ficus centenario

El martes se cayeron tres ramas mientras que Parques y Jardines le insta a su protección

El ficus de San Jacinto Raúl Doblado

Javier Macías

La comunidad religiosa que regenta la parroquia de San Jacinto ha pedido al Ayuntamiento una solución al problema del árbol que se encuentra en el entorno de la iglesia, que cuenta con una protección especial y que es de su propiedad. Se trata de un ficus centenario cuyo mantenimiento tiene un alto coste (4.000 euros cada dos años) y que debe asumir la comunidad, que carece de recursos económicos suficientes.

El párroco, fray Francisco Javier Rodríguez , alertó ayer del peligro que supone el árbol cada vez que se producen temporales como los de esta semana. Precisamente, el martes se cayeron tres ramas que cayeron justo por donde pasaba un hombre, al que por fortuna sólo le rozaron las hojas. No es la primera vez que ocurre, ya que hace unos años otra rama arrancó un semáforo. «Cada vez que hay alerta amarilla o naranja, tiemblo» , comentó el párroco, que recuerda que en la zona hay un colegio, dos pasos de peatones y la propia parroquia.

Según informó a ABC, ayer acudieron técnicos de Parques y Jardines para supervisar el ficus. «Nos dijeron que está en perfecto estado, aunque hay un vecino enfrente que dice que hay ramas sueltas», explicó. La comunidad no puede actuar libremente sobre el árbol pero debe acometer un mantenimiento periódico costoso porque, además, la responsabilidad civil ante cualquier desgracia sería para la parroquia.

Fray Francisco Javier Rodríguez insistió en que le parece «muy bien» que sea un árbol de una especie singular, pero «el día que ocurra una desgracia ya no tendrá solución» . Desde el Ayuntamiento les invitan a recurrir a instituciones superiores, como el Arzobispado. Sin embargo, la comunidad estaría dispuesta, en todo caso, a ceder la propiedad de ese espacio para que el Consistorio asuma el mantenimiento y responsabilidad sobre un ejemplar que lleva años siendo objeto de discusión. «En el distrito cuando fuimos fueron muy amables, pero no nos dieron solución. Lo drástico sería que desapareciera, porque es un peligro, pero ellos dicen que hay que supervisarlo constantemente y no podemos asumirlo».

Otro de los problemas que está ocasionando es que sus grandes raíces levantan la solería de la entrada del templo y eso supone «un riesgo de caída para las personas mayores y los niños de las catequesis». El párroco considera que «por encima de que un árbol sea una maravilla están los ciudadanos».

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