JOSÉ MUÑOZ, DUEÑO DE LA CASA DE SUBASTAS ISBILYA
«Mucha gente dice que tiene un Murillo en su casa y ni es un Murillo ni nada»
«Las casas de subastas no son para ricos. Algunas piezas tienen un precio de salida de 20 euros»
«Hay clientes de Sevilla a los que sigue gustando la obra religiosa y yo les alabo el gusto»
«El negocio de las antigüedades ha cambiado mucho. Nosotros vendemos el 20% de forma on line»
La infancia de José Muñoz (Ronda, 1953) transcurrió entre obras de arte porque su padre, que había estudiado Medicina, abrió una tienda de antigüedades en su ciudad natal después de que el negocio de compraventa de lanas se viniera abajo por la competencia argentina. Con 28 años, Muñoz optó por abrir su propia tienda de antigüedades en Ronda pero importando obras de arte de todo el mundo y exportando mercancía española. Cuando tenía 30 años abrió en Marbella la mayor tienda de antigüedades de Europa, con 2.500 metros cuadrados, pero la cerró al comprobar que los marbellíes no querían obras de arte en sus residencias de playa. Después abrió con Ángel García-Quirós, uno de los fundadores de Cortefiel, una tienda de antigüedades de 800 metros cuadrados en Málaga. En 2014 dio el gran salto y abrió en Sevilla la casa de subastas Isbilya, la única de Andalucía que hace subastas presencial y on line con lotes que superan las 1.000 piezas. Como es de suponer, en su casa tiene numerosas obras de arte, entre las que destacan unos ángeles turiferarios del siglo XVII de La Roldana. Muñoz también es coleccionista. Tiene más de 60 morteros de los siglos XIII al XVI.
-En 2013 CaixaBank cerró «Arte, Información y Gestión» tras quince años funcionamiento y Sevilla se quedó sin casa de subastas. ¿Por qué apostó un año después por abrir en la ciudad otra casa de subastas?
-«Arte, Información y Gestión» se había especializado en pintura sevillana y decorativa, así como en las joyas. Yo pensé que en Sevilla se podía hacer otro tipo de trabajo. Al cerrar ese establecimiento decidí dar el paso y abrir una casa de subastas en la ciudad, aunque todo el mundo me decía que estaba loco porque la gente se preguntaba cómo lo iba a hacer si «Arte y Gestión» fracasó teniendo detrás a Cajasol. Decidí que Isbilya se especializaría a nivel nacional e internacional en pintura barroca del siglo XVII. De hecho, somos los que más lotes de subastas sacamos en toda España y uno de los principales de Europa. Los días 25 y 26 de abril subastaremos una colección de pintura del siglo XIX fuera de serie, en la que hay obras de Rico Cejudo, Manuel Barrón...
-¿Tiene Sevilla capacidad para mantener una casa de subastas ?
-Sevilla está respondiendo muy bien pero la verdad es que nosotros no vendemos sólo en Sevilla, sino también en el resto de España y el extranjero, tanto de forma presencial como on line. De hecho, más de 6.000 personas han comprado en Isbilya, el 85% de ellos son españoles y el resto extranjeros, entre ellos muchos de Francia, México, Reino Unido, China, Filipinas...
-¿Le salen los números a Isbilya o ha perdido dinero?
-No, la casa de subastas Isbilya no ha perdido dinero.
-¿Las casas de subasta son para ricos?
-Es que las antigüedades las puede comprar cualquier persona con un nivel económico medio. No hace falta ser rico. En cualquier subasta hay cosas antiguas y decorativas a precios muy buenos. Ahora parece que hay una recuperación económica y se supone que a las casas de subastas nos va a ir mejor.
-En su próxima subasta, ¿qué es lo más barato que vende y lo más caro?
-Lo más barato, una botella preciosa de cristal de Baccarat, que tiene un precio de salida de 20 euros. Lo más caro, un cuadro de Tomás Yepes que sale por 175.00 euros. En anteriores subastas, lo más caro que vendimos fue un Murillo por un millón de euros y lo más barato, un cacharro de barro por 10 euros.
-¿Qué es lo más curioso que le han dado para vender?
-Pues una vez una persona me ofreció una guitarra española sin cuerdas, en muy mal estado. Aseguraba que era muy valiosa. Terminé llevándola a un luthier y resultó una guitarra hecha por el propio Antonio de Torres Jurado, un luthier que hizo las mejores guitarras de finales de 1800, por lo que se vendió en 70.000 euros.
-¿Se compra ahora más de forma presencial, on line, por teléfono...?
-Nosotros vendemos on line el 20%. Tenemos la suerte de que nuestra sala se llena en las subastas pero también tenemos al teléfono a personas pujando desde Nueva York. También hay extranjeros que vienen de Londres o Filipinas ex profeso a las subastas. En otras ocasiones el Gobierno nos avisa cuando está interesado en algún lote y ejerce el derecho de tanteo y retracto, quedándse una pieza al precio que se ha rematado. En una ocasión, el Gobierno se quedó con un Luis Tristán, el mayor seguidor de El Greco, y la mandó al Museo de Toledo.
-¿Sigue habiendo «ganchos» en las subastas para elevar las pujas?
-Noooo. Nosotros intervenimos exclusivamente en la comisión, que es del 18%.
-En su día hubo importantes familias coleccionistas en Sevilla, pero hoy se cuentan con los dedos de la mano. ¿No hay coleccionismo porque no hay dinero o porque no estamos educados para ello?
-Pues yo le diría que me he quedado sorprendido por el nivel de conocimientos que tienen algunas personas que acuden a la casa de subasta y saben quiénes son los escultores José de Mora o José Risueño, por ejemplo.
-¿Los coleccionistas son gente particular?
-Ja ja. Sí, sí, son gente obsesionada con lo que les gusta.
-Las obras de arte de Mariano Bellver irá a la casa Fabiola. ¿Qué opinión le merece esa colección?
-Es una de las mejores colecciones privadas de España, sobre todo en pintura sevillana del siglo XVII y esculturas. Bellver ha sido un mecenas maravilloso y ahora Sevilla se va a beneficiar de ello.
-Bellver ha estado años intentando ceder al Ayuntamiento su colección.
-Es incomprensible que haya pasado eso porque lo que ofrece es muy valioso. Málaga está fomentando mucho los museos y lo esta haciendo a pulmón. Si hay un señor que está cediendo una colección buena, pues lo normal es cogerla.
-El catedrático de Historia del Arte Enrique Valdivieso catalogó las colecciones privadas de Sevilla y de ellas ya no quedan ni la cuarta parte en la ciudad porque se han vendido durante la crisis. Estamos hablando de obras de Murillo, Zurbarán y Tiepolo.
-Algunas llegaron a mi tienda de antigüedades porque eso ocurrió antes de que yo abriera la casa de subastas en 2014. De hecho, compré mucha pintura del siglo XIX sevillana: García Ramos, García Rodríguez, Sánchez Perrier... y pintura barroca religiosa del siglo XVII.
-¿El Murillo y los Velázquez que vendió en 2015 eran de familias sevillanas venidas a menos?
-Eran sevillanas pero no sé si venidas a menos.
-Los expolios arqueológicos y robos en iglesias y casas antiguas están a la orden del día. Los ladrones son capaces hasta de llevarse las yeserías del Alcázar. ¿Le han llegado cosas procedentes de expolios o robos?
-Eso sucedía antes pero hoy es imposible. A mí me pasó una vez que compré una cosa de buena fe y al final era robada.
-¿Hay muchas familias que tienen obras de arte en su casa pero con menos papeles que un galgo?
-Hay quien viene diciendo que tiene documentación familiar pero lo único que tienen son testimonios de tíos, abuelos o bisabuelos que decían que el cuadro era de fulanito. Para las tasaciones acudimos a especialistas nacionales e internacionales. Si me traen un cuadro que dicen que es de Tomas Yepes acudo a José Gómez Frechina, el gran especialista en ese autor y la pintura valenciana. Para autentificar otras obras he acudido a Enrique Valdivieso, catedrático de Historia del Arte.
-¿Más de una familia se habrá llevado una decepción?
-No más de una, muchísimas. En Sevilla mucha gente dice que tiene un Murillo en su casa pero después no era un Murillo ni nada. También nos ha ocurrido lo contrario, personas que tenían en su casa una obra de arte pensando que no tenían gran valor y cuando la han traído aquí se han llevado una grata sorpresa. Es el caso de una señora de Sevilla que tenía en su casa un cuadro con una pareja de ángeles de Valdés Leal, valorado en 100.000 euros, y no lo sabía. Cuando lo supo no quiso venderlos. Nosotros hacemos tasaciones gratuitas con la idea de captar la obra aunque hay veces que después de hacerla hay gente que decide no sacarla a subasta.
-¿Qué es lo que más se vende en las casas de subasta: grabados, escultura, muebles...?
-Pintura y lo que más piden son cuadros de autores sevillanos del siglo XIX, especialmente con temas de toros y Semana Santa, además de obra religiosa.
-A diferencia de lo que ocurre en Barcelona o Madrid, ¿en Sevilla se vende más obra religiosa?
-Sí, hay clientes sevillanos a los que sigue gustándoles la obra religiosa y les alabo el gusto.
-Hablemos de las joyas. ¿Hay mucha gente que vive de vender las joyas de la abuela?
-Es que nadie te dice si las vende por necesidad o porque no se las pone, ya que las joyas se ponen cada vez menos. Tenemos un gemólogo que hace la tasación para esos casos.
-Estaba Isbilya en la Alfalfa, un sitio del Centro Histórico donde suelen estar los anticuarios. ¿Qué le ha hecho mudarse a Los Remedios?
-En la Alfalfa teníamos 400 metros cuadrados y ahora contamos con 700 metros cuadrados. La logística era un problema en el Centro, ya que teníamos que subir los camiones en la acera y nos multaban. Además, nosotros tenemos una forma de captar y vender distinta a un anticuario normal. No vivimos de la gente de paso porque, aunque quieran, no podemos venderlos lo que tenemos hasta que no salga a subasta.
-¿Viven las casas de subasta de las testamentarías?
-Claro que vivimos de las herencias, pero no sólo de las de Sevilla.
-¿Hay gente que le pide tasaciones porque prefiere repartir en vida?
-Sí y se quitan el problema de encima.
-Isbilya, además de funcionar como casa de subastas, organiza exposiciones, como la que tiene ahora de escultura religiosa española de los siglos XVI a XVIII procedente de fondos privados. ¿Es una forma de captar fondos privados?
-Sí, no lo escondo (risas)
-Al igual que la casa de subastas Sotheby's, ha abierto también un portal inmobiliario de casas singulares.
-Los hemos hecho más por demanda que por otra cosa. Hemos ido a casa donde los herederos nos han dado toda las obras que tenían para subastar y nos ofrecían también esas viviendas singulares para vender. Eso nos ha pasado muchas veces. Así surgió la idea del portal inmobiliario.