El «milagro» de Fátima
Una sevillana a la que sorprendió el parto durante el confinamiento da a luz en su casa a una niña de 3,5 kg
Los vecinos de la plaza que hay junto a los jardines de Murillo aplauden la vuelta a casa de Fátima junto a sus padres después de haber estado ingresada varios días en el hospital. Hasta aquí todo hubiera sido normal si no fuese porque cuatro días antes una ambulancia fue a recoger a Fátima y a su madre a la misma dirección en la que ahora las reciben los vecinos, ya que un parto repentino hizo que a su madre no les diese tiempo a llegar al hospital , o ni tan siquiera esperar la llegada de una ambulancia que les asistiera en su casa, hechos por los que Fátima vio la luz por primera vez en su vida en la habitación de sus padres.
«He tenido a mi hija en casa. Ha sido así porque no nos daba tiempo llegar al hospital. Llamé al médico cuando empecé a notarme que estaba de parto y me dijo “vete rápido al hospital” , pero a los cinco minutos me di cuenta de que no llegaba. Entonces mi médico me dijo que llamara al 061, pero entre el coronavirus (que te tienen un minutos al teléfono haciendo preguntas sobre el Covid-19) y aunque le aclarase que esto no tenía nada que ver, sino que estaba de parto, tardaron 17 minutos en llegar, y cuando lo hicieron ya había tenido a mi hija», narra la madre de Fátima.
«Fátima nació en el suelo de mi habitación porque no me dio tiempo a nada. Cuando me dio la contracción muy fuerte mi marido me dijo que me fuera vistiendo mientras iba a por el coche. Él fue al garaje y entonces me di cuenta de que ya no me podía ni sentar, ni tumbar en la cama ni nada. Me quedé medio de pie, de rodillas y llamamos al médico».
«No cortéis el cordón»
Cuando regresó a casa, el marido volvió a llamar al médico: «Mi mujer dice que no puede llegar, no se puede mover y yo tengo mi coche abajo», decía por teléfono. «Efectivamente así fue, me arrodillé, sentí la cabeza del niño y mi marido tiró. Como si fuera una película . Lo cuento y es como si no me hubiera pasado a mí. Gracias a Dios mi niña y yo estamos perfectamente. Ya cuando llegó la ambulancia, llamamos al médico y le dijimos que ya había nacido y nos dijo que no cortásemos el cordón, que la abrigásemos muchísimo y esperásemos a que llegara la ambulancia», recuerda.
Una vez llegó el 061 cortaron el cordón, le cogieron vías y le pusieron medicación. «Yo estaba a punto de desmayarme, dolorida... Me dijeron que la niña estaba perfectamente, había llorado al nacer, estaba con los ojos muy abiertos y la había tenido muy abrigada conmigo . Me montaron en la ambulancia y me llevaron al hospital», narra.
En el hospital quedaron ingresadas un día más (tres días) para que le pudieran hacer la prueba del talón a Fátima y ya regresar a su casa con la prueba realizada, «para no estar entrando y saliendo con la niña en época de pandemia». Fátima es la tercera de los hijos del matrimonio. Tienen una niña de cinco años, un niño de tres y ahora Fátima. «Sobre todo mi miedo era que los niños se hubieran despertado esa mañana, porque imagina cómo era la escena de mi casa a las siete de la mañana. La primera contracción la tuve a las seis y veinte de la mañana. Llamé al médico a las 6.30 horas, cuando me dio la segunda, y a las siete y diez nació Fátima. Pesó tres kilos y medio », añade.
«Imagina como fue el recibimiento de mis vecinos cuando se enteraron que regresaba del hospital. Tuvieron un detalle estupendo. La niña y su madre gracias a Dios estamos perfectamente. No fue una situación nada agradable y aunque fue poco tiempo a mí se me hizo eterno hasta que llegó el 061», dice.
«Pensaba que había perdido a mi hijo, porque a todo esto no sabía si era niño o niña, porque espero siempre hasta que nacen mis hijos para saberlo. Primero tengo sensaciones muy agradables de cuando al final nace —porque no pensaba que iba a nacer viva—. He tenido un embarazo bastante malo, frente a los dos primeros que habían sido muy buenos», afirma. «Lo he pasado muy mal, con mucha fatiga... pensé que era como la guinda del pastel: me voy a poner de parto en mi casa... me pasaron tantas cosas por la cabeza ¿cómo voy a ser capaz yo de sacármelo?, ¿se me caerá al suelo?, ¿si no nace bien qué tengo que hacer con él? Mi marido, que es abogado y no tiene ni idea de partos, se podría haber bloqueado. De hecho hasta el último momento no reaccionó. Que se me está saliendo la cabeza, le decía... y le dije que me tenía que ayudar», recuerda.
«Yo rezaba para que fuese todo bien y mis otros hijos no se despertaran. Quería perder el conocimiento para que se me quitase el dolor que me impedía incluso casi hablar con mi marido. Cuando vi que salía, mi marido se hartó de valor y tiró, vi a mi niña con los ojos abiertos, lloró, vi que era una niña y me dio mucha alegría. Aunque estaba tan dolorida», afirma.
«A los cinco minutos, volví a notar otro dolor y me dije ¿Dios mío esto qué es?, ¿me estaré desangrando? Me quedé recostada entre el armario y mi cama, encajada, y salió la placenta. No es agradable», dice. Entonces acudió al domicilio su hermana (imagina el papelón que se encontró en mi casa) para quedarse con los niños mientras la madre y su hija se dirigían al hospital. «Recogió todo para que cuando los niños se despertaran no vieran nada. Lo cuento como si le hubiera pasado a mi hermana y ésta me lo hubiera contado».
En noviembre estuvieron en el Santuario de Fátima «y mi hija mayor la pidió a la Virgen que quería tener una hermanita, pero ha sido un nombre que ya estaba previsto. De hecho estoy aquí confinada en mi casa todo el día viendo el sitio en el que nació mi hija y no me lo puedo creer, parece que no va conmigo, como que no me lo puedo creer. Y mira. Aquí estoy con mi gorda que está estupendamente, mi hija es buena y come muy bien. Y así fue, así lo querría Dios y la Virgen de Fátima .
Noticias relacionadas