El rincón de...

«No es razonable ser un héroe por salvar a un perrito y un asesino por ser ganadero»

Mexicana, ganadera y pintora, Isabel Garfias de los Monteros expone en el Ateneo dentro del marco de la feria taurina de San Miguel. Lleva en la sangre el mundo del toro

La pintora y ganadera mexicana Isabel Garfias de los Monteros en el barrio Santa Cruz Vanessa Gómez

Félix Machuca

¿Conocía Sevilla?

Sí. Es uno de los lugares que más me gustan y lo es por su vinculación al mundo taurino. La primera vez que vine lo hice de la mano de mi padre, que era un enamorado de la ciudad.

Imagino que no le disgustará casi nada…

No, nada. En cada esquina hay algo que ver. Sea de un estilo o de otro. Cada esquina tiene alma.

¿Algún sitio que le haga sentirse bien, al margen de la Maestranza?

Obviamente la Maestranza sería el sitio que más alegría me causa. Sobre todo, antes de empezar una corrida de toros, con la expectación y las usanzas tan diferentes a las que se ven en mi país. También la solemnidad que implica asistir a una corrida aquí me llama la atención.

No sé si conoce el Museo de Bellas Artes o en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo…

Aún no. El de Arte Contemporáneo tengo pendiente la visita que si Dios quiere la cumplimentaré en esta estancia en la ciudad.

¿Se siente más cerca de lo que le gusta en una plaza de toros o delante de un cuadro en un museo?

Si te digo la verdad, dada mi sensibilidad al arte, he llorado tanto en una faena como delante de un cuadro de Velázquez. Ambas cosas me dan ese pellizco en la sensibilidad.

Usted es ganadera cuando se hizo cargo del hierro de su familia. Una seria responsabilidad por su apellido…

Seria responsabilidad por continuar lo que mi padre logró, por mantener su línea, ese toro que embiste andando, con una lentitud pocas veces vista en otra ganadería, y por los 57 indultos que logró en sus 53 años de ganadero.

No sé cómo será en México, pero aquí no lo tendría fácil siendo mujer, artista y defensora de la fiesta del toro.

Allá tampoco es fácil. La sociedad es más machista, lo de artista lo toleran más que una mujer sea ganadera. Hay veces que tengo que dar indicaciones al matador en la plaza de tientas en dónde debe de colocar el toro y eso aún produce sarpullido.

¿Le respetan los animalistas?

La que no los respeta soy yo. Mi manera de defender el toro es hacerles ver cuántas hectáreas de terreno deben mantener. Le he llegado decir que si quieren salvarlos yo les pongo el toro en su casa y que ellos corran con los gastos y veterinaria de manutención de los animalitos. No es razonable que quien salva un perrito en la calle sea un héroe y un ganadero que mantiene una ganadería completa sea un asesino.

En algunos lugares han atentado contra expresiones artísticas que reflejaban el mundo de la fiesta.

Mis temas nunca fueron los toros. Eran sagrados. No era capaz de reproducirlos. Una especie de tótem sagrado. Gracias a lo que hizo mi padre y el encaste de la ganadería, empecé a hacer mío el universo plástico del toro. Y se dispararon mis ventas, curiosamente.

En la Maestranza, la escultura de Curro Romero, tuvo que ser recuperada por un celebre abogado taurino…

Más allá de lo que represente una escultura o una pintura, su ignorancia abarca hasta insultar cualquier forma artística, sea un pasodoble, una pintura, un poema, una danza. El arte es patrimonio de la humanidad y si lo atacas no lo justifica ni su ignorancia.

Usted expone por vez primera en Sevilla. Y lo hace en el Ateneo. Tengo entendido que es un homenaje a su padre, el ganadero Pepe Garfias, tristemente desaparecido en el mes de abril.

Así es. Es un homenaje a mi padre. Por eso es una exposición taurina. Él fue y vivió como ganadero. El dinero que ganó no lo dedicó a otro negocio. Fue ganadero y por eso la exposición le rinde ese homenaje en un país donde él miro siempre para arriba. Todas sus enseñanzas taurinas partieron de aquí.

¿Y por qué elige Sevilla para homenajear su memoria?

Porque San Miguel manda. Y a sus órdenes estamos.

¿Fue su padre la que le metió Sevilla en su corazón?

Me metió en el corazón sus tradiciones, el baile y volvemos a las usanzas: en vez de comprarse unos pantalones o un chaleco de cachemir se llevaba aparejos vinculados al caballo como sillas, zajonas, botos camperos, viboreras…

¿Recuerda lo que más le sorprendía a su padre de la ciudad de Sevilla?

La afición taurina y la esencia de la ciudad, los amigos que aquí hizo que yo he heredado.

En la exposición del Ateneo usted derrama todos los colores clásicos de la escuela oaxaqueña para darle intensidad a esa forma tan personal que tiene su pintura. ¿Me informaron bien?

Sí. Guajaca la llevo en mi corazón. Son los colores de México.

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