Misterios

Misterios: visiones paranormales en Sevilla

Sevilla es una ciudad que tiene una gran cantidad de historias heterodoxas basadas en hechos que tienen un germen de verdad, hechos tan misteriosos como legendarios que ponen los pelos de punta

José Manuel García Bautista

La tumba de don Juan Tenorio

Pese a que es un personaje ficticio creado por don José Zorrilla inspirado en diferentes personajes de la Sevilla de su época, la historia de don Juan Tenorio es un drama que tiene diversos actos, el primero en una hostería, la llamada Hostería del Laurel o, como dentro de las llamadas 'Casas de la Gula'.

El pasaje literario del convento de las Calatravas tenía su ubicación en un convento real que existía en la calle haciendo esquina con la calle Fresa . La casa que compró don Juan tras su destierro estaría hoy en la calle Génova, hoy avenida de la Constitución en el edificio del antiguo Banco Central , en la puerta de aquel edificio moriría don Juan Tenorio a espada del capitán Centellas.

El cementerio que aparece en la obra parece que existió y que pertenecía a una familia que se apellidaba Tenorio, era un cementerio propio que quedaba fuera de los límites de la ciudad .

El cementerio de la obra de Zorrilla se localizaba en el lugar en el que hoy encontramos el Instituto Murillo , curiosamente cuando se realizaron las obras de 1929 de cara a la construcción de los pabellones de la Exposición Iberoamericana celebrada en Sevilla aquel año se encontraron un lápidas y tumbas , en aquel mismo lugar… Al ir amontonándolas a un empleado de aquella obra le llamó la atención el nombre que figuraba en una de ellas: Don Juan Tenorio, como el personaje ficticio de Zorrilla… ¿O tal vez no?

La visión de Miguel de Mañara

Miguel de Mañara, antes de dar un giro radical a su vida, era una persona libertina, colérica y soberbia , no era, desde luego, recomendable su compañía…

En cierta ocasión le enviaron desde la Sierra de Huelva unos espléndidos jamones pero el oficial del Ayuntamiento no dejó entrar aquella jugosa mercancía en la ciudad y la retuvo en la Puerta de Triana. Miguel de Mañara tuvo conocimiento de aquel suceso y encolerizado, y espada en mano, fue hacia donde retenían su mercancía.

Al llegar a la calle Levíes tropezó y cayó al suelo hiriéndose en la cabeza, quedó tendido inconsciente y estando en aquel estado tuvo un sueño, una alucinación… Su cuerpo estaba siendo recogido por unos sepultureros que lo daban por muerto y le daban sepultura en el cementerio, en una época en la que enterrar a una persona viva dándola por muerta no era demasiado extraño y circulando por la ciudad todo tipo de historias al respecto…

Otros narran en la calle Ataúd fue atraído Miguel de Mañara con engaños para darle muerte pero al llegar escuchó una voz que le decía: 'Traed el ataúd, que ésta ya está muerto'… Y salió corriendo del lugar. Años después la calle pasaría a llamarse, debido a aquel suceso, calle Ataúd.

No sería la última experiencia de este tipo que tendría don Miguel de Mañara que, incluso, llegó a ver su propio cortejo fúnebre e hizo que cambiara radicalmente su vida convirtiéndose en hermano de la Caridad y siendo un gran benefactor de los pobres y enfermos.

Maese Pérez el organista

¿Ha escuchado alguna vez la leyenda del espectro de Ámese Pérez de Gustavo Adolfo Bécquer? Es irresistible dejar de contarla porque muchos son los que buscan su fantasma aún en el viejo convento de Santa Inés.

Había en un convento Sevillano, llamado Santa Inés, un famoso organista llamado Maese Pérez , al cual iba a escuchar toda Sevilla. Un año, la misa del Gallo se retrasa porque Maese Pérez está enfermo y un organista envidioso y enemigo de Maese se ofrece para tocar. En esto, aparece Maese Pérez que es llevado en un sillón por sus incondicionales diciendo que no quería morir sin tocar en aquella misa . Cuando comienza la Consagración resuena majestuoso el órgano hasta que de repente se queda mudo, Maese Pérez acaba de morir.

En la Misa del Gallo del año siguiente para sustituir a Maese Pérez, viene un nuevo organista al que toda la gente creía muy malo. Sin embargo la melodía del órgano sonaba como siempre había sonado con Maese Pérez. Al terminar de tocar, el nuevo organista juró que jamás volvería a tocar ese órgano.

A los dos años de la muerte de Maese Pérez, la madre superiora encargó a la hija de éste, la cual había entrado de novicia, que fuera ella la encargada de tocar el órgano. En el momento de la Consagración, la hija de Maese da un grito diciendo que ve a su padre tocando, pero el órgano suena solo sin que nadie lo toque.

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