El rincón de...
Pablo Juliá: «La foto de María Jiménez hizo más por el referéndum que otras proclamas políticas»
Su primera cámara fue una Yasica japonesa que le regaló un maestro jesuita
Quiso ser director de cine tras ver «Ciudadano Kane». Pero le cupo la gloria de plasmar la transición en fotos que hablaban solas. Hoy las expone en la Casa de la Provincia. También está la de la tortilla…
¿Recuerda su primera foto?
Mi primera foto es un ejercicio puramente surrealista de mi amigo Enrique Aguirre, pintor gaditano muy conocido, en la playa de Cádiz.
¿Cómo era aquella foto?
Enrique besa apasionadamente a una muñeca desgreñada, ajada y rota, tumbada en la arena de un invierno frío en la playa de Cádiz.
La Yasica que le regala su maestro jesuita despierta su vocación por el cine, por ser peliculero, como en Cádiz le llaman a los directores.
Por Ciudadano Kane yo quise ser peliculero. La vi con mi amigo Enrique. No entendimos nada. Pero yo quedé subyugado con la narrativa de Orson Wells, con aquellos planos desde abajo y angulados.
¿Es cierto que imbuido de aquel entusiasmo juvenil y cinematográfico se iba con su hermana y sus amigos al cementerio a hacer fotos de cuarto milenio?
(Risas) Efectivamente. Había que buscar motivos fuera de lo común, extraños, en plena dinámica surrealista en la Cádiz de los años sesenta. Y sí, le hice a mi hermana unas fotos en las tumbas del cementerio.
Pero jamás se fue a Madrid a estudiar cine. ¿Por qué?
A los gaditanos entonces Madrid nos pillaba muy lejos y mi padre se empeñó en que hiciera Medicina. Y no me iba a poner con un caballito de cartón en mitad de la plaza de San Juan de Dios a hacer fotos a los marineros y a las chachas. Me viene para Sevilla a estudiar.
En no más de un mes en la facultad de Sevilla se hace amigo de Felipe González que lo llevaba a ver parir las vacas a Bellavista.
Exacto. Ellos fueron como mis hermanos mayores, me acogen y protegen, me orientan como al hermano pequeño.
Y creo que de la pensión de Ximénez de Enciso donde usted se alojaba lo sacó Manuel Chaves, impresionado por el olor que allí se respiraba.
(Risas) Aquello olía a zotal. Y cuando los invité a tomar té en el infiernillo de la pensión, huyeron despavoridos. Me aconsejaron a salir de allí. Y Luís Yáñez me alojó en su casa.
Fue un fotógrafo de acogida. Porque vivió en las casas de casi todos los que aparecen en la foto de la tortilla.
(Risas)Es verdad. En la casa de Josele Amores, en la de Carmeli y Luis Yáñez, en la de Felipe donde vivía Juan Alarcón.
Por cierto, esa foto no la pudo hacer usted, porque aparece entre el paisanaje. ¿Quién la hizo?
El autor material es Manuel del Valle, que es quien aprieta el botón. Y el autor intelectual fui yo, porque le preparo mi cámara: distancia, luz. diafragma y tiempo, para que la pudiera hacer.
Gracias a las conexiones de aquellos cachorros del socialismo andaluz usted comienza a colocar fotos en revistas de curso legal y en las clandestinas. Se acabó el olor a zotal, ¿verdad?
Afortunadamente. Y pude trabajar además de en medios socialistas en revistas regionales y nacionales. Inolvidables las revistas «Torneo», «Tierras del Sur» y «Cambio 16»
¿Es leyenda urbana que Felipe es quien le recomienda que abandone la política y se dedique solo a la fotografía?
Es absolutamente real. Felipe me aconseja que me dedique a la fotografía que es de lo que sé y me dice que deje la política que para eso estaba él y no me veía muchas facultades.
Rescatemos algunas de sus fotografías de la transición. Cuénteme qué es Milenials.
Es mi foto preferida de la transición. En un banco hay una serie de chavales besándose, fumando, charlando y ninguno de ellos tiene un móvil en las manos. Eso hoy es imposible y sería la foto de otros tiempos…
Emigrantes.
Un emigrante, en plena década de los ochenta, le está pasando una maleta en la estación de Córdoba, a otro compañero que se van a la vendimia francesa. Me acompañaba el inolvidable Atín Aya. Y la maleta iba atada con cuerdas. Es una imagen del pasado que se reactualizaba en los ochenta.
María Jiménez.
Fue un escándalo. La fotografío bailando y con la ropa interior a la vista. Creo que ella hizo por el referéndum más que alguna proclama política. De piernas estaba muchísimo mejor que Messi.
El David de los astillero.
Inmerso en el humo de los astilleros de Puerto Real aparece una imagen muy plástica, de un David contra un Goliat (la policía) con una honda en la mano y que parece bailar en la compañía de Nureyev.
Silvio y los guardacoches.
(Risas) Es muy de mañana, estamos en la Alameda, llueve a cántaros y Silvio, junto cono Kiko, Raimundo, Pive Amador, El Pájaro y Antoñito Smash, besa apasionadamente a un guardacoches. Esa foto resume la fuerza del rock sevillano.
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