Día de la Mujer y la niña en la Ciencia
¿Por qué las matemáticas siguen siendo cosa de hombres y barbudos?
«Los chicos se extrañaban de que no llevara gafas», confiesa una matemática que triunfa en Escocia. Tradición, prejuicios y condicionantes sociales se esconden tras la minoría de mujeres en ingenierías y matemáticas
Las mujeres siguen siendo minoría en las denominadas carreras STEM (Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas). Es un dato que cada año se da a conocer coincidiendo con el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el que se pretende dar visibilidad a esta situación y empujar a las niñas a que estudien esas disciplinas.
Pero ¿por qué en las ingenerías, las matemáticas, las tecnologías y estas disciplinas sigue habiendo más hombres? ABC ha consultado a varios expertos del sector que dan su opinión sobre el tema. La Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sevilla, la ETSI, es uno de los centros donde las mujeres sólo son el 25 por ciento del total del alumnado.
Francisco Javier Rodríguez, director de la ETSI, admite que estas cifras no son iguales en todas las ingenierías ya que, por ejemplo, hay más mujeres en Ingeniería Química que en Industriales , una de las que sigue siendo mayoritariamente de hombres, algo que achaca a que todavía «quizás se asocia más a la mecánica». Para Rodríguez, q ue tiene un grupo específico en la ETSI para potenciar estos estudios e incluso dan conferencias por los instituto s para que las niñas se animen a estudiar ingeniería, es una cuestión de tradición. «Condicionante no hay ninguno porque las mujeres están teniendo mejores resultados que los hombres. Es más bien por desconocimiento o puede que influya la familia y que la tradición siga pesando», admite el director de la ETSI que, en cualquier caso, anima a las mujeres a estudiar una ingeniería. «Tengo una hija ingeniera. Desde pequeña nunca le regalé muñecas, sino puzles», confiesa.
Desde el Instituto de Matemáticas, su director Emilio Carrizosa, admite que, aunque no hay ningún obstáculo físico o legal que impida o desanime a las chicas a elegir carreras científico-técnicas, «sí hay, lamentablemente, un obstáculo emocional: el mantra, tan falso como dañino, repetido por las sociedad de que los chicos son buenos en ciencia y las chicas son buenas en disciplinas en las que se cuiden a las personas o se desarrolle la creatividad».
Dar la talla
El matemático ha comprobado que muchas chicas les confesaban que, aunque les gustaban mucho las matemáticas, no estaban seguras de dar la talla. «Es difícil derribar ese prejuicio, y por eso son tan importantes las celebraciones y las actividades programadas. Las chicas tienen muy pocos referentes de científicas, y mucho menos de matemáticas: sigue el estereotipo del matemático varón, mayor y barbudo, con limitadas habilidades sociales y ensimismado en sus abstracciones». Por eso, según dice, se sorprenden cuando les cuentan, por ejemplo, que en el IMUS ha habido en cada una de las tres últimas ediciones un joven investigador premiado por la Real Sociedad Matemática Española, y que esos tres jóvenes matemáticos eran tres chicas.
Cuando se le pregunta a las mujeres investigadoras también tienen su particular opinión al respecto. Belén Martín Barragán, matemática sevillana (de Coria del Río) y ahora profesora titular en University of Edinburgh, cree que está «metido en la cabeza de la gente que las matemáticas no son para nosotras» y que cuesta que se den cuenta de que la realidad no es esa.
Ella cree que desde la infancia a las chicas las valoran más por otras cuestiones por encima de la inteligencia como la belleza, el orden o el trabajo duro y eso hace mella en la autoestima de las chicas. «Muchas veces la chicas que somos inteligentes tenemos la sensación de que no somos lo suficientemente buenas» , dice esta joven matemática que triunfa en Escocia. «A ellos se les valora el liderazgo pero cuando se trata de una chica líder se sigue pensando que es una mandona», explica insistiendo en que siguen vigentes los estereotipos.
Martín Barragán recuerda que a ella la veían como un «bicho raro» cuando estudiaba. «Fíjate cómo será que cuando salía de marcha y decía que era matemática me preguntaban si no llevaba gafas», rememora. En el fondo, según dice, cree que sigue habiendo un déficit de referentes de mujeres científica s.
Desde el Instituto de Matemáticas, su secretaria general y profesora titular de Matemática Aplicada, Isabel Fernández, admite que aunque durante muchos años había unos porcentajes bastante igualitarios en cuanto a matriculaciones, la percepción social de esta disciplina ha cambiado. El último dato que maneja es que el porcentaje de chicas matriculadas en estudios de matemáticas y estadísticas era del 38,4 por ciento. ¿A qué lo achaca? A que se percibe como una carrera más competitiva y a que la sociedad suele asociar carreras así a carreras “masculinas”.
Hay un efecto "tijera": las mujeres empiezan la carrera pero a medida que se sube en el escalafón son menos
«Sigue habiendo un sesgo por el cual se tiende a pensar que cuando un chico es bueno en matemáticas es porque es brillante , mientras que cuando una chica destaca es porque es trabajadora. Esos estereotipos, por antiguos y obsoletos que nos parezcan a muchos, siguen estando vigentes: aunque a veces se manifiesten de forma sutil siguen estando ahí, y siguen condicionando la percepción que muchas chicas tienen de sus capacidades», explica.
Por eso insiste en que difícilmente pueden animar a las niñas a que se dediquen a disciplinas STEM «si luego se van a encontrar con un muro». Un muro que, según recalca, sigue existiendo. Hay un «efecto tijera», según el cual a pesar de que las mujeres comienzan en la carrera investigadora en un número igual (a veces incluso superior) que los hombres, conforme se avanza en el escalafón las mujeres van siendo cada vez más escasas.
De hecho, según el Informe «Científicas en cifras» 2017 del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades: menos del 10 por ciento de las catedráticas en matemáticas son mujeres, el porcentaje de mujeres que son profesoras titulares es alrededor del 30 por ciento.
Es un dato que Fernández, achaca a varias razones como las percepciones sociales sobre capacidades de liderazgo en hombre y mujeres. «Hay una cosa que es evidente y que frena la carrera de muchas mujeres , y es el hecho de que la conciliación y los cuidados de hijos y mayores sigue recayendo en gran parte sobre las mujeres. El período donde una investigadora se asienta y consolida su carrera es en torno a los 35 años, que para muchas coincide con la maternidad».
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