Misterios de Sevilla
El terrorífico fantasma de la señora de la mecedora
Había noches en que las luces se encendían solas y hasta llegó a verse una misteriosa silueta en una casa a las afueras de Sanlúcar la Mayor
En Sanlúcar La Mayor encontramos un caso que dio mucho que hablar, el conocido como el de la «Casa de la señora de la mecedora», una vivienda adosada a las afueras de esta bella localidad, en una urbanización nueva donde lo imposible se manifiesta.
Saltó a la fama cuando a través de los micrófonos de una emisora de radio se dio testimonio directo de lo que allí ocurría.
Llevábamos investigando desde hacía meses unos misteriosos fenómenos que se producían en la planta inferior de la casa, donde sus propietarios podían ver una sombra negra desde que les entregaron la vivienda.
Tenían una mecedora que no paraba de moverse sola aun cuando nadie, absolutamente nadie, se había acercado ni de lejos a la misma. Un movimiento sensible que se veía acompañado de un fuerte descenso de temperatura y sentir, claramente, como alguien arrastraba los pasos hasta llegar allí, a aquella habitación.
Había noches en las que la luz se encendía sola y comenzaba a balancearse aquella mecedora que ya comenzaba a tener fama de maldita.
Una madrugada sintieron ruido en el piso inferior de la casa. Al asomarse a aquella habitación vieron la silueta de una mujer que parecía estar sentada confortablemente.
No causaba mayores problemas salvo esa incómoda presencia, esas anomalías eléctricas, el movimiento de la mecedora y el saber que estás conviviendo con algo que no es de este mundo .
No se supo jamás porque se aparecía aquella señora en aquella habitación y porque esa afición a sentarse y mover aquella mecedora. El pasado del lugar es difícil de determinar, antaño allí sólo había un olivar . En este caso el pasado no ofrece mayor pista. La mecedora era una «herencia» familiar que venía de su anterior domicilio y no había dado mayores contratiempos.
Nuestro consejo fue: «Te tienes que deshacer de la mecedora». Podía haber cogido la connotación de un objeto maldito y había que descartar opciones. La familia se deshizo de ella y desde aquel día no tuvieron más problemas, excepto una ocasión en la que observaron a la niña pequeña de la familia –que tenía sólo 6 años- jugando con alguien invisible , y le preguntaron: «Anita, ¿con quién juegas?» y la niña, desprendiendo su inocencia infantil contestó: «Con la señora de la mecedora». A la familia se le «heló la sangre» pero no tuvieron más problemas que ese susto cuando ya se habían deshecho del balancín.
¿Quién era aquella mujer? Por definición «la señora de la mecedora».
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