Coronavirus Sevilla
El miedo al contagio a los abuelos dificulta la conciliación de los padres en Sevilla
Cada vez menos mayores recogen a los niños del colegio o se quedan con ellos cuando los padres trabajan; es uno más de los efectos colaterales del Covid-19
Son 9 de la mañana en las inmediaciones de un colegio público de Nervión y una cola de padres espera que se abran las puertas para dejar a los escolares en el centro. Sobre todo a los menores, los de Infantil y los primeros cursos de Primaria. Es una estampa habitual que se repite en otras zonas de la ciudad y que se ha visto modificada con respecto a años anteriores. Porque, entre esas personas llama la atención un hecho : apenas se ven abuelos como ocurría habitualmente con muchos mayores que se encargaban de llevar a sus nietos al colegio por la mañana y recogerlos a la salida.
El coronavirus pero, sobre todo, el miedo a su contagio a los más vulnerables de la sociedad, a los mayores, ha modificado el mapa de las puertas de los centros y está provocando serios problemas de conciliación en muchas familias que ya no se atreven a recurrir a los abuelos para cuidar de los niños mientras los padres trabajan y no pueden hacerse cargo de ellos.
Es un problema que, en tiempos de pandemia se agudiza. Sobre todo con los continuos casos de positivos en los colegios que obligan a cerrar aulas o a mandar a casa a hacer cuarentena a los compañeros de un sospechoso de Covid-19.
Entre esos padres que llevan a sus hijos al colegio está Laura, madre de dos hijos de 9 y 7 años, que este año ha tenido que pedirse una reducción de jornada para poder llevar y traer a los niños al colegio. «Antes me los llevaba mi madre, pero para evitar que mis padres tengan que hacerlo, he pedido la reducción laboral», explica insistiendo en que desde que estalló la crisis del coronavirus apenas ha llevado a sus hijos a visitar a los abuelos como hacía antes de la epidemia. Ella se ha visto obligada a reducir jornada y ahora no tiene problemas aunque, según dice, que no trabaje este año también está teniendo otras consecuencias. Porque «repercute» en la economía familiar.
Otro caso similar es el de Letizia, madre de niños de 10 y 7 años que sólo los lleva con los abuelos maternos algunas veces (cuando no hay otra opción posible). Pero ya no se los deja a los abuelos paternos nunca porque son mayores y son factores muy altos de riesgo de contagio. «Hemos tenido confinamientos y ha sido complicado . Por la mañana estuve yo con los niños porque trabajo de tarde y por la tarde mi marido tuvo que pedir salir antes», explica.
Es una situación que, en cualquier caso, se ha suavizado algo desde que se han cambiado los protocolos y ya no se confina a todo el aula cuando hay un caso de positivo al coronavirus, sino solamente a los contactos estrechos de ese supuesto caso.
Enviarlo lejos
En parecida situación se encuentra Fátima, madre de un niño de seis años, que estuvo tres semanas de confinamiento y como tenía a su padre, que convivía con ellos, con una cardiopatía grave tuvo que enviar al abuelo a Jaén para que no estuviera cerca de su nieto. «Yo he tenido que mover a toda la familia para evitar un contagio», asegura.
Casi todas esas mujeres confirman que apenas aparecen abuelos por la puerta del centro. A primera hora prácticamente ninguno. Si acaso alguno a mediodía pero son contados. «En los diez días que hemos estado confinados no hemos ido a verlos» , dice otra madre que aunque no trabaja cree que es más difícil mantener las distancias.
Otros coinciden en que la conciliación se ha hecho más difícil en los tiempos del coronavirus y de confinamientos. «O te coges vacaciones o te das de baja cuando hay un confinamiento de una clase», explica e otra madre que también asegura que han cambiado otros muchos hábitos. Muchos padres no los llevan al comedor, ni a las extraescolares ni a ningún sitio fuera del tiempo que pasan en la escuela. «La mía no pisa un parque desde hace meses», explica María.
Desde el Ampa del colegio Sor Ángela de la Cruz, Valle López, madre de dos niños, uno de 8 y otro que aún va a la guardería, corrobora las serias dificultades que están atravesando muchos padres. En su caso se las apaña ya que alterna una semana de teletrabajo con otra presencial en la empresa y se turnan entre ella y su marido para recoger a los pequeños pero, en general, los problemas crecen cuando, además, son muchos los que han quitado a los niños del comedor o las actividades extraescolares para evitar exponerlos a situaciones de mayor riesgo.
En este sentido, Valle López explica que hay menos niños que nunca en un aula que tienen para dejar a los niños más tiempo hasta las 3.30 ya que son muchos los que quieren evitar situaciones de riesgo. «Están la mitad de niños» , dice admitiendo que a los abuelos los utilizan «para situaciones de emergencia» y que la mayoría tiene que buscarse la vida para conciliar la vida familiar y laboral.
Flexibilidad horaria
Son problemas que, según admite, se ven agravados en casos de confinamientos. «Mi hijo estuvo confinado y tuve que pedir flexibilidad horaria para poder estar con él y seguir trabajando por las tardes», explican desde la Ampa de este colegio del centro.
La ausencia de abuelos es algo que también corrobora María, profesora de Infantil de un colegio de Sevilla. «Antes los conocíamos a todos porque venían muchas veces a por sus nietos. Este año no ha venido casi ninguno», dice.
En Fampa Nueva Escuela, la federación que agrupa a más de 500 asociaciones de padres, también consideran que es lógico que haya menos abuelos porque las familias «son conocedoras de que se trata de colectivos de riesgo y han buscado otras alternativas». Aunque también admiten que hay otras que no han tenido más remedio que recurrir a los abuelos porque la conciliación es «la asignatura pendiente» desde hace años. Algo que, según recuerda Fampa, no es competencia de Educación sino de incidir más en las políticas sociales de las administraciones. A ello se une que hay muchas actividades extra escolares que no se están haciendo porque no se han formado grupos por los miedos de los padres. «La conciliación se hace imposible a veces», dice Rocío Begínez, de Fampa Nueva Escuela. Sin contar con los abuelos está claro que es más difícil para muchos padres.
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