Misma vida marginal, distinta violencia extrema

Los dos encarcelados por las brutales violaciones del parque de María Luisa y de la barriada La Corza eran excluidos sociales que pasaban muy desapercibidos en el día a día

Francisco M.S., el acusado de la violación y muerte de una joven en el parque de María Luisa JUAN JOSÉ ÚBEDA

MANUEL MARÍA BECERRO

Las últimas violaciones que más impacto social han generado en Sevilla, la sádica que acabó ocasionando la muerte de una joven suicida en el parque de María Luisa y la que sufrió el día de fin de año una chica atacada por un violador reincidente que disfrutaba del tercer grado y tenía prohibido poner un pie en la capital, tienen un punto común denominador : los presuntos atacantes, ambos ya en prisión sin fianza por orden del juez, eran personas con escaso o nulo arraigo social , aunque con perfiles distintos.

Francisco M.S. era un indigente que malvivía con su actual pareja en el barrio de Triana, concretamente en un piso ocupado en la calle Evangelista . La precariedad con la que se manejaba también se demuestra en que, atendiendo a su falta de recursos, durante los últimos meses había venido recibiendo ayuda de Cáritas Diocesana , concretamente a través de la parroquia de San Jacinto.

Pese a que Francisco M.S. se tapó la cara cuando llegó a los juzgados el viernes de la semana pasada, muchos trianeros lo identificaron en cuanto vieron su foto en el periódico, por su peculiar físico achaparrado. «Aquí su detención y encarcelamiento ha generado sobre todo sorpresa , porque tampoco era una persona especialmente conflictiva a la que se le prestara demasiada atención», aseguran vecinos que lo conocían y trataron personalmente.

Sus preferencias sexuales también han salido a relucir, tanto su gusto por la pornografía como sus visitas nocturnas al parque de María Luisa, punto de referencia de los mirones por ser lugar habitual de encuentro de parejas exhibicionistas o desprevenidas. De Francisco M.S. también ha trascendido que tenía antecedentes policiales por maltrato a su ex mujer. Hay quienes también destacan su escasa empatía, aunque la realidad es que la mayoría de vecinos no tenían trato alguno con él, ya que directamente lo evitaban por su aspecto desaliñado .

Por su parte, Borja P.L. vivía desarraigado y oculto en la barriada obrera de Hiconsa en Camas , concretamente en un piso ubicado en la calle Marbella que usaba casi como escondrijo. La mayoría de sus vecinos no son capaces de ponerle cara e ignoraban por completo su pasado penal: que había estado 15 años en la cárcel condenado por cuatro agresiones sexuales cometidas en los 90 y que desde 2013 se encontraba disfrutando del régimen de semilibertad, con una orden de alejamiento que le impedía acercarse a Sevilla, la ciudad en la que ha vuelto a sumar una nueva violación a su espeluznante historial.

Borja P.L. no sólo reconoce ahora ser el autor de la agresión sexual a una joven a la que cazó cuando ésta pasaba por la calle Hespérides del barrio de La Corza en bicicleta camino de su trabajo a primerísima hora de la mañana del pasado 31 de diciembre, sino que se define como un «enfermo» y un «desecho social» y está pidiendo que lo sometan a la castración química , puesto que asegura que es incapaz de controlar esos impulsos que ya lo llevaron a prisión en 1998.

La violencia con la que se ha vuelto a emplear , placando a su víctima en plena calle y forzándola entre golpes y amenazas, evidencia la incapacidad de reinsertarse y el nulo efecto disuasorio de la pena de cárcel para este violador reincidente que, teniendo en cuenta su edad actual, 42 años, se estima que podría volver a pisar la calle con 57.

Por el contrario, Francisco M.S. niega ser un violador y más aún haber provocado la muerte de la joven suicida del parque de María Luisa. En su declaración ante la magistrada suplente del Juzgado de Instrucción 16, aseguró que mantuvo relaciones sexuales «consentidas» junto al monumento a Bécquer y que no dejó ni malherida ni inconsciente a la chica, que acabaría falleciendo de madrugada desangrada por los graves desgarros internos ocasionados durante la agresión que han impresionado a los expertos policiales.

En este caso no hubo placaje ni amenazas : la autopsia concluye que, dada la ingesta masiva de medicamentos por parte de la fallecida, cuando la abordó Francisco M.S. se tenía que encontrar ya ella en un estado de inconsciencia notable que habría sido aprovechado por el detenido para consumar la violación que niega. Los testigos y las pruebas biológicas lo incriminan en exclusiva , pero en su defensa alega que la sádica agresión mortal pudo llevarse a cabo por un tercero que hubiera abusado de la joven tras él irse. La juez no le creyó y por eso duerme desde hace ya una semana en la cárcel.

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