Sucesos
Dos mujeres a prisión por liderar en Sevilla un grupo que explotaba a empleadas domésticas
Las víctimas eran captadas en Nicaragua, trasladadas hasta las Tres Mil Viviendas y cuando conseguían un trabajo, les obligaban a pagar 500 euros mensuales
Atrapadas en la miseria y sin posibilidad de salir adelante. Así se vio un grupo de mujeres inmigrantes de Nicaragua a las que le habían prometido un puesto de trabajo como empleadas domésticas en España. Pero sólo consiguieron endeudarse con un grupo, calificado por la Policía Nacional de criminal, que les obligaba a pagar por cualquier concepto y engordar así la cuenta pendiente. Ésta nunca se saldaba.
El Grupo III de la Ucrif en Sevilla ha culminado una investigación con la detención de cinco personas , dos españolas y tres nicaragüenses, a las que les imputan dos delitos de trata de seres humanos, con fines de explotación laboral, y pertenencia a organización criminal. Tras pasar a disposición judicial, las dos supuestas cabecillas fueron enviadas a prisión provisional .
Estas dos mujeres, según fuentes policiales, llevaban el peso de la organización. Ninguna tenía antecedentes. Una de ellas, una nicaragüense de 47 años, se encargaba de la captación de las víctimas en su país de origen. «Bajo la promesa de venir a España y conseguir un trabajo digno como empleadas de hogar, les compraban un billete de avión y les suministraba dinero en efectivo para realizar el cruce de la frontera, con el fin de garantizar su entrada como turistas». Cuando llegaban a Bilbao, que era la primera parada dentro de España, debían devolver todo ese efectivo adelantado.
La organización tenía vigiladas a las víctimas y les prohibía que buscaran trabajo por su cuenta
Previamente, en Nicaragua habían tenido que entregar su vivienda como aval para hacer frente a los gastos de traslado y manutención. Aquellas que no disponían de casa, presentaban las escrituras de la de sus padres. Nada más aterrizar en España, eran informadas de que la deuda adquirida llegaba a superar los 7.000 euros, y que en caso de impago, se quedarían con su propiedad.
Esa cantidad de 7.000 euros no dejaba de crecer porque desde el País Vasco las traían a Sevilla, donde las alojaban en domicilios de las Tres Mil Viviendas. «Allí podían convivir hacinadas hasta más de 15 chicas» en un mismo inmueble, con ocho o nueve chicas durmiendo en una habitación.
La organización les cobraba por ese precario alojamiento 100 euros mensuales. También les pasaba la factura por conceptos como poner anuncios en internet para buscar empleo o por las entrevistas de trabajo que le conseguía la organización, aunque no obtuvieran finalmente el puesto. Cada uno de los pasos que daban las víctimas era vigilado por un miembro de la organización, que ejercía de conductor, y se encargaba de los traslados.
Ellas tenían prohibido buscar trabajo por su cuenta y cuando lo obtenían, la organización les descontaba 500 euros cada mes de su nómina. Además, aunque estuvieran de interna en una casa, les seguían cobrando la cama que habían dejado libre en las Tres Mil Viviendas. Ellas aceptaban por miedo a perder su casa o dejar en la calle a sus padres. Una situación de explotación laboral de la que han podido ser liberadas, según ha informado este lunes la Policía, hasta siete mujeres .
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