NUEVE AÑOS DE BLOQUEO
La maldición de la vieja tabacalera de Sevilla
La fábrica de Los Remedios, a la espera de acuerdo con Altadis tras descartar Espadas el que Zoido firmó en 2014. Las antiguas instalaciones de todas las demás ciudades tienen ya nuevos usos
En enero de 2008, el 100% de las acciones de Altadis , la tradicional tabacalera española, fue adquirido por la empresa británica Imperial Tobacco . Con el desembarco de la multinacional tomó impulso definitivo el plan de reestructuración de una empresa que no ha parado de decaer a pesar de dichas operaciones. Ese plan tuvo dos vertientes: la dolorosa reducción de plantilla y, por otro lado, la consiguiente venta de edificios donde dejaron de producirse cigarrillos . Para esa segunda cuestión, las ciudades afectadas, al menos, intentaron sacar rédito urbanístico con la recuperación y reutilización de las instalaciones fabriles abandonadas. Para ello negociaron con Altadis y terminaron rescatando los inmuebles. En todos existe un proyecto definido y, en algún caso, hasta ejecutado ya. En todos los casos menos en Sevilla.
Mientras que las negociaciones con los ayuntamientos del resto de ciudades donde existían instalaciones de Altadis en desuso se prolongaron por año y medio, dos años o incluso hasta tres años, en lo que se refiere a la capital andaluza son ya más de nueve los años de situación bloqueada y con ambas partes separadas por enormes distancias con respecto a qué hacer con la vieja factoría de Los Remedios. Un caso único. En 2007 se le ofreció al Ayuntamiento (entonces, con la coalición PSOE-IU al mando) por parte de Imperial Tobacco un proyecto idéntico al que luego se le puso encima de la mesa al gabinete del popular Juan Ignacio Zoido . Por una cosa u otra, en ninguna de las dos etapas se logró rematar.
Contra «la especulación»
En la primera de las etapas, más larga, la oposición por parte de IU —ya gobernando en coalición con los socialistas—a «la especulación urbanística» y a que Altadis «gane dinero» con la operación impidió cualquier intento de entendimiento. Había cierta receptividad del PSOE, pero su socio minoritario se opuso de lleno con la entonces concejal Josefa Medrano a la cabeza . Ella había sido presidenta del comité de empresa de la antigua fábrica y su visceral rechazo al proyecto urbanístico se antojó para algunos en el seno del Ayuntamiento como una especie de venganza personal por el ERE y el cierre de la factoría. Lo cierto es que ambos partidos mantuvieron luego también desde la oposición ese discurso cargado de lugares comunes contra «la especulación urbanística» de la compañía tabaquera.
Con el cambio de gobierno en 2011, el equipo del PP elaboró un nuevo proyecto —menos ambicioso que el del museo de arte contemporáneo planteado por ellos mismos en tiempos de oposición— y llegó a un acuerdo con Imperial Tobacco en 2014 para que conviviesen en ese terreno superficies comerciales y suelo público. Eso sí, era necesario cambiar el planeamiento urbanístico para convertir esos terrenos industriales en terciarios.La recalificación tenía que recibir el preceptivo visto bueno de la Junta de Andalucía , la cual, con todo, mostró su buena predisposición en este caso a no frenar lo acordado con Altadis. Pero cuando no es la Junta... El cambio de color político del Ayuntamiento volvió a detener el proceso. El nuevo equipo del socialista Juan Espadas decidió frenar el proyecto al entender que el convenio rubricado por su antecesor estuvo «mal negociado» y dañaba los intereses de la ciudad. Revisionismo, revanchismo o simple cuestión técnica, la cuestión es que el plan se fue al traste. Yvuelta a empezar para desesperación de Altadis.
«Hay que pararlo y volver a sentarse con la empresa», dijo Espadas al anunciar en verano de 2015 el nuevo parón . Ha pasado más de un año y, no obstante, los avances han sido mínimos. No se conocen alternativas , los dos socios de investidura del alcalde —Participa e IU— son claramente enemigos de cualquier concesión a la multinacional y la propia compañía apenas tiene noticias en firme del Ayuntamiento, sólo algunos contactos poco productivos hasta el momento. Así las cosas, Sevilla observa frustrada cómo en otras ciudades las antiguas instalaciones tienen ahora nuevos usos o son cuna de proyectos emergentes, en más o menos medida.
Con destinos claros
La última en cerrar el asunto tras tres siglos de historia funcionando en la Bahía fue Cádiz hace año y medio, cuando llegó a un acuerdo de venta con la zona franca de esa ciudad —necesitada de ampliar el colmatado recinto fiscal— por 37,5 millones de euros. Una vez desbloqueado el tema, en mayo se anunció que la firma aeronáutica Alestis se instalaría en la vieja tabacalera e invertiría 1,3 millones en reformarla para irse allí y poner en marcha un centro logístico en el que concentrará las tres sedes que actualmente tiene dispersas en Sevilla y Cádiz.
Antes, en 2004, ya había cerrado convenio con Altadis el Ayuntamiento de Málaga para convertir la antigua tabacalera junto a la playa en un centro cultural, que alberga, por ejemplo, el Museo Ruso , otro empujón importante al ambicioso planteamiento cultural de la capital costasoleña. La oposición criticó el convenio por ser muy favorable a los intereses del vendedor, que recaudó unos 20 millones de euros.
Esa vertiente cultural ha sido también la escogida en el caso de San Sebastián , donde en septiembre de 2015 abrió sus puertas el complejo «Tabakalera» , un centro internacional de arte contemporáneo surgido tras cuatro años de obras. Antes, fue una resolución judicial la que, tras año y medio de proceso, acabó zanjando la titularidad de la vieja factoría tabaquera.
En La Coruña , por su lado, una expropiación pactada terminó por resolver el asunto en apenas un año. El Ayuntamiento pretende construir en aquellos suelos viviendas y también agrupar sedes municipales en uno de los edificios que se mantienen, aunque en el principal, que fue cedido al gobierno autonómico gallego, se está levantando una sede judicial .
Otro convenio urbanístico resolvió el caso de Tarragona , donde a cambio de la venta Altadis se quedó con suelo para promoción de viviendas y el edificio central pasó a manos del Consistorio, que tras algún vaivén proyecta en él un museo sobre la industrialización de la ciudad como uso definitivo. Además, pretenden poner en marcha varias sedes municipales en la zona. En Valencia , por su lado, también un convenio urbanístico acabó con un gran edificio en manos del Ayuntamiento, que ha gastado nada menos que 40 millones en remozarlo para sedes administrativas , atención ciudadana y zona de exposiciones; un ambicioso proyecto que ha resucitado el viejo inmueble. En Alicante , por su parte, un convenio resolvió la cuestión en sólo año y medio y el añejo edificio alberga ahora el centro cultural Las Cigarreras , que funciona a pleno rendimiento y ha revitalizado el ámbito cultural alicantino.