Misterios de Sevilla: fenómenos paranormales en el Palacio de los Deportes San Pablo

«Fui a revisar los vestuarios, la puerta se cerró, se apagó la luz y comencé a escuchar, perfectamente, cómo alguien chillaba a pleno pulmón…»

Reproducción de fantasmas para los misterios de Sevilla ABC

José Manuel García Bautista

Recuerdo, siendo pequeño y adolescente, que mis días transcurrían en un humilde barrio sevillano, el Polígono de San Pablo , y cómo vivía cerca de unas instalaciones deportivas de impresión que se construyeron hacia finales de la década de los 80 del siglo pasado, en 1987. Allí está, se alzaba, el Centro Deportivo San Pablo , con el Palacio de los Deportes como principal edificio y atractivo. Poco tiene que ver todo ello con el misterio si no fuera por lo que les voy a narrar a continuación.

En mi investigar por Andalucía me he encontrado con muchos casos de fenómenos insólitos en lugares abandonados, edificios oficiales en uso, viejas casas solariegas e, incluso, en grandes almacenes. Nada parece escapar a la «lógica» de un fenómeno paranormal, y es aquí cuando, reunido con los amigos del barrio, los viejos amigos de estudios o vecinos, me hacen partícipes de una serie de sucesos de los que ya tenía constancia pero a los que califiqué, sin emitir informe, como de «leyenda urbana». El problema llega cuando los hechos le suceden a conocidos de toda credibilidad que se atreven a contarte sus vivencias en el lugar.

Fue un compañero, G.F.R., quien comenzó contándome cómo son varios los trabajadores del recinto deportivo que evitan desempeñar sus labores en determinadas zonas: «No es raro escuchar, por la noche, cómo hay un ruido sordo, como si alguien estuviera moviendo muebles, como si se arrastrará algo que no se logra ver. Cuando acuden a revisar la zona se encuentran que todo está en calma pero el sonido es inconfundible». También se escuchan otra serie de ruidos que califican como «normales» pues provienen de la cubierta del Palacio, ello nos indica que estos profesionales saben distinguir perfectamente lo que es normal de lo que se sale de la norma.

Algunos antiguos vigilantes del recinto, que hace ya años que no están en estas dependencias, también cuentan sus experiencias -omitimos hasta sus iniciales-: «No era extraño estar por allí haciendo guardia y comenzar a sentir cómo alguien te siseaba, como cuando te llaman y no sabes quién es. Te quedabas mirando a todos sitios pero allí no había nadie. Otros compañeros llegaron a sentir, con pavor, cómo los llamaban por su nombre».

Y el rosario de testimonios prosigue. Uno de los más impactantes lo vivió otro exempleado que tuvo una experiencia que no olvidará jamás: «Estaba en la parte de vestuarios, había acudido allí porque la luz se encendía pese a que yo la apagaba expresamente, era como si estuviera jugando conmigo... Yo la apagaba y al rato el pulsador se accionaba solo, la volvía a apagar y al rato pasaba lo mismo, daba mosqueo. Fue entonces cuando, a la segunda o tercera vez, comencé a revisar los vestuarios, la puerta se cerró, se apagó la luz y comencé a escuchar, perfectamente, cómo alguien chillaba a pleno pulmón… Era un grito desgarrador, me dio pánico, salí de allí como pude. Cuando me alejé apenas podía respirar, el corazón se me iba a salir por la boca, ponte en mi lugar. Aquello casi me mata».

Otros testigos afirman haber tenido el mismo problema en esta zona en cuestión de las instalaciones deportivas e, incluso, haber presenciado como una misteriosa sombra pasea por los espacios del Palacio de los Deportes.

La zona donde se erige este complejo no está exenta de historia trágica, ya que en las inmediaciones es donde se estrelló la avioneta de la «Operación Clavel» el 19 de diciembre de 1961 , como auxilio a los damnificados de las inundaciones de Sevilla. La avioneta había partido del aeródromo Cuatro Vientos de Madrid, llegó a Sevilla y trató de hacer un vuelo rasante para hacer fotografías con el infortunio de que chocó con unos cables de alta tensión e impactó con el público muriendo veinte personas y cien resultaron heridas. Este suceso marcó a la zona y, quién sabe, si guarda alguna relación con lo que ocurre en las instalaciones deportivas.

Igualmente en el lugar, antes de la construcción del complejo deportivo, se asentaba lo que los niños del barrio llamábamos «las casitas bajas» , que no era más que un vasto poblado de chabolas. Allí, bajo aquel suelo, cuando se desalojó y desescombró, apareció algún cadáver…

Zonas donde la tragedia se cebó con Sevilla o donde se ocultó algún que otro ajuste de cuentas y que hoy da paso a estas instalaciones donde se manifiesta lo extraño y que es objeto de nuestras investigaciones silenciosas desde hace meses.

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