19 de marzo - Día del Padre
Padres sevillanos que se desviven por sus hijos
Seis padres sevillanos comparten su experiencia ante los retos que trae consigo sacar a los hijos adelante
Muchos son los ejemplos de padres anónimos que consiguen, solos o en compañía de sus parejas, sacar a sus hijos adelante. Aunque no están todos los padres que lo son, ni son todos los que están, con gran esfuerzo consiguen alcanzar hitos familiares y superar obstáculos, y forman parte de esta breve muestra de ejemplos de vida dedicadas a los hijos.
Joaquín León
Joaquín León García es sevillano y tiene 88 años. Padre de cinco hijos, la pequeña (Lary) nació sin brazos y sin una pierna y actualmente es gerente de la Fundación Atresmedia. Para este padre, que todavía no ha perdido el acento de Sevilla «ni el corazón», ser padre es «ser un gran protector. Das mucho cariño, siempre quieres lo mejor para ellos y toda la vida debes estar pendiente». Se considera un padre que ha sido «muy luchador. Trabajador nato e incansable».
Por ver sonreír a su hija ha hecho «muchísimo» porque nació así: «Una bendición», dice. «Lary irradia paz, cariño y amor. Todo lo que hay bueno en este mundo lo irradia mi hija» y reconoce que ha llorado de felicidad al «ver en ella todo lo que se puede desear en la vida de un hijo». «No existen momentos duros. Sé que Lary lo conseguiría todo. Lo que llevaba dentro esa cría sabía que arrollaría», recuerda.
«Siempre sabía que iba a triunfar. Como fui el primer ser humano que trato con ella desde que nació por sus circunstancias... yo iba en un taxi y me miraba de una forma como dándome ánimos y queriéndome decir aquí estoy yo para cuidarte. Y es la verdad, porque no he encontrado en el mundo persona que haya hecho más por mí. Para mi hija desearía «el cielo. Todas las bienaventuranzas de la Iglesia y más todavía. Todo, todo, por encima de todo», señala.
A otros padres que tuvieran que pasar por lo mismo le aconsejaría «mucho amor. Es una auténtica bendición a quien le toque alguien así. Es un afortunado», afirma este sevillano que dejó su ciudad con 20 años cuando se fue a la mili, y ya no regresó, «aunque he ido muchas veces, pero mi vida ha estado en otro sitio porque quería luchar y ver mundo», dice. «Lary nos ha hecho feliz a mí y a toda la casa. En el fondo de cualquier felicidad siempre ha estado ella. El cauce que nos ha dado la vida nos lo ha dado ella».
Valentín García
Las redes sociales se convirtieron en arma de esperanza contra el cáncer de pulmón que sufre Valentín García. Hace meses que cuenta cómo afronta día a día su tratamiento médico, desde que puso en marcha el hashtag #YoMeCuro , terapia de optimismo puesta en marcha a través de las redes sociales para animar a otros enfermos. Lo que mucha gente no conoce es que el periodista además es padre de dos niños con discapacidad intelectual. «No me considero un padre coraje, pero hay quien me dice cosas similares por el hecho de que mis dos hijos son adoptados y tienen una discapacidad intelectual. ¡¡Pero ojo, son extraordinarios!! Su madre, con quien viven, sí que es una campeona», afirma.
Para el periodista, ser padre «es un estado, una condición, un inapelable y una maravilla que se activa cada día. Y la mayor responsabilidad y compromiso que podemos adquirir», afirma. «Por ver sonreír a sus hijos ha llegado a hacer «toda clase de tonterías pero sobre todo, ser muy paciente, mucho», y reconoce que fue «especialmente feliz» el día que los conoció. Reconoce que fue duro «cuando empezamos a ver claramente su discapacidad. Pero hoy ya no es nada que me entristezca», subraya.
El día de mañana desea para sus hijos «seguridad y que puedan encontrar un camino formativo que les facilite un desarrollo personal, profesional y social. Y que nunca les falte el amor alrededor» y aconseja a padres de hoy ante las mismas circunstancias que «tengan calma y paciencia infinita. Hay que aprender a ser padre, y si es de niños con dificultades hay que hacer un curso especial que en realidad dura toda la vida», añade.
José Luis Vázquez
A sus 42 años José Luis Vázquez es padre de Sofía y Abel, el niño de Marchena que tiene hiperplexia para el que lleva más de dos años pidiendo personal sanitario para su hijo sea atendido en la escuela y pueda ir al colegio. En la actualidad Abel, sigue sufriendo crisis de riesgo vital con frecuencia, entrando (afortunadamente no en todas) en parada, lo cual las hacen potencialmente peligrosas para su vida. Para este padre coraje, «ser padre es la experiencia más maravillosa que te puede ofrecer la vida. Valoras lo realmente importante dejando a un lado problemas cotidianos que antes tenían una mayor relevancia», afirma. «Hoy Abel es feliz, y eso recompensa con creces toda esta lucha que a día de hoy mantenemos su madre y yo con las distintas administraciones. Ese es nuestro objetivo, que sea feliz», reconoce..
José Luis Vázquez recuerda también cómo les cambió la vida, «de forma radical, pasamos de viajar mucho, a no poder ir al cine en los cinco años que tiene Abel. Si me preguntas si cambiaría algo si lo hubiese sabido, la respuesta es no. Claro que quería un hijo sin problemas, no lo niego, pero cada día que pasamos junto a él es un regalo, nos enseña a reír, a luchar, y a disfrutar de la vida con detalles que antes no hubiésemos reparado en ellos», señala. Reconoce que fue «especialmente feliz» el día que visitó a su segunda fisioterapeuta, ya que el primero les dijo que Abel nunca podría caminar, que mientras antes lo asimilaran mejor. La segunda, fue una visita a la desesperada, logró el milagro. Abel entró en mis brazos y salió de la mano, increíble", recuerda.
«El momento más duro como padre es cuando te meten en una habitación en el hospital y te dicen que posiblemente tu hijo no sobreviva a la noche. Les dije que se equivocaban, y así fue», afirma quien quiere para su hijo «simplemente que sea feliz. Que evolucione en medida de sus posibilidades, pero que si no llega a hacerlo al cien por cien, que sea porque no tenga capacidad para más por su afectación, no por falta de recursos. Esta sociedad tiene la obligación de hacer a estos niños más visibles, respetarlos y ser garantes de que prevalezcan sus derechos más fundamentales, pero como dije al principio, que sea feliz, porque así nosotros también lo seremos», añade.
Aprovecha también estas letras para consejar a los padres de niños con diversidad funcional a animarles«a luchar, ellos los necesitan, aunque esta lucha en más de una ocasión sea muy amarga. Nosotros hemos pasado de ser unos padres que no teníamos ni idea de que hacer, a formar parte del Patronato de la fundación AK Antonio Guerrero, de no saber cómo afrontar el problema de Abel, a ayudar y aconsejar a familias con problemas parecidos, y créeme es lo que más me reconforta como persona, por fin, ayudando a los demás he encontrado dar ese sentido que toda persona necesita en su vida. También les diría, que no se dejen engañar ni ningunear por el político de turno que le intentará convencer de que no hay presupuesto para cubrir las necesidades de su hijo. La vida de un niño no debe estar sujeta a ningún presupuesto", subraya.
Javier García
Javier García tiene 39 años y es padre de dos hijos . Su hijo Eduardo lleva seis años de tratamiento de un cáncer, actualmente en el Hospital de la Paz. «Ser padre es una gran responsabilidad por todo lo que conlleva, pero disfrutar de tus hijos es de los mejores regalos de la vida», asegura. Tampoco se considera padre coraje, ya que «cualquier padre que viva una experiencia parecida saca lo mejor para ayudar y dedicarle la máxima atención a su hijo», dice.
Por ver sonreír a su hijo confiesa que «después de unos malos resultados de una prueba nos hemos ido a ver el estreno de una película que Eduardo tenía muchas ganas de ver». Con un diagnóstico así «cambia totalmente tu vida y nunca vuelve a ser la misma persona que antes del diagnóstico. Sabes relativizar y darle prioridad a las cosas importantes de la vida y sobre todo quieres ayudar a personas que empiezan a vivir lo que tú has pasado», añade.
Recuerda también que unos de los días más felices fue el día de su operación, «El médico nos dijo que era muy complicada la intervención, estaría en quirófano muchísimas horas y podría tener muchas secuelas por la dificultad de acceso al tumor. Una vez abierto fueron pocas horas y no tuvo complicaciones ni secuelas», añade. Sin embargo también hay momentos duros, «cuando te dicen los médicos que ha recaído, en ese momento sabes por todo lo que te debes enfrenta de nuevo. Es mucho peor que la primera vez que te dicen que tiene cáncer», añade quien desea que su hijo «se cure y que sea muy feliz en la vida».
Javier García aconseja a los padres que se encuentren en situación parecida que «nunca bajen los brazos, le deben trasmitir alegría aunque vivas momentos muy duros, porque el estado de ánimo ayuda, dedicarle el máximo tiempo, disfrutar con cualquier cosa que hagan y que nunca pierdan la Esperanza», señala.
José Molina
José Molina es vecino de las Tres Mil Viviendas y trabaja como conserje en Factoría Cultural. A sus 51 años es padre de tres hijos que actualmente tienen 22, 20 y 16 años. No se considera un padre coraje, «soy gitano, vivo en el barrio y gracias a Dios hoy tengo una vida un poco mejor. El mediano es informático y consiguió una beca y está trabajando en una empresa informática y el mayor está acabando sus estudios universitarios de Magisterio», afirma.
«Mi compañera durante quince años se quiso separar y llevó con ella a mi hija pequeña y yo me quedé con los dos niños de 11 y 13 años entonces. No tenía trabajo ni nada y fui buscándome la vida como pude. Hay gente que entiende que soy padre coraje porque he llevado a mis hijos bien".
«Ser padre es volcarse sobre los hijos y darles todo lo que tienes por ello. servirles, ya que los has tenido, la responsabilidad de tenerlos bien, darles lo necesario y llevarlos por el mejor camino. En este caso la diferencia está en el barrio, porque es más difícil conseguir lo que he conseguido de alguna manera. En el barrio hay de todo, pero hay muy pocos que han conseguido lo que han conseguido mis hijos, es muy difícil. En la Universidad unos de los poquísimos gitanos que hay del barrio son mis hijos«, señala.
«Para mi ha sido algo natural hacer lo que he hecho por mis hijos. He dado todo por mis hijos, me lo he quitado de mi boca para dárselo a ellos. No he tenido ayuda. He estado solo para educar a mis hijos. Hemos tenido mucha lucha. También tristeza porque el mayor tuvo un cáncer y lo han operado de una pierna. Estuvo dos años con el tratamiento«, recuerda. «He sido madre y padre. La separacion fue uno de los momentos más duros porque me quedé sin nada y los niños no lo pasaron bien. Siempre he sido vendedor ambulante de bisutería en mercadillos hasta que entré a trabajar en Factoría hace unos 9 meses», dice. José Molina aconseja a padres en situación parecida «que tuvieran mucho cuidado y que vigilaran mucho a sus hijos a ver con quiénes se juntan, porque las compañías son muy importante».
Sergio Sáez Caro
Sergio Sáez Caro tiene 45 años y dos hijas mellizas de 4 años. Hace cinco años empezó a perder visión por diabetes. Su discapacidad no es una barrera insuperable para ejercer la paternidad, ya que «ser padre es la mejor experiencia que he tenido jamás, desde el primer momento ha cubierto todas las espectativas que me imaginaba», dice.
«No me considero un padre coraje, hay padres que que deberían tener ese título, ya sea por temas médicos de algún ojo o bien por no tener medios para subsistir económicamente. Ellos sí son unos padres corajes, yo sólo tengo una enfermedad que me limita en algunos aspectos, pero con el apoyo de mi mujer y de la ONCE se puede llevar», añade.
Sergio Saez afirma que su enfermedad «está actualmente estabilizada, mantengo resto visual que me permite seguir mi vida familiar y laboral. De hecho he sido nombrado recientemente Jefe del departamento de coordinación de Recursos Generales y Humanos en la dirección de zona de la ONCE en Cádiz», añade.
Consciente de que en cualquier momento puede empeorar y «perder el resto visual que me queda, intento vivir al día y disfrutar de mis hijas ahora, la cara de mis hijas ya las tengo grabadas a fuego en mi mente», añade. «Lla sonrrisa de mis hijas es la mejor medicina, y mi mujer y yo intentamos educarlas en un ambiente alegre y saludable. Ya puedo tener el días más terrible que cuando llego a casa y se me tiran en los brazos se me olvida todo, hay que disfrutar esos pequeños momentos», narra.
Lo peor en los primeros momentos «fue impactante pero con la ayuda de mi mujer lo fui superando, de hecho decidimos tener hijos cuando me diagnosticaron. En el aspecto laboral igual, se me truncó mis espectativas laborales, pero con la ayuda de la ONCE he podido relanzar mi carrera profesional». Afirma que el día más feliz de mi vida «fue el día que estaba sentado con mi mujer en la consulta de la ginecóloga y nos dijo que estaba embarazada de mellizas», reconoce. «Cómo cualquier padre primerizo, fue el primer minuto en que eres padre y te entregan a tu hija llorando por miedo y hambre, y no sabes cómo actuar, en mi caso peor porque fueron las dos a la vez. A partir de ese momento ya no te da tiempo de pensar», dice.
Para ellas solamente desea «que sean felices y sbuenas personas, lo demás nada importa». A personas que se encuentren en su misma situación les aconseja que «no tengan miedo, el tener algún problema visual no impedita en la crianza de un hijo, a su lado seguramente habrá mucha gente que le ayudará, no hay ningún problema en pedir ayuda». «Agradezco a mi mujer el apoyo que tengo, sin ella no sería igual, ella si que es en estos momentos una madre coraje», añade.
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