Misterios de Sevilla: un fantasma del más acá

Relato de una investigación con tintes espectrales y de ocultismo, con una resolución inesperada

Las llamadas al timbre durante la noche eran constantes en una vivienda de Constantina ABC

José Manuel García Bautista

Como hemos tenido en más de una ocasión de comprobar, el subconsciente humano y el miedo generado por la propia persona son las causas principales de errores de percepción que inducen al equívoco. No son pocas las personas que tras una experiencia desconcertante para ellas afirman vivir o ser parte de fenómenos extraños y paranormales. La historia que a continuación voy a relatar ocurrió a final de la década de los 90 del pasado siglo XX.

Me encontraba en la localidad sevillana de Las Navas de la Concepción participando en un almuerzo-merienda-cena que en agradecimiento a una labor de investigación realizada en dicha localidad por éste investigador le estaban ofreciendo.

Durante el transcurso de esta agradable y larga velada tuve la ocasión de hablar de muchos y diferentes temas, desde los Ovnis hasta la gastronomía de la zona. Una joven me comentó que en el vecino pueblo de Constantina tenía una amiga que tenía un familiar que vivía aterrorizado debido a un fantasma que «les daba la noche» llamando selectivamente al timbre. El acontecimiento vivido por ésta familia me llamó poderosamente la atención y decidí informarme mejor de estos extraños sucesos.

Una vez en el pueblo, y tras los saludos hacia aquellos amigos que hacía años que no veía, me decidí a comenzar el caso dirigiéndome a la casa donde parecían producirse estos hechos. Me presentaron como el remedio a sus males. El hombre que allí vivía me honró ofreciéndome su casa para realizar la investigación. Me contó que la vivienda era nueva, que había tirado la anterior y sobre el solar había construido la actual.

No había podido hacer esto antes debido a que el edificio era compartido con otro señor y tuvieron que esperar a que se muriera para realizar dicha «reforma». Y es que este señor vivía en la casa con una especie de alquiler vitalicio hasta que falleciera . En cuanto esto ocurrió emprendieron la obra, que tardo casi diez meses en realizarse.

Una vez acabada se reinstalaron en su vivienda y, a los pocos días de estar viviendo, comenzó a suceder una extraña experiencia que aún perdura: por las noches, cuando todos están acostados, el timbre comenzaba a sonar sin haber nadie que llame a la puerta, tres o cuatro veces a lo largo de las horas.

A partir de ahí los rumores se dispararon, se comentaba que era el fantasma del antiguo inquilino que quería volver al que había sido su hogar. También se comentó que era un acto de venganza por haber hecho la obra y estar deseando para ello que el vecino se muriera. Incluso que este hombre era muy extraño y podría haber realizado cultos satánicos en las ruinas de un antiguo castillo que lidera la cima de una cercana ladera. Tampoco faltaban aquellos que decían que la casa estaba construida sobre un antiguo cementerio –mi excusa favorita y que más veces he oído-.

Pero la verdad es que Eduardo, la persona fallecida, era de lo más normal y murió cuando su vida se agotó a los 81 años.

Decidí quedarme allí por la noche e investigar el suceso ante la desaprobación de todos y en plena noche comprobé como, efectivamente, el teléfono sonaba a diferentes horas .

Se realizaron psicofonías en la teórica habitación donde había vivido el inquilino y que ahora tenía otra distribución. Las grabaciones estaban en blanco , sólo se podían apreciar las llamadas al timbre y el alboroto familiar durante las mismas. Las fotografías con película infrarroja tampoco desvelaron nada. Sólo teníamos el misterio del timbre.

Como experto en electrónica pensé en una posible explicación: quizás todo se debiera a corrientes parásitas en la casa. Así, a la noche siguiente se «pinchó» el timbre de la vivienda con un polímetro digital de alta sensibilidad. Una vez comprobada la tolerancia voltaica del timbre me dispuse a registrar las fluctuaciones de tensión. A lo largo de la tarde se había mantenido estables pero al caer la noche registraba picos que hacía sonar el timbre.

La explicación se desconoce, pero todo era debido a un problema eléctrico. Se lo comenté al propietario y aquella noche se desconectó el timbre. Raro hubiera sido que sonara, pero no sonó y ratificaba mi opinión. La solución era –a mi juicio- instalar en el circuito del timbre un estabilizador de tensión con su respectiva toma de masa para descarga o un circuito alternativo de protección.

El hombre, muy agradecido, decidió hacerlo. No ha vuelto a tener problemas con el fantasma. Ahora quiere que corra con los gastos la compañía que realizó la obra en la casa o en su defecto la que le suministra la electricidad.

El miedo y los comentarios tendentes al ocultismo y al espiritismo hicieron, como tantas otras veces, que lo que tenía una explicación de lo más racional pasara a ser caso paranormal sin excusas. Y es que no son fantasmas todos lo que lo parecen.

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