Mascarillas
Sevilla se protege a sí misma contra el coronavirus
La Policía Local trata de concienciar mientras la ciudadanía ya cumple las nuevas medidas de seguridad
La Junta estudia si prohíbe fumar en la calle en Andalucía
La ciudad le ha tomado esta semana el pulso a la calle al ritmo del incremento de las medidas de seguridad, con más obligaciones y cada vez menos dudas, queriendo protegerse a sí misma como un conjunto responsable y afrontando la situación con aplomo. En compañía de dos agentes de la Policía Local, hemos recorrido algunas de las zonas con mayor afluencia de viandantes del centro de Sevilla para observar el comportamiento generalizado de la sociedad. Con entre un 1% y un 2% de incidencias, quienes trabajan a pie de calle lo califican como modélico: «Desde principios del confinamiento la gente está cumpliendo y dando ejemplo al resto de España y del mundo. Desde el miércoles, con la entrada del uso obligatorio de la mascarilla, lo vuelven a hacer con salvadas excepciones», asegura el oficial José Manuel Palomo.
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Por el momento, no se está sancionando a quienes incumplen las medidas, pues la campaña de concienciación que están desarrollando durará un par de días más , los suficientes, esperan, para que a nadie se le escape lo que no puede hacer. Así, los mayores de seis años están obligados a llevarla en la vía pública y en espacios compartidos con otras personas que no sean de su núcleo familiar. Los supuestos, claro está, son múltiples y variados.
Comer con la mascarilla
Fumar sin mascarilla, sí, pero siempre que sea parado, para no esparcir el humo por diferentes puntos de la vía. Al desplazarnos en bicicleta , al estar considerado un deporte individual, no la necesitamos, aunque muchos, por su cuenta, han optado por llevarla. Para hablar por teléfono , sin embargo, sí. En los bares y restaurantes , cuando no se esté tomando nada entre personas no convivientes, también se ha de llevar. Y es aquí donde surge uno de los grandes conflictos: en la compatibilidad de usar la mascarilla en un lugar al que la gente acude, básicamente, a consumir comidas y bebidas. La incomprensión, en los veladores, viene disfrazada de humor: «A mí así no me compensa salir. Estoy como la economía», comentaba un hombre.
Por ello, «es cierto que ahí tenemos que hacer más hincapié, porque es incómodo, no estamos acostumbrados, hace calor y resulta extraño colocarnos la mascarilla entre que nos sirven y no un café. No es fácil para nadie, pero ya se ven bastantes clientes en las terrazas que se la cuelgan de una oreja para tenerla a mano», explica el oficial Palomo. Los hosteleros, por su parte, ya han mostrado sus quejas , pues temen que esto resienta aún más la llegada de turistas. También señalan que muchos preferirán quedarse en casa en estas condiciones.
En sus bolsillos, los agentes portan mascarillas para facilitárselas a quienes no tienen. «Nos hemos encontrado con personas sin recursos a las que se las hemos dado. Ya no hay excusas». Más allá de la norma, «todos somos conscientes de los riesgos de los rebrotes y de la situación tan extrema a la que nos ha llevado la pandemia. Ayer estuvimos con una mujer que estaba exenta de su uso por motivos de salud, pero había consultado con su médico si era contraproducente que la llevara y este se lo permitió, así que se la pone no por ley, sino seguridad».
Prevención
En el otro lado de la balanza, nos topamos con algunas narices al aire, quienes la llevan bajo la barbilla e incluso los que no la tienen o se la han atado a un brazo. «La multa será de 100 euros, todavía estamos avisando». Con una alta presencia en las localizaciones de la ciudad con mayor concentración de gente, como la Puerta de Jerez y las Setas, supervisan que la normalidad cumpla con su adjetivo de nueva. Juan Carlos Cabrera, delegado de Gobernación y Fiestas Mayores , ha hecho una llamada para que Sevilla siga ofreciendo el ejemplo que ha dado en cada una de las fases: «Entendamos que vamos a evitar que se produzcan contagios». Una población comprometida ante un horizonte incierto.