«No podemos permitirnos el lujo de olvidar»

Una corona de laurel recuerda, un año más, junto a la placa de la calle Don Remondo , el lugar en el que el teniente de alcalde Alberto Jiménez-Becerril Barrio y su esposa, Ascensión García Ortiz, perdieron la vida el 30 de enero de 1998 a manos de ETA. Familiares, amigos y representantes políticos han rendido este lunes homenaje al matrimonio en el lugar del asesinato, tras la celebración de una misa en la Capilla Real de la Catedral , que ha estado oficiada por el vicario general de la Archidiócesis, Teodoro León.

Han pasado ya diecinueve años, como recordó Teresa Jiménez-Becerril, hermana de Alberto, eurodiputada y presidenta de la Fundación Jiménez-Becerril, pero el recuerdo sigue vivo. «Seguimos viniendo aquí y lo hacemos con el corazón encogido, con el alma helada , pero con la rabia suficiente para seguir preguntándonos por qué la organización terrorista ETA ordenó el asesinato del teniente de alcalde de nuestra querida ciudad y por qué quienes cometieron el vil asesinato no solo mataron a mi hermano sino que acabaron también con la vida de su mujer dejando huérfanos a tres hijos de 4, 7 y 8 años».

«Con la pena intacta» , como si hubiera ocurrido ayer, Teresa Jiménez-Becerril se refirió a ETA, al asesino de su hermano y de su cuñada, «el mismo que ha recibido homenaje en su pueblo con el beneplácito de su alcalde, de Bildu , que brindó por tan ilustre hijo de Villava. Igual de indigno que el terrorista que no condena los crímenes de ETA y se pasea por el Parlamento Europeo diciendo que él, Otegi, es el que viene a traernos la paz». «No señor, Otegi, ni mi hermano ni su mujer iban a ninguna guerra, ellos venían aquí a su casa, a acostarse al lado de sus hijos, cuando los de su calaña le pegaron dos tiros a sangre fría. ¿Comprenden ustedes -dijo- por qué no podemos permitirnos el lujo de olvidar?

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido; la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril; el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, entre otras autoridades, arroparon a los familiares de Alberto y Ascen en tan emotivo acto. Teresa Jiménez-Becerril señaló que «los terroristas y sus cómplices quieren hacer borrón y cuenta nueva para poder coger un libro en blanco y llenarlo de mentiras con las que acomodar su conciencia y poder sobrevivir ignorando los abominables crímenes de ETA ».

«Pero la verdad es sólo una. Mientras me quede voz y con la ayuda de todos ustedes -continuó-, cada 30 de enero vendré aquí a recordar, porque los recuerdos, junto con la voluntad de la mayoría de los españoles que tengan memoria, pueden parar las exigencias de los asesinos que se creen con derecho a recibir cosas simplemente por dejar de matar. No les debemos nada, nos lo deben ellos a nosotros». Teresa Jiménez-Becerril reivindicó «memoria, dignidad y justicia» , antes de concluir con un «Viva España», que arrancó el aplauso de los presentes.

A su término, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, indicó que « Sevilla no olvida ni va a olvidar a dos servidores públicos que perdieron la vida nadie sabe por qué, o todos sabemos, desgraciadamente, por qué». Espadas valoró el trabajo de la familia del matrimonio asesinado y de la fundación Jiménez-Becerril por hacer que la memoria de Alberto y Ascensión «siga siendo un elemento que nos permita trabajar por la paz. Que no es incompatible con no olvidar la injusticia y el drama del terror que hemos vivido en este país».

El acto concluyó con un Padrenuestro cantado con sones flamencos por Jesús Heredia, que venía de la residencia de ancianos de la Santa Caridad y pidió permiso a la familia Jiménez-Becerril para rendir este personal homenaje a Alberto y Ascensión. Heredia comentaba que conoció a Alberto Jiménez-Becerril desde que éste era un niño y él cantaba saetas desde un balcón de la calle Sierpes.