Entrevista

«Muchas hermandades de Sevilla están más preocupadas por los estrenos que por su patrimonio»

José María Cabeza cree falta sensibidad por el pasado y por la conservación no sólo en las administraciones públicas sino también en la sociedad civil

José María Cabeza Raúl Doblado

Jesús Álvarez

José María Cabeza, que el próximo 10 de diciembre ingresará en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría , es el aparejador más conocido de Sevilla, aunque pocos saben que fue uno de los profesores que ganó con mayor edad una plaza de profesor titular en la Universidad de Sevilla. «Mi hija quería llevar a mis dos nietos al examen oral pero le dije que no lo hiciera por si no me salía bien» dice.

Cabeza dirigió el Alcázar durante 18 años y participó en las intervenciones patrimoniales más importantes de Sevilla de las cuatro últimas décadas: Giralda, Catedral, Torre de Don Fadrique, Casa de la Moneda, Torre de la Plata , Casino de la Exposición, Murallas de la Macarena, Monasterio de San Jerónimo, Hospital de las Cinco Llagas o Palacio de San Telmo , entre otras.

-La sociedad civil de Sevilla presume de su patrimonio pero tampoco se preocupa por él. Tenemos la suerte de tener unas hermandades con un patrimonio riquísimo, pero casi todas están más preocupadas por estrenar un manto o diseñar un nuevo candelabro de cola en lugar de rehabilitar uno del siglo XVIII que ya tiene. Está bien estrenar pero antes vamos a conservar lo que ya tenemos. No tenemos esa sensibilidad por el pasado . Los sevillanos somos presuntuosos y nos gusta presumir de ciudad cuando estamos fuera y nos acordamos con melancolía del tañido de las campanas de la Giralda , pero cuando estamos aquí muchas veces nos olvidamos de lo que tenemos. Y hay cosas muy valiosas que pueden perderse.

Era director del Alcázar cuando se casó la Infanta Elena. ¿Qué recuerdos tiene de ese acontecimiento?

Fueron meses muy intensos desde noviembre de 1994, cuando empezaron los preparativos. Recuerdo que las noches anteriores al día de la boda llegaba a casa con los pies ensangrentados de tanta actividad desde las 8 de la mañana hasta las 11 o 12 de la noche. Me invitaron a la boda y me dieron un sitio preferente por ser director del Alcázar, pero yo me fui a la parte superior del Cuarto del Almirante, donde se colocaron las mesas técnicas. Quería estar sentado allí con el jefe de P rotoloco del Estado , el ayudante de la Reina de Holanda , los que crean opinión, los que van a decir si ha estado bien o mal. Había mil cosas que planificar: dónde descargar los caballos de los coraceros, los servicios sanitarios, los comedores, las cocinas y estuve buscando en archivos documentos sobre cómo fue la boda del emperador Carlos para tener referencias. Todo era «ex novo».

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