Religión
Los Padres Blancos Misioneros de África abandonan Sevilla por la falta de vocaciones
La comunidad religiosa, ya con sólo tres miembros, vende su casa en el barrio del Porvenir 56 años después
Sevilla despide a otra comunidad de religiosos. Hoy se hace efectivo el contrato de compraventa de la casa que los Padres Blancos Misioneros de África llevan habitando en el barrio del Porvenir desde hace más de medio siglo. Aunque los tres religiosos que quedan en la ciudad seguirán hasta final de mes en la vivienda de la calle Montevideo, 35, la orden se irá de la ciudad para siempre por el envejecimiento de sus miembros y la falta de vocaciones.
Según explicó a ABC el superior de la comunidad en Sevilla, el padre Cesáreo Hoyuela Torre, cuando llegaron a la ciudad hace 56 años «esto era una casa de animación misionera cuyos miembros éramos jóvenes y que trabajábamos para que hubiera vocaciones y medios para nuestra actividad en África». Sin embargo, «ahora la mayoría vamos siendo mayores y bastantes de entre nosotros estamos ya enfermos. Como tenemos varias comunidades en España —Madrid, Pamplona, Benicásim o Roquetas de Mar— necesitamos reducir las casas porque no podemos mantenerla por la falta de gente joven y por nuestra edad».
El religioso achaca esta circunstancia a la situación general que se vive en toda Europa: «Las congregaciones misioneras nos vamos haciendo mayores, pero eso no quiere decir que estemos desapareciendo. Tenemos muchas vocaciones en los países donde actuamos. En África hay más de 500 jóvenes en formación. Han pasado de Europa y América a África. Aquí el personal que tenemos autóctono va envejeciendo».
El superior de la orden es originario de Cantabria, pero lleva vinculado a Sevilla desde que se puso en marcha la casa de animación en los años 60, aunque ha pasado distintas épocas. «Vine siendo joven, estuve cuatro años pero volví a África. Luego me trajeron otra temporada a Sevilla cuando estaba aún joven y volví a marcharme. La tercera etapa ha sido desde 2012 hasta ahora, ya con mis compañeros mayores y enfermos que, en mi caso, como tengo buena salud, me necesitaban para hacerme cargo», comentó el padre Cesáreo a este periódico.
En la capital andaluza, hasta hace pocas fechas, eran cinco los religiosos que habitaban la casa de la calle Montevideo, pero dos comenzaron a marcharse a otras comunidades hasta que, en estos momentos, quedan sólo tres personas . De esos cinco, tres irán a Benicásim, otro a Madrid y otro a Roquetas de Mar, donde los misioneros tienen un proyecto de animación para los inmigrantes venidos de África. «Es de las comunidades más activas», apunta el superior en Sevilla de esta orden que tiene repartidos por todo el mundo a 1.200 religiosos.
«Nos vamos con pena»
El padre Cesáreo explica que «estaba previsto que entregáramos la casa el 15 de este mes —por hoy—, pero nos han pedido que prolonguemos nuestra estancia a final de mes. Hemos vendido la casa». La comunidad, que lleva medio siglo viviendo en Sevilla y colaborando con la parroquia de San Sebastián y la hermandad de la Paz , dice adiós a la ciudad con pena. «Esta zona donde estamos, en la Archidiócesis de Sevilla, y particularmente en El Porvenir, lo está sintiendo mucho —afirmó el padre—. Nosotros estábamos muy a gusto aquí». El padre Cesáreo Hoyuela asegura que su marcha de Sevilla y la venta de la casa de la calle Montevideo lo han hecho «informando en todo momento al arzobispo». «Todo el mundo lo siente mucho, pero lo entiende», indicó a ABC.
Como mensaje de despedida para esta ciudad en la que han vivido durante 56 años y donde han encontrado ayuda y cariño, el superior de los Padres Blanco Misioneros de África en la capital hispalense dijo que «el tiempo que hemos podido pasar aquí nos hemos encontrado a gusto y muy bien acogidos. Tenemos sobre todo un sentido de Iglesia, y la Iglesia es universal. A cualquier lugar donde vayamos nos encontraremos en nuestra casa . No abandonamos a nadie, vivimos la comunión de los santos: todos en el mismo objetivo de anunciar el Evangelio».
Se marchan ellos y el proyecto acaba. Medio siglo animando vocaciones hasta que la sociedad actual ha dejado de ser sensible con estos movimientos que en los países más necesitados hacen una labor absolutamente desconocida. «No mantendremos ningún proyecto activo en Sevilla, salvo alguna circunstancia especial por la que pasemos por aquí».