Hospital Virgen del Rocío

Paludismo, dengue, zika... lo que traen a Sevilla los viajeros

Salud Internacional atiende a unas 250 personas nuevas al año con sospecha o diagnóstico de enfermedades infecciosas

De izquierda a derecha: César Sotomayor de la Piedra , Ana Guijarro Boza, Cristina García Bulnes, Cristina Roca Oporto, Elías Cañas García-Otero, Cristina Ocaña Losada, Victor Sández Monteagut y Julia Praena Segovia ABC

Amalia F. Lérida

La unidad de Salud Internacional del hospital Virgen del Rocío comenzó a trabajar en el año 2003, coincidiendo con la llegada de inmigrantes y el auge de los viajes intercontinentales en nuestro país.

Al frente se encuentra Elías Cañas quien recalca que se atiende a pacientes con sospecha o diagnóstico de enfermedades infecciosas ya que el consejo sanitario a los viajeros antes de emprender un viaje intercontinental (a África, Asia o América Latina) se realiza en el Centro de Vacunación Internacional (delegación de Sanidad Exterior de Sevilla). Ahí se ocupan de todo lo relacionado con los preparativos del viaje (recomendaciones generales, vacunas, medicación para la prevención del paludismo...) y en esta unidad de los problemas de salud que puedan surgir durante o al regreso del viaje.

En la actualidad, según explica Cañas, atiende a u na media de unas 250 personas adultas nuevas al año, de los cuales un 25 ó 30% son viajeros internacionales y, el resto, inmigrantes.

«Entre los viajeros atendidos en los últimos tres años, de 2015 a 2017 —afirma— los motivos de consulta más frecuentes fueron los problemas digestivos (38%), la fiebre (30%) y las lesiones cutáneas (10%), mientras que entre la población inmigrante destacaron los cribados o exámenes de salud para excluir enfermedades infecciosas potenciales o latentes (60%,), los problemas génito-urinarios (10%, especialmente las Infecciones de Transmisión Sexual, ITS, incluyendo la infección por el VIH), los problemas respiratorios (7,5%, fundamentalmente la tuberculosis) y las alteraciones analíticas 6%,destacando el aumento de la cifra de eosinófilos, un tipo especial de células blancas de la sangre que clásicamente se elevan en las infecciones parasitarias y en los procesos alérgicos».

En el citado período de tiempo, los viajeros atendidos en esa unidad habían visitado, por orden decreciente, las siguientes áreas geográficas: África (45%, destacando Guinea Ecuatorial, por motivos de trabajo, Burkina-Faso, Senegal, Tanzania y Malawi) , seguida de Asia (24%, con Tailandia, India, Vietnam y Camboya como los más representativos) y América Latina (16%, fundamentalmente México, Centroamérica y Caribe, y Brasil).

En cuanto a las áreas de procedencia, los inmigrantes atendidos fueron, por orden de frecuencia, América Latina (72%, con Bolivia, Ecuador y Brasil a la cabeza), África subsahariana (10%, especialmente Nigeria, Senegal y Guinea Ecuatorial), Europa del Este (6%, sobre todo, rumanos), y el Magreb (5%, fundamentalmente marroquíes), lo cual es bastante representativo de la población inmigrante del área de referencia del hospital.

Pero, ¿qué sufrían estas personas? «Los diagnósticos finales más importantes entre los viajeros atendidos en el periodo 2015-2017 fueron el paludismo o malaria (18 casos, todos ellos con estancia previa en África; 3 de ellos, paludismos graves que requirieron ingreso inicial en la UCI), las infecciones víricas transmitidas por mosquitos (dengue, 4 casos; virus chikungunya, 4 casos, y virus zika, 1 caso), las lesiones cutáneas (larva migrans cutánea en 4 casos e infestaciones por larvas de mosca o miasis en otros 3), y los abscesos hepáticos amebianos (3 casos)».

Por otra parte, destaca que en un elevado porcentaje de las diarreas agudas del viajero (20 casos en total) o de las diarreas crónicas (de más de 3 semanas de duración, 52 casos) no se llega a identificar ningún agente infeccioso utilizando los medios convencionales.

«En nuestra experiencia —aclara— sólo conseguimos identificarlos en el 15% de las diarreas agudas o en el 30% de las crónicas, bien porque se hayan tratado previamente con antimicrobianos durante el viaje; porque se trate de procesos autolimitados espontáneamente, o porque obedezcan a alteraciones digestivas no infecciosas (como la intolerancia transitoria a la lactosa o el síndrome de intestino irritable post-infeccioso). En un porcentaje similar (35%) de los síndromes febriles sin focalidad que aparecen durante o tras el viaje no conseguimos llegar al diagnóstico etiológico. Sólo 12 viajeros (7%) requirieron ingreso hospitalario».

Por el contrario, afirma que de los diagnósticos finales de los inmigrantes atendidos en los últimos años destacan la enfermedad de Chagas (103 casos, todos ellos originarios de Latinoamérica, única área geográfica donde esta dolencia es endémica), el paludismo o malaria (10 casos, todos ellos en pacientes de origen africano), la tuberculosis (43 casos) y las infecciones de transmisión sexual (ITS, 90 casos, incluyendo 50 casos nuevos de infección por el VIH).

Refiere el doctor Cañas que eso concuerda con los datos oficiales recientes de la vigilancia epidemiológica en nuestra comunidad autónoma: aproximadamente un 25% de los nuevos casos de tuberculosis y un 23,7% de los nuevos diagnósticos de infección por el VIH en Andalucía se realizan en personas nacidas fuera de España.

Los inmigrantes residentes en nuestro país que viajan a sus países de nacimiento durante las vacaciones para visitar a sus familiares o amigos constituyen un subgrupo especial de viajeros conocidos por las siglas Vfrs, acrónimo del término inglés «visiting friends and relatives». En ellos confluyen unas circunstancias especiales que los hacen más vulnerables a adquirir enfermedades infecciosas durante el viaje, como la falsa sensación de una inmunidad duradera que les protege desde la infancia, una mayor duración de las estancias; el visitar con mayor frecuencia áreas rurales o remotas, y un mayor contacto con la población local y con sus condiciones de vida. Aunque aún constituyen una proporción baja de los viajeros atendidos en la unidad que coordina el doctor Cañas (4%, la mayoría de ellos africanos) la tendencia esperable es que aumenten en los próximos años.

«Es importante insistir —sigue— en que no todos los problemas de salud que puedan presentar los viajeros e inmigrantes y que motivan una consulta médica obedecen a una causa infecciosa o exótica. A veces el viaje es un epifenómeno temporal en la biografía del paciente que desencadena o desenmascara un problema previamente latente. Todos los médicos, independientemente del nivel asistencial en que trabajemos debemos habituarnos a preguntar a nuestros pacientes por los antecedentes de viajes intercontinentales, o, en el caso de los inmigrantes, por su país de procedencia y fecha de llegada a España. Del mismo modo, es importante que los pacientes que han realizado algún viaje reciente (en los 6 meses anteriores) fuera de nuestras fronteras se lo comuniquen al profesional que les atienda cuando consulten por un problema de salud. Todos tenemos que aprender y habituarnos a pensar de una forma más global».

No pasa por alto que las personas que sientan algún malestar de los descritos deben consultar inicialmente con su médico de Atención Primaria, el cual puede contactar con la unidad para su derivación, si lo estima oportuno.

No obstante, hay situaciones clínicas (como la fiebre elevada a la vuelta de un viaje, la diarrea con sangre, moco o pus en las heces o los problemas hemorrágicos a cualquier nivel ) que alarman al paciente y hacen que éste recurra directamente a los servicios de Urgencias, desde dónde pueden ingresarlo en el hospital o derivarlo a la unidad de Saud Internacional.

«En la actualidad —termina Elías Cañas— estamos trabajando con la Unidad de Salud Pública del Distrito Sanitario de Atención Primaria de Sevilla en la elaboración de una guía de atención a los inmigrantes y refugiados recién llegados a nuestro país».

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