Otros «Dionis» que cruzaron el charco
La huida al Caribe o a Sudamérica es un recurso habitual entre empresarios y pícaros con graves problemas judiciales
La ruta caribeña seguida por «el Dioni de Almensilla» para huir de la Justicia ya fue emprendida con dispar éxito por otros famosos prófugos. De hecho, algunos siguen hoy en busca y captura, como Andrés Liétor , empresario condenados en el «caso Malaya» (a cuatro años y cuatro meses de prisión, por cohecho) y que se presume que podría estar afincado en Santo Domingo , la capital de República Dominicana.
Otro industrial, Antonio Herrera, más conocido como « el jamonero de Trevélez », también acabó poniendo rumbo a la antigua isla de La Española después de que se lo tragara la tierra en octubre de 2004. Tras de sí dejó a más de 200 familias alpujarreñas estafadas y un agujero que rondaba los 25 millones de euros. Antes de disfrutar de las cálidas aguas caribeñas, la Policía Nacional cree que «el rey del jamón» paseó por un país del Este con una amante y más de seis millones de euros.
Desde República Dominicana, Herrera aseguró en una entrevista que la mafia rusa quería matarlo y que había pasado por Alemania y Panamá . Todo terminó el 12 de diciembre de 2007, cuando «el jamonero de Trevélez» fue detenido por orden de la Interpol y puesto a disposición de las autoridades dominicanas, que ordenaron su expulsión y entrega inmediata a España, aterrizando un día después en la antigua Barajas a primera hora de la tarde y siendo trasladado a Órgiva para prestar declaración judicial.
Herrera, ex director de una sucursal bancaria, brindaba beneficios del 16% anual a los que quisieran invertir en jamones que en realidad no acababa comprando el exprófugo, que utilizaba el dinero para comprar inmuebles. Cuando los inversores pedían la devolución del principal más los intereses, los persuadía para que reinvirtieran el capital en su entramado empresarial, que fue de cabeza a la quiebra. Y a aquellos que dudaban de su palabra, les libraba cheques y pagarés sin fondos , justificando los impagos en atrasos de sus acreedores.
El jamonero acabó siendo condenado en mayo de 2009 por la Audiencia de Granada a 11 años y cinco meses de cárcel más una multa de 807.200 euros, tras acordar con la Fiscalía reconocerse como autor de la larga ristra de delitos que se le imputaban.
Otro que dio el salto caribeño huyendo de la Justicia fue el ex concejal marbellí Juan Antonio Yagüe , hermano de la exalcaldesa Marisol Yagüe, fugado a Venezuela en noviembre de 2006 tras ser condenado a un año de cárcel –junto a otros seis ex ediles– por autorizar en 1999 la construcción en zona verde de 150 viviendas, garajes y locales. Dos años y medio duró la escapada del hermano de Yagüe: el 29 de mayo de 2009 volaba desde Caracas hasta Madrid con salvoconducto tras solicitar al Consulado luz verde para entregarse e ingresar en prisión. Por cierto, sigue en paradero desconocido Carlos Fernández , el también condenado ex concejal marbellí y antiguo parlamentario del PA al que se le perdió la pista en el aeropuerto argentino de Ezeiza .
Más espectacular si cabe resulta el caso de Jenaro Jiménez , empresario de Cádiz desaparecido el 13 de abril de 2008 mientras practicaba por primera vez en su vida pesca submarina en Tarifa . El 12 de agosto de 2009 era detenido en el aeropuerto Adolfo Suárez nada más desembarcar en un vuelo de Brasil, confirmándose la sospechas policiales: Jiménez resucitó en Paraguay sin las deudas que arrastraba y bajo la falsa identidad de « Álvaro Domecq », llegando a enamorar a una joven miss comarcal con la que llegó a tener una niña a la que le puso el nombre de su esposa gaditana.
En Sevilla, uno de los tres participantes en el asesinato en 1974 del marqués de Valencina, Rafael Solís-Beaumont y Atienza (asfixiado con su pañuelo en un piso en la calle Virgen de la Antigua), huyó a Sudamérica y no pudo ser juzgado hasta finales de aquella década cuando, por problemas de salud, optó por regresar a España para operarse . Sin levantarse del banquillo de los acusados debido a una hemiplegia, admitió que organizaron una fiesta con el único objetivo de matar al cliente más pudiente que encontraran en la antigua cafetería Milord de Plaza de Cuba, para deshacerse del cadáver y robarle 750.000 pesetas falsificando su firma en un par de cheques.
En realidad, en aquella época en la que aún regían las fronteras en la vieja Europa, no era necesario cruzar el charco para eludir la acción de la Justicia. El difunto José María Ruiz Mateos se fugó a Londres en 1982 nada más expropiarle Rumasa el Estado, y no se le pudo echar el guante hasta tres años más tarde, cuando puso el pie en el aeropuerto de Frankfurt.
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