Los Pajaritos, tras la última gran redada antidroga: «Aquí todo sigue igual o peor»
Vecinos próximos a la calle Gaviota denuncian que los narcotraficantes siguen utilizando los pisos francos donde la Policía Nacional detuvo el 10 de diciembre a 28 personas tras incautar droga y armamento de fuego con munición
Esto está igual o peor que en diciembre . Se sigue vendiendo y consumiendo droga en el mismo bloque donde hizo la Policía Nacional la redada . El que quiera comprobarlo, simplemente tiene que venirse a dar una vuelta por aquí, porque lo podrá ver con sus propios ojos. Puede venir a cualquier hora del día, porque a las cuatro y a las seis de la madrugada seguro que verá a gente haciendo cola en la puerta y entrando y saliendo como salen algunos, «que da miedo verlos» .
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El que habla es un vecino del barrio sevillano de Los Pajaritos , en concreto un residente próximo a la calle Gaviota , donde se localizarían los pisos francos en los que el pasado 10 de diciembre resultaron detenidas la mayoría de las 28 personas vinculadas presuntamente con una red de narcotráfico . El señalado con discreción es un bloque que hace esquina con la calle Flamenco y donde, en efecto, llama poderosamente la atención que parezca que siempre tiene que haber alguien en el portal , esperando para entrar o haciendo guardia junto a la farola .
Muro de ladrillos
Un muro de ladrillos coronado con una valla metálica y decorado con más pintadas apresuradas que grafitis separa este supuesto punto de venta de drogas de las pistas deportivas del aledaño colegio público Victoria Díez . «Esa esquina da miedo. Cuando no tengo más remedio que pasar por allí voy por la acera de enfrente y rapidito, sin mirar», confirma una residente en la zona, tan asustada que ruega que no se dé ninguna pista que la pueda señalar. «Es que usted se ha presentado como periodista, pero yo no sé realmente con quién estoy hablando», argumenta, antes de sentenciar sobre el barrio: «Aquí todo el mundo ve y calla» .
Los vecinos consultados por ABC de Sevilla denuncian principalmente la sensación de impunidad que se mantiene aun después de que más de un centenar de agentes se desplegaran hace ya casi cuatro meses por Los Pajaritos y se incautaran no sólo de diversas cantidades de heroína, cocaína y hachís, sino también de armas de fuego y munición. «Todos los que se llevaron a comisaría y al juzgado están ahora mismo en la calle» , aseguran, lamentando que tenga que esperarse a juicio antes de plantear cualquier medida de encarcelamiento.
Clan familiar
¿Y quiénes son esos supuestos narcotraficantes? En el vecindario apuntan a un clan familiar que habría asumido el suministro de droga para cientos de adictos que acuden a diario a este bloque, aunque nadie parece saber o se atreve a identificar a sus miembros. «Sinceramente ni sé quiénes están ahí dentro. Porque si ésos fueran unos pisos donde vivieran personas normales, pues uno podría conocer a fulanito o a menganito, pero es que no es el caso. Y ahora lo que se oye por aquí es que, los que estaban dentro, se han largado y que han venido otros a reemplazarlos», comenta otro vecino de Los Pajaritos, que da fe de que la siempre indiscreta presencia policial apenas intimida ya a los vendedores de droga.
«De vez en cuando pasan por aquí un par de policías jóvenes de la secreta camuflados, pero lo que es Policía Nacional, patrulleros con uniforme y los coches rotulados, no te creas que es tan habitual verlos», describe. El miedo principal de la «gente normal» del vecindario es a que en el momento más inopinado, de noche o incluso a plena luz del día , se pueda producir cualquier incidencia que derive en gran altercado donde salga a relucir algún arma .
No obstante, en general lo que detecta es un hartazgo absoluto por todas las servidumbres que arrastra el mercadeo de la droga y que algunos están prácticamente sufriendo a las puertas de su casa. «No hay derecho a tener que convivir con esto a diario» , subrayan los consultados. Algunos se dan con un canto en los dientes por residir en los puntos más alejados, bien hacia Virgen de la Candelaria o rozando ya la Avenida de Andalucía , aunque el trasiego de «jonkies» impide olvidar lo que sigue ocurriendo a mitad de calle.