La noche más mágica para los Reyes Magos de Sevilla

Francisco Galnares, Joaquín Moeckel y Juan Espadas encarnan este año a sus Majestades de Oriente

Francisco Galnares, Rey Melchor; Joaquín Moeckel, Rey Gaspar y Juan Espadas, Rey Baltasar ROCIO RUZ

CRISTINA AGUILAR

Francisco Galnares, Rey Melchor

Francisco Galnares González (Sevilla, 1959) conserva estos días en su rostro la ilusión que vivió en torno a los Reyes Magos cuando aún por su mente no pasaba el ser un reconocido empresario del sector automovilístico. Este hombre de negocios desborda nerviosismo en sus gestos, en su forma de hablar, en su sonrisa. Con la inquietud y la responsabilidad de encarnar al Rey Melchor la tarde del 5 de enero por las calles de Sevilla, abre la llave del cofre de sus recuerdos familiares. Vivencias que atesora como diamantes de incalculable valor. Experiencias, la de la ilusión, el esfuerzo y la voluntad que, en gran medida, han contribuido a formar su personalidad.

Es su familia la que, con gran agitación, lo anima estos días y lo alienta a ponerse más o menos ropa para no pasar frío la tarde de Reyes, a comer tal o cual cosa para no tener hambre y a que no pare de lanzar caramelos y regalos. «En casa se preocupan por mí, la que más nerviosa está es mi hija mayor. Aunque es indudable que lo estamos llevando con gran emoción y alegría, disfrutando muchísimo».

Acto de proclamación de los Reyes Magos en el Ateneo ROCIO RUZ

En la carroza se hará acompañar por sus familiares. Según detalla, irán su mujer y los trece nietos de su padre, entre los que están sus cuatro hijos. Lanzará siete toneladas de caramelos blandos , tal y como le recomendó el Ateneo de Sevilla y, además, pelotas con el logotipo del Centenario de la Cabalgata que llevarán la palabra «Melchor».

Este sevillano de 57 años nació en Manuel Siurot, donde vivió su infancia y su juventud. Tras realizar la carrera de Ingeniería Industrial, se marchó a Estados Unidos a trabajar hasta el año 1989, cuando su padre le pidió que se hiciera cargo de la empresa familiar. Desde entonces es gerente de Syrsa Renault.

A la hora de rememorar la fantasía que ha vivido siempre con esta fiesta, no puede evitar volver la vista atrás. Cuando su colegio, el Portaceli, cerraba por Navidad, se trasladaba con su familia, tíos y primos a la finca que su abuela tenía cerca de Carmona. Sólo salían de allí para ver la Cabalgata de Reyes Magos, cita ineludible para la familia Galnares. « Los veíamos desde el balcón de una oficina . Era curioso porque, al estar en alto, observabas perfectamente el paso del cortejo pero no nos llegaban los caramelos. Sin embargo, cuando pasaba el Rey Mago, mi padre nos los lanzaba desde el balón contiguo. Era como si de pronto la magia cobrara sentido, nos llovían caramelos del cielo únicamente cuando pasaba el Rey».

En su casa era tradición escribir una extensa carta a Sus Majestades. «Mis padres me decían que eran los Reyes los que decidían qué me iban a traer , con lo cual las cartas eran larguísimas. En ellas explicaba lo que quería, agradecía lo que pudiesen dejar y les recordaba lo bueno que había sido». Aunque, en este sentido, Francisco Galnares pecaba de indulgente consigo mismo. «La verdad es que fui mejor estudiante en la Universidad, cuando ya tienes conciencia que los estudios son lo más importante, que de pequeño, cuando únicamente pensaba en jugar y pasármelo bien», asegura.

El Scalextric fue, como reconoce, el regalo que más ilusión le hizo. Tenía entonces 12 años. «Hasta entonces, los Reyes nos habían traído bicicletas, disfraces y juegos de mesa, pero el Scalextric fue el primer regalo eléctrico y ¡encima podíamos hacer carreras de coches! Además, lo agrandábamos cada 6 de enero porque pedíamos más pistas. La última vez que lo monté con mis hermanos tenía 25 años, dio mucho de sí».

Aficionado hasta la médula del Real Betis Balompié, la equipación de fútbol de este equipo fue siempre otro regalo que recibía con mucho agrado.

No obstante, si tiene que poner en una balanza los momentos vividos en los días de Reyes Magos, su experiencia como padre cobra gran protagonismo. El Melchor de Sevilla de este 2017 admite que siempre fue muy previsor, encargando los regalos con muchísima antelación . «Eso sí, raro era el año que no estaba hasta las cinco de la mañana montando los Playmobil para mis hijos. El mundo de las construcciones nos costó muchas horas de sueño (ríe)». Pero el resultado, según cuenta, era magnífico. «La ilusión es infinitamente mayor cuando ves sus caras por la mañana al descubrir los regalos. Momentos que tengo grabados de todos los años. Me escondía en el salón y enfocaba sus caras al abrir la puerta del salón. Era muy emocionante para todos».

Cuando el Ateneo le propuso ser Rey Mago, pensó que le parecería una maravilla fuera cual fuera el que le asignasen. Así, asegura que ya le ha cogido cariño a Melchor, le gusta, y llevando su corona reflexiona sobre lo que desea para la ciudad: «El Rey Melchor es el que trae oro, por lo tanto, espero que reparta prosperidad y que se recuperen las trágicas cifras de desempleo que azotan a Andalucía. Y en el plano personal -añade-, salud para los enfermos y que ningún niño se quede con el zapato vacío el día de Reyes Magos».

Joaquín Moeckel, Rey Gaspar

El Rey favorito de Joaquín G. Moeckel Gil (Sevilla, 1966) fue siempre Baltasar, pero cuando el Ateneo lo llamó a filas, quiso meterse en la piel de Gaspar como «guiño» a su padre, Otto Moeckel, para quien la figura de este Rey ha sido siempre su favorita. Conocido como el abogado de los toreros por representar, entre otros, a Francisco Rivera Ordóñez, Enrique Ponce o a Morante de la Puebla, Joaquín asegura que participar en la Cabalgata del Centenario del Ateneo adquiere para él una simbología, si cabe, aun más especial . «Siempre he estado muy vinculado a la plaza de toros y en este 2017 se cumplen cien años de la primera salida que, precisamente, fue desde la Real Maestranza». Y avisa: «Los toros estarán con los sevillanos la tarde del 5 de enero». Según detalla, la empresa Pagés, de la que es representante legal, repartirá caramelos este jueves en la Cabalgata.

Además, se complace en compartir «cartel» con Francisco Galnares y Juan Espadas. «Con el alcalde de Sevilla tengo una relación muy buena y con Francisco da la casualidad que fue compañero de mi hermano mayor tanto en el colegio como en la carrera, por lo que he visto muchas veces a Melchor estudiando en mi casa».

Joaquín Moeckel, en la proclamación de los Reyes Magos ROCIO RUZ

Y es allí, en la que fue su casa, donde guarda algunos de los recuerdos más entrañables de los días 5 y 6 de enero. Vivía en una casa de la calle Adriano, desde la que partía la tarde de Reyes con sus padres y sus siete hermanos hacia Reyes Católicos, donde veía cada año la Cabalgata del Ateneo. « Después nos íbamos a casa a comernos el roscón de Reyes , y siempre nos peleábamos entre los hermanos para ver a quién le tocaba el premio». Como es tradición en la mayoría de los hogares, esa noche debían acostarse pronto , no sin antes dejar los zapatos en la ventana con un poco de anís y polvorones para Sus Majestades. «La mañana de Reyes nadie podía levantarse antes que mis padres. Luego nos ponían en fila y cuando ya estábamos todos, abrían la puerta de la sala de recibir de casa. Recuerdo esa sensación de tener los ojos muy abiertos, expectante. En esa sala había un Belén muy grande y todos los regalos ordenadísimos. Jamás nos confundimos y abrimos el regalo de otro, y eso que éramos ocho (ríe)».

Rememora con ilusión el año que sus padres lo convirtieron en un auténtico cowboy del lejano oeste . «Me encantaban los vaqueros y un año me regalaron el atuendo completo: pañuelo, sombrero y las cartucheras con una pistola de mixtos. También tenía un palo con una cabeza de caballo y un mango que hacía las veces de jinete; me pasaba las horas jugando en la azotea de mi casa».

Le resultó traumático descubrir el secreto de los Reyes Magos, llegando incluso a discutir con sus compañeros de colegio defendiendo a ultranza la magia de éstos. Abogado desde pequeñito... «Les insistía en que los Reyes existían pero, como tenían tanto trabajo la noche del día 5, tenían unos ayudantes que eran los padres». Pese a todo, considera que siempre ha vivido con ilusión ese día.

Aunque el «pero» se lo impone en su experiencia como padre. «Al llevar una vida laboral tan agitada, he sido siempre un Rey Mago tardío, de compras de última hora». Característica que lo llevó a sufrir, a veces, vicisitudes: «Un año, mi hija Blanca quería un coche todoterreno a pedales y el problema fue llevarlo a casa y que no se diese cuenta, ¡era enorme! Por suerte tuve la ayuda de un paje que, justamente, me acompañará este jueves en la carroza una vez más».

Al Rey Gaspar lo acompañarán su pandilla de amigos y sus tres hijos, Blanca, Marta y Quino . Sus compañeros del despacho de abogados de la firma Moeckel formarán parte del cortejo igualmente, como beduinos o en alguna otra carroza. «Este año hemos querido colaborar todos con el Ateneo».

Confiesa que vivirá el día 5 con gran emoción . «Será hora de sacar al niño que llevamos dentro, este es un tiempo sin tiempo; de apartarse de los problemas cotidianos y disfrutar. Intentaré repartir ilusión, ver las caras de los niños y, sobre todo, vivir intensamente la experiencia con los pequeños del hospital Virgen del Rocío. Conocer esa otra realidad y contribuir a que durante al menos un momento lo pasen estupendamente».

Juan Espadas, rey Baltasar

Aunque es, sin duda, sobre los hombros de Juan Espadas (Sevilla, 1966) sobre los que recae, si cabe, mayor compromiso. Y él es consciente de ello. La tarde del 5 de enero encarnará a su Rey favorito: Baltasar . «Aceptar el ofrecimiento del Ateneo para formar parte del cortejo del Centenario es una gran responsabilidad y, sobre todo, una ilusión que pienso compartir con todos los sevillanos y visitantes que la noche del 5 de enero vengan a vernos. Espero estar a la altura de las expectativas que los niños ponen en Baltasar», cuenta el alcalde de Sevilla. Una responsabilidad que, por otro lado, se traduce en nervios por vivir con cariño ese día. Entusiasmo, tal y como asegura, que ha sido compartido por su familia y amigos, «y a juzgar por las felicitaciones que he recibido y recibo, también por la ciudad». Su deseo para la tarde del 5 de enero «es hacer posible el sueño de una ciudad más agradable y cálida, donde cada uno pueda cumplir sus pequeños deseos».

Para la ocasión, el alcalde de Sevilla ha permitido indagar en su baúl particular de recuerdos, todos aquellos que giran en torno a la que considera su fiesta más especial del año: la llegada de los Reyes Magos de Oriente. « Recuerdo perfectamente de pequeño levantarme, abrir la puerta del pasillo y correr al salón para ver los regalos. Mis padres han sido muy detallistas y, aunque siempre hemos sido una familia modesta y no ha habido un gran número de regalos, los ponían como si fueran de exposición, como un escaparate rodeados de caramelos. Lo hacían con un cariño que después he reproducido con mis hijos».

El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, en la proclamación de los Reyes Magos R. RUZ

Residía en la calle Santa María de Ordás, en Miraflores, y la tarde del 5 de enero, como cada año, iba con sus padres, su hermana, tíos y primos a ver la Cabalgata en los Jardines del Valle. «Allí competíamos los primos por la recogida intensiva de caramelos. Como anécdota divertida, mi tío Pepe tenía un abrigo que debía tener los bolsillos más grandes del mundo porque era capaz de almacenar todos los caramelos que cogíamos. No hacía falta llevar bolsas». Según Espadas, después de ver la Cabalgata, era tradición en su familia ir a merendar y después a casa, «a pasar la tarde más larga del año hasta que llegaba al hora de irse a la cama».

Confiesa que en su casa «no había para lujos» . Se trataba de una familia trabajadora que regalaba a los niños de la casa, Juan y su hermana, dos años menor que él, dos o tres regalos para cada uno. «Eso sí -apunta-, recibidos con la misma ilusión con la que se pedían. Con poco hacíamos mucho; eran tiempos de meterse en la habitación con un juguete y pasar la tarde entera con él. Siempre hemos pedido cosas útiles, aunque recuerdo con muchísimo cariño mi coche eléctrico amarillo y, por supuesto, la bicicleta que me duró varios años ». Su ilusión continuó intacta tras conocer el «secreto» de los Reyes Magos. «En mi caso, tengo que decir que fui precoz en intuir y descubrir el secreto y, a partir de ahí, cómplice absoluto para mantener la ilusión de mi hermana».

Por último, destaca su experiencia como padre . Cómo ha sido partícipe de esa magia que genera el propio día. «Es otra experiencia inolvidable», señala. Momentos que, según cuenta, han vivido muy intensamente, poniendo su mujer y él su granito de arena al misterio. «Ademas de reproducir la presentación de los regalos con el cariño que mis padres me enseñaron, preparábamos cartas de respuesta de los Reyes Magos para mis hijos (David, ahora de 21 años, y Cristina, de 17)». Y continúa: «Era agotador, como para todo el mundo, pero a la vez gratificante. Al trabajo de conseguir los regalos que los niños pedían, y de disfrutar con ellos de la Cabalgata, cuando llegábamos a casa y los acostábamos llegaba la hora de preparar los regalos y quedarnos hasta tarde escribiendo las cartas personalizadas. Luego las pegábamos en la puerta del salón de casa y había que leerla en voz alta antes de entrar y descubrir los regalos. Nunca olvidaré -puntualiza- sus caras al leer de manos de los Reyes aquellas cosas en que habían sido buenos y aquellas que debían mejorar. Las conservo todas».

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