EL RINCÓN DE---

María José Calderón Ramírez: «Uno de los belenes más extraordinarios que hay en Sevilla es de La Roldana»

Es sevillana de barrio, talibana defensora del patrimonio y pancarta reivindicativa de Luisa Roldán, tanto como mujer como artista; divulga nuestra historia del arte en la radio y en las redes sociales

María José Calderón Ramírez, delante de la puerta de la iglesia de San Marcos Manu Gómez

J. Félix Machuca

Usted se recorre la ciudad buscándola en los detalles menos conocidos.

Tengo la afición de pasearme la ciudad alejada de la rutina turística, para descubrir el alma de Sevilla, a la que amo profundamente.

Pero la vive, la siente y la padece como si fuera la última vez...

Ese amor profundo trae consigo la necesidad de mirar por su protección y cuidado. Me duele que se deje descuidar el patrimonio de los sevillanos.

¿De verdad cree que Sevilla está tan malita?

Aún estamos a tiempo de cambiar el modelo de ciudad que queremos y que no se base en la explotación de la escenografía que nos ha legado la historia y que nos hace inconfundible como ciudad.

Hay quien le echa la culpa al turismo y a la tematización del escenario. Pero en Salzburgo y Venecia pasa lo mismo.

El turismo no es culpable de nada. Sí responsabilizo a las autoridades que han hecho del turismo una apuesta intensiva. En Venecia se han planteado la cuestión y lo están revisando.

Esta semana es muy dada a la reivindicación de la Navidad vernácula. ¿Usted es más de arbolito o de belenes?

Sin dudas, del belén. Me parece un ejercicio artístico maravilloso reducido al ámbito doméstico y familiar.

Pues yo quiero que me hable de los belenes que hacia una de sus artistas más valoradas: La Roldana.

Luisa Roldán, una extraordinaria artista de finales del Barroco, es una figura imprescindible para entender el belenismo moderno. Sensibilidad y técnica extraordinaria son los rasgos más destacados de su estilo.

Tuvo que ser la señora de armas tomar. Creo que se casó en secreto y a espaldas de su padre.

Se casó sin consentimiento paterno con otro escultor, Luís Antonio de Arcos, en la iglesia de San Marcos. Tenía una buena relación con su padre, pero esta circunstancia la mermó. Luego se arreglarían las cosas.

En cambio algunas de sus obras fueron firmadas por su padre y por su esposo.

Más que sus obras fueron los contratos de trabajo, firmados por su marido, lo que nos hace muy difícil identificar la totalidad de su producción.

La señora llegó a ser escultora de cámara de dos reyes de España...

Efectivamente, fue la primera mujer nombrada escultora de cámara de la corte de Carlos II y Felipe V. A pesar de tan tremendo carrerón murió en la indigencia. Pocos días antes de morir realizó una declaración de pobreza. Hoy tenemos una visión divinizada de los artistas. Y no era la realidad.

¿Nos queda algún belén de los que ella hizo?

Firmados dos, atribuidos bastantes. Yo recomendaría contemplar el que tenemos en la Escuela de Cristo, que se completa con figuras de Castillo Lastrucci

Tiempo después, Carlos III, que fue virrey de Nápoles, introdujo el belén napolitano en España. Con tremendo éxito.

Introduce en la corte un concepto de belén de gusto cortesano distinto de lo que hasta entonces se llevaba. Y es verdad que tuvo tremendo éxito y que, con el paso del tiempo, se instaló en el gusto de las clases populares.

En Sevilla hay tres belenes napolitanos muy celebrados. Háblenos del de la Caridad.

Es un belén original del XVIII, propiedad del sacerdote italiano Giovanni Lanzafame, formado por figuras que se conocen como «vestidura». Curiosamente aparecen la figura del «diábolo» y la banda del turco, que tocan anunciando la llegada de los Reyes Magos.

Mariano Bellver nos legó otro muy interesante.

El belén de la casa Fabiola recrea un belén napolitano de la época. No es del XVIII, pero representa aquel modelo con extraordinaria calidad.

También tenemos un belén de ornamentación almohade y otro mudéjar.

El mudéjar está en el Palacio de los Marqueses de la Algaba y recrea ciertos edificios de la ciudad como Santa Catalina, San Marcos y Omniun Sanctorum. El almohade se ve en la hermandad de la Vera-Cruz. Pero me gustaría resaltar el belén del Santo Ángel, también napolitano, pero hecho en la segunda mitad del siglo XX. Tiene como curiosidad la recreación de la plaza de San Teresa del barrio de Chiaia de Nápoles.

Muchos de sus itinerarios urbanos buscando nuestra historia terminan o empiezan en un bar desayunando calentitos.

Le soy sincera: soy más de tomarme un botellín en el «Rincón sagrado», mirando la fachada de la iglesia de San Marcos.

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