Misterios de Sevilla

Los fantasmas del monasterio de San Jerónimo

Este edificio guarda numerosos misterios y secretos y, también, muchos fenómenos confundidos con leyendas.

Monasterio de San Jerónimo en Sevilla ABC

José Manuel García Bautista

El viejo Monasterio de San Jerónimo de Sevilla es otro de esos edificios en cuyo interior se guardan numerosos misterios y secretos y, también, muchos fenómenos confundidos con leyendas.

Pese al paso del tiempo y su estado de abandono, el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista aún deja ver las excelencias que un día lo encumbraron.

Su construcción fue promovida por Fray Diego Martínez en 1414. Este religioso del Monasterio de Guadalupe se las ingenió para que se permitiera la construcción del Monasterio de San Jerónimo de Sevilla.

Transcurridos los siglos el edificio va cayendo en decadencia, resiste la ocupación francesa pero un incendio en 1815 destruye buena parte del mismo. Después sufrió el abandono y durante lo que restó de siglo y durante el XIX tuvo diferentes usos. En el año 1985 fue adquirido por el Ayuntamiento de Sevilla.

El edificio atrae la atención de personas que buscan en su interior los fantasmas de los monjes que un día lo habitaron. Hasta allí se acercan jóvenes armados de tableros ouija que desarrollan interminables sesiones de espiritismo que no llevaban a un lugar concreto.

Uno de los primeros sucesos extraños acaecidos en el interior de este derruido edificio nos llega de la mano de un joven mecánico llamado Ismael López. Caminaba entre las ruinas del monasterio cuando sintió que alguien le llamaba: «Era como un susurro, como una frase que retumbaba en mi cabeza y que me decía que me tenía que asomar al interior del edificio... Me acerqué como pude entre los cascotes, a lo lejos me pareció distinguir que había alguien. Creí que era un saco, pero realmente era una persona arrodillada, con una especie de casulla marrón. Aquella persona hizo un movimiento, se persignó y al levantarse me quedó claro que era un monje. Reparó en mi presencia y miró, sólo pude ver el hueco negro o de sombra de la tela y el rostro oculto bajo la capucha. Después me hizo la señal de la cruz con la mano y se desvaneció ...»

No es un caso desde luego aislado ya que un investigador sevillano narraba una experiencia similar. Un amigo le contó una vivencia de un tercero entre las castigadas naves del viejo monasterio. Al pasar una tarde por las cercanías del edificio, el amigo, llamado Fernando, vio a alguien deambular por su patio. Llevaba una sotana o traje talar marrón y también encapuchado, como en el caso de nuestro testigo anterior. Bajo la capucha se escondía una poblada barba blanca que indicaba la edad avanzada del religioso. El protagonista de esta historia venía de pescar cuando notó que aquel monje lo estaba llamando. Dejó los aparejos de pesca y trató de abrir la cancela del patio, creyó que necesitaba ayuda para salir de allí. Cuando estaba junto a la verja metálica, aquel extraño y misterioso monje comenzó a andar hacia él, lenta y pausadamente..., a pocos metros de las tumbas que «decoran» el viejo claustro el religioso hizo un extraño con su cuerpo, como si hubiera caído, pero jamás llegó al suelo. Desapareció, simplemente desapareció ante la atónita mirada de Fernando.

Tras este suceso una bocanada de aire cálido lo envolvió sintiendo miedo y atravesando su sorprendido cuerpo toda una marea de escalofríos... Al darse la vuelta se encontró la figura de un hombre y se asustó aún más. Estaba frente al guardés del monasterio. Lo que más le sorprendió fue la figura de aquel extraño personaje con sus ropas de otros tiempos y la extraña luminosidad de su cara. Algunos vecinos creen que se trata de un «alma en pena», único morador de la vieja torre del monasterio.

Durante las investigaciones en las ruinas de este edificio, y en torno a este apasionante caso, tuvo la oportunidad de encontrarse con otro interesante testimonio. En este caso es otro testigo, Manuel, el que le relató cómo una tarde al salir de casa acompañado por su familia oyó unos hermosos cantos gregorianos en el monasterio a la vez que la arquería superior se iluminaba con las mortecinas luces de unas etéreas velas.

Esto quizás no sea tampoco algo inusual ya que investigadores como Pedro Amorós han tenido la oportunidad de recoger psicofonías donde se manifiestan esos mismos cantos gregorianos en otras latitudes de nuestra península. Tras aquella experiencia, Manuel y sus hermanos corrieron a su casa a contarle todo lo que habían oído y visto. Pero su padre no les creyó... En los siguientes años se siguieron escuchando estos hermosos cantos y se llegó incluso a tomar una fotografía en la que destaca una silueta en una de las ventanas. Hay quien lo califica de una ilusión óptica y otros como el fantasma del monje que mora entre sus galerías, tumbas y antigua capilla.

El investigador sevillano narra la última experiencia de Manuel. Un días su padre le despertó de la siguiente forma: «Manuel, ¿tú te has levantado ahora para algo?» Ante la negativa del testigo su padre le respondió: «No sé, porque te he visto en el patio. Al salir esta mañana temprano he visto pasar a alguien que creí que eras tú. Te llamé y cuando entraste por la puerta del jardín, ya no estabas».

El testimonio de Olga y su novio

Olga Fernández y su novio paseaban por el monsaterio alentados por los programas de radio y televisión de misterio. Querían hacer alguna foto con su recién estrenada cámara para enviarla a «Cuarto Milenio» o a «Crónicas del Misterio», que eran sus programas favoritos. Estando allí entre matorrales, cascotes y restos del monasterio sintieron mucho frío que venía del interior de la nave . Al alzar la vista vieron al extraño monje caminar lentamente por la galería. La impresión hizo que aquella mágica instantánea que iban decididos a tomar ni tan siquiera se cruzara por sus mentes. «Nos vamos de aquí».

Como dato sirva apuntar que este lúgubre edificio se encuentra ubicado muy cerca de uno de esos lugares poseídos que ya hemos recogido en nuestros recorridos por la ciudad: el cementerio de los ingleses o cementerio protestante de Sevilla.

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