Misterios de Sevilla: nuevos encuentros con lo imposible en el Sanatorio de los Muertos

Un lugar abandonado en el que se perciben diversas manifestaciones paranormales

José Manuel García Bautista

Todas las ciudades o entornos rurales tienen lugares y edificios que están marcados por el misterio , donde lo imposible habita en su interior o eso dicen. Concienzudas investigaciones han sacado a la luz mil y un lugares preñados de enigmas y experiencias, como aquel del que les quiero hablar hoy.

Las bases americanas de Sevilla , o Bases de San Pablo, son un lugar conocido por los jugadores de airsoft y los aficionados al aeromodelismo. Sin embargo, en los circuitos de investigación de la ciudad se les conoce como el Sanatorio de los Muertos .

Extraño nombre para un lugar abandonado. Sin embargo, es como si los que allí moran en su incorpórea vida quisieran darnos un último mensaje o una mejora en su vida más allá de la vida.

En el complejo de edificios en cuestión, son numerosos los testigos que afirman haber visto a un paciente fallecido , gotero metálico en mano, que arrastra pesadamente sus pies por el pasillo. O a una niña pequeña, de unos 8 años, por aquellas desvencijadas estancias.

Investigadores diversos, como los del espacio «Voces del Misterio» , han acudido al lugar llamados por este aura paranormal, con resultados asombrosos a la hora de captar psicofonías, o con el uso de la «Spirit Box», las fotografías de orbes y extrañas sombras o vivencias personales. Pero todo ello dentro de un ámbito y ambiente de investigación planificada.

Pero la historia que nos ocupa es diferente, le ocurrió a un grupo de amigos que acudió al lugar a hacer una barbacoa , desconociendo lo que allí sucede.

Eran tres parejas. Dispusieron la carne, avivaron la llama y, de pronto, una chica comenzó a sentirse mal y cayó desmayada al suelo. El resto se alarmó y trató de reanimarla. Una vez vuelta en sí, muy pálida, y aún en el suelo entre los brazos de sus amigos, dijo que «algo le había traspasado el cuerpo», como si hubiera querido entrar en ella.

En ese momento, sucedió algo inexplicable y terrorífico: las puertas de los vehículos comenzaron a abrirse y cerrarse mientras caían piedras que venían del sanatorio. El grupo se acercó para ver qué es lo que pasaba pero algo, invisible y muy fuerte, les impidió entrar al recinto.

Es curioso porque en una noche de investigación sin precedentes ocurrió una experiencia similar. Repartidos por los diferentes edificios, los testigos comenzaron a vivir fenómenos difíciles de explicar.

Nuestra primera testigo, Fátima , comenzó a sentir como algo los rodeaba, los envolvía, algo invisible, incómodo, pesado, tenso. Una acompañante comenzó a sentirse mal. Decidieron abandonar el lugar y, justo al salir, un siseo les llamó de forma insistente, como quien reclama su atención para que no se vayan.

Miguel es otro de nuestros testigos. Nos llamó al ver una sombra -o silueta- que se paseaba por la zona alta del ala psiquiátrica/urgencias. Un equipo se desplazó al lugar y constató que allí no había nadie, pero en uno de los pasillos se pudo captar una parafonía (psicofonía audible, grosso modo). Al ellos decir en voz alta «¿quién hay aquí?», la voz contestó «nadie».

Nuestro siguiente testigo es Juan , que sintió en uno de los pabellones un contacto frío en sus brazos, mientras se escuchaba el rechinar de una silla de ruedas.

La experiencia más fuerte la tuvo Curro , que mientras preguntaba en la sesión psicofónica era cogido por el cuello. Una mano invisible comenzó a ahogarlo.

José David Flores llevaba consigo la «Spirit Box», una máquina de la que hemos hablado en este mismo medio y que permite una «interactuación psicofónica». Estando en una zona donde se había encontrado, asesinada, a una prostituta, con la máquina se escuchaba: «Ven», «Por aquí», mientras guiaba sus pasos y los de sus acompañantes: «Bajad», «Aquí». Entonces aquella máquina comenzó a decir «Soy yo», «Muerta», «David» a la vez que eran acompañados por luces extrañas. Fue una noche compleja, difícil.

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