Salud
Nochevieja en el Virgen del Rocío de Sevilla: comas etílicos y heridas por reyertas y cuchillos jamoneros
Unas 600 personas acabarán la primera noche de 2020 en las Urgencias del mayor hospital de Andalucía. Las borracheras, muchas de ellas de menores de edad, lo que más apena a los 500 profesionales que estarán de guardia para atenderles
Las ocho mil llaves del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla
Si las estadísticas del pasado año se repiten, casi seiscientas personas acabarán esta Nochevieja en las Urgencias del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, el centro de salud más grande de Andalucía y uno de los cinco mayores de España. De este número, casi trescientas lo harán en el Hospital General, unas ciento treinta en el Hospital de Trauma, cerca de cincuenta en el Hospital de la Mujer y unas 125 en el Hospital Infantil.
A diferencia de cualquier otra noche del año, excepción hecha de Nochebuena (el año pasado ingresaron 730 personas el 25 de diciembre), prácticamente todas esas urgencias se ajustarán a lo que indica la RAE en la quinta acepción de esta palabra: « sección de los hospitales en que se atiende a los enfermos y heridos graves que necesitan cuidados médicos inmediatos ».
Un estudio interno del hospital precisa que apenas el 20 por ciento de las personas que llegan a Urgencias cumplen con esta definición. « Estamos acostumbrados a recibir en este servicio un buen número de patologías leves o no graves que deberían ir por el cauce ordinario de un centro de salud, pero ninguna de las personas que nos llegan en Nochebuena o en Nochevieja vienen al hospital si no necesitan cuidados médicos inmediatos», reconoce Felipe P areja, jefe de Cirugía de Urgencias y máximo responsable esta noche del Hospital Virgen del Rocío.
Este profesional lleva 25 trabajando en este centro y no será la primera Nochevieja en la que cumple esta función. « Me ha tocado esta guardia y la de Nochebuena otras veces como cirujano y en una de ellas llegamos a hacer un trasplante de hígado de un donante que falleció esa noche por un accidente de tráfico», comenta.
Una vida que se pierde en un instante, por un despiste o una negligencia, propia o ajena, y otra que, gracias a una copa de más o a una mirada indebida a un teléfono móvil, renace de repente desde la cama agonizante de cualquier hospital. Paradojas del destino, como dice la enfermera Susana Fuentes, natural de Lebrija, que también hará guardia esta noche en el Virgen del Rocío. «R epito otra vez guardia y me acuerdo de una en la que nos llegó un chico muy joven al que no pudimos salvar la vida tras un accidente de tráfico. Sus familiares donaron sus órganos y se hizo el trasplante. Fue una noche catastrófica para una familia y salvadora para otra, que ninguna de ellas olvidarán».
Aunque los accidentes son, por desgracia, habituales las noches de los viernes y los sábados en cualquier gran capital española, la Nochevieja no destaca especialmente por esta cuestión. « Suele ser un día más tranquilo de lo habitual en el hospital porque la gente no viene a Urgencias si no está realmente mal», cuenta Parejo.
La cosa empieza a cambiar, sin embargo, a partir de las tres de la madrugada. «Entre las tres y las cuatro empieza a llegarnos gen te. Hay todo tipo de patologías pero son frecuentes las heridas por reyertas o las lesiones por caídas o accidentes», dice el jefe de Cirugía. Un poco más tarde suelen aparecer las intoxicaciones etílicas, más frecuentes que cualquier otra noche del año porque el alcohol es el rey de la Nochevieja y su reinado suele dejar una nutrida cuota de damnificados, especialmente entre los jóvenes.
Susana Fuentes: «He visto niños de 13 años llegar con un coma etílico y esto te pone muy mal cuerpo. No hay conciencia del problema del alcoholismo juvenil»
«A partir de las cuatro de la mañana nos llega mucha gente borracha y muchos son menores de edad. He visto niños de 14 años con coma etílico, incluso alguno de 13 y esto te pone muy mal cuerpo», cuenta Susana Fuentes. «Algunos llegan en estado comatoso y la mayoría vienen solos, sin sus amigos. Los ponen en un taxi por miedo a que los descubran y los traen aquí. A veces los trae la Policía Local si los encuentra tirados en la calle. Nosotros tenemos que llamar a los padres y es una pena que esto ocurra. No hay conciencia del problema del alcoholismo juvenil», lamenta.
Manuel Ramírez , 54 años y administrativo del Virgen del Rocío desde hace 30, será la primera persona que recibirá a los pacientes o familiares que lleguen al hospital la primera noche de 2020. «Es habitual que nos lleguen grupos de chavalitas con tacones y vestidos imposibles diciendo que ninguna ha bebido nada y que alguien les han echado algo en el vaso. Me refiero a niñas y niños con 14 años —advierte— y las madres que vienen a buscarlos dicen que sus hijos nunca beben y que seguramente algo les habrá sentado mal. Si se afrontara el alcoholismo que hay en nuestra sociedad , nos llegarían muchos menos comas etílicos de jóvenes al hospital», dice.
No todo en Nochevieja son borracheras o comas etílicos que podrían evitarse. «Recuerdo una en la que tuvimos que operar dos cosas muy poco habituales antes de las uvas y después de las uvas», cuenta Felipe Pareja. «Nos suelen entrar cuatro o cinco perforaciones de esófago en todo el año en el Virgen del Rocío y nos entró una a las nueve de la noche. Terminamos de operar a un señor con esta grave lesión justo antes de las uvas, hacia las doce menos cuarto, y poco después de tomárnoslas llegó un caso muy parecido. Tuvimos la última del año y la primera del siguiente en la misma guardia. Son cirugías muy complejas », añade.
Estas dos operaciones salvaron la vida de estas dos personas que entraron por Urgencias en Nochevieja pero hay muchas personas hospitalizadas que ingresaron días o semanas antes y que no pueden tomarse las uvas en su casa con su familia. «Entre los compañeros nos repartimos, como si fuéramos a comer a casa de alguien, y uno trae el primer plato, otro el segundo y otro el postre. Tenemos de todo, hasta nuestro vino, aunque no podemos beber mucho lógicamente, y vamos habitación por habitación felicitando a nuestros pacientes », cuenta Susana Fuentes, que lleva 5 años en trasplantes renales y es madre de dos niñas de 13 y 11 años.
Muchos de estos profesionales hacen un esfuerzo extra que no forma parte de sus funciones para agradar a todos sus pacientes en una noche tan señalada. « Llevamos hasta nuestras diademas de reno con nuestros pendientes de árbol de Navidad para crear un clima lo más navideño y bonito posible. También cantamos villancicos a los enfermos y, aunque desafinamos un poco, a ellos les suele encantar. Nos perdonan todo y valoran nuestra intención».
Esta enfermera lebrijana comenta que hay algunos pacientes que están completamente solos. « Se ponen muy cariñosos y nos dan muchos abrazos. A veces se pasan un poco con el cariño pero esa noche lo entendemos y procuramos hacer la vista gorda».
Un paciente de diálisis le pidió una Nochevieja a Susana Fuentes que se casara con él. «Algunos están muy solos y a veces se ponen demasiado cariñosos pero esa noche procuramos hacer la vista gorda»
Recuerda Susana que un paciente de diálisis le pidió matrimonio una Nochevieja. « Le informé de que estaba casada y me dijo que esperaría . A los familiares los dejamos que se tomen las uvas en la habitación con sus pacientes. Somos tolerantes esa noche con los horarios de visita», dice. Quien las tenga.
Andrés Maya , auxiliar de enfermería de Medicina Interna, sostiene que «la mejor medicina es una sonrisa» y anuncia que cantará sevillanas y flamenquito a los pacientes esta noche, cuando sus obligaciones lo permitan. Este profesional utrerano de 43 años dice que cantar es bueno todo el año, sean villancicos o rumbas, y que « si es posible, le intentaremos a alguno cambiar esta noche el clamoxil por un poco de champán », bromea.
Los quinientos profesionales que harán guardia esta noche celebrarán también la Nochevieja lejos de sus familias pero en un buen ambiente de trabajo. «Hacemos pandillas por especialidades . Los quirúrgicos cenan con los anestesistas y la guardia de trauma suele cenar con los cirujanos plásticos y los maxilofaciales y los anestesistas de trauma. No es raro que en algún momento de la noche nos busquemos las distintas pandillas para vernos y saludarnos, si la situación asistencial lo permite y no hay urgencias que atender . Aunque se mantienen turnos para atender cualquier emergencia que pueda llegar, solemos encontrar ese ratito para vernos todos e incluso tomar las uvas», cuenta Felipe Pareja, máximo responsable del Virgen del Rocío esta Nochevieja.
«En el ámbito de Enfermería y Cuidados Intensivos también tratan de organizarse para poder hacerlo. Echamos de menos a la familia pero estamos acostumbrados y nos adaptamos. Recuerdo que una Nochevieja, al abrir una botella de champán, el tapón golpeó el detector de humo y se activó la alarma y se presentaron los vigilantes de seguridad para saber si estábamos fumando. No pudieron detenernos», bromea este cirujano.
Andrés Maya: «Cantaremos villancicos y flamenquito porque la mejor medicina es una sonrisa. Si podemos, cambiaremos el clamoxil por un poco de champán»
Manuel Ramírez , administrativo de Admisión, reconoce que sufre mucho cuando llegan esa noche al hospital personas muy mayores en los últimos días de su vida. El frío suele agravar sus dolencias , engrasadas y engordadas con el peso de los años y el deterioro lento, irreversible, de sus órganos. «Desde que trabajo aquí, hace más de treinta años, se ha notado mucho el envejecimiento de la población . Conozco a vecinos míos de Bellavista que han llegado aquí con su padre o su madre para morirse en el hospital. Cada vez llegan más casos al hospital. Si no hay cama en Paliativos les habilitamos en alguna salita a los familiares en Observación y allí están de una manera más privada . Se van cambiando de salita, dentro de Urgencias», comenta.
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