Reloj de Arena

Luis Lara Ramos: Las medallas del comandante

Los que lo conocen de cerca, los que le hablan al corazón, subrayan la enorme sensibilidad que tiene, siempre subterránea

La gracia y el humor siempre acompañaban a Luis Lara Archivo J. A. Romero

Félix Machuca

Estudió Periodismo, soñaba con ser Gaspar Rosety, culpó a los primos de Antonio Canales de lo del once de septiembre, es calorro hasta los huesos y el Undivé del cielo le regaló al nacer los dones de la risa, la alegría y la ocurrencia. Más de Jerez que El Gallo Azul. Y más tímido que un koala. Los que lo conocen de cerca, los que le hablan al corazón, subrayan la enorme sensibilidad que tiene, siempre subterránea, oculta por ese personaje que se comió a la persona: el comandante Lara.

A primera vista parece el hermano de George Foreman. Cuando le aguantas un asalto a la pegada de su fama te das cuenta de que es más suave que el pescado en blanco. A aquel chaval del barrio de la Asunción, hijo de Luis de Pacote , que ayudaba en el «Volapié» a atender en el mostrador a una clientela que le tocaba las palmas por bulerías a las ollas de menudo, mollejas y criadillas que preparaba Manuela, su madre, nadie le podía adivinar entonces que llegaría a ser comandante. Comandante del humor. Comandante de la gracia. Comandante médico que receta risas para sanar una de las peores enfermedades de los hombres: la tristeza.

Tiene medallas ganadas en vuelos que huyen de la congoja, el abatimiento y el desconsuelo. Y en lo aeropuertos del humor lo celebran como un héroe que no pone a nadie firme. Con él es imposible. Lo natural es que estés doblado de risa. Alguna terminal una sala vip debería llevar su nombre .

En ABC de Jerez coincidió cuando quiso ser periodista para emular a Gaspar Rosety, con el Libi que era segurata. Les pilló en la redacción el atentado yihadista de las torres Gemelas, y concluyeron los dos que la autoría de semejante barbarie eran los primos de Antonio Canales, que meses antes había sido intervenido en la aduana del aeropuerto de Nueva York. Guasa. Lo recuerda Eugenio Camacho, hoy director de la Ser en Jerez y entonces responsable de la edición jerezana de ABC .

«Antes de ser uno de los referentes del humor nacional, Luís Lara quiso ser periodista deportivo. Soñaba con ser Gaspar Rosety»

El poeta Rafael Benítez Toledano, escanciador de sonetos tabanqueros, finos y agudos, lo pondera como garganta tallada para el cristal alegre de la bulería. Porque el comandante Lara, además, se cantiñea por fiestas y por saetas que tachonan la madrugá del jueves santo de Jerez de estrellas que nacen de su devoción. Un amigo del alma, bastón y oídos, confesor y confidente, recuerda una saeta de Luis Lara al Cristo de la Salud. Un manto de silencio cubría la estación penitencial. Luis rompió a cantar desde lejos, acercándose poco a poco hasta los respiraderos del paso. Allí cantó con las asauras hasta hacerle sangre a la noche. Un tipo repleto de cadenas, pircings y tatuajes se fue hacia él. Luís creía que lo iba a canear. Un majara más de una noche más. Y el tipo le dice: «Es usted lo más oscuro del underground». La noche se cerró en copas y abrazos. Como lo recuerda ese hombre de su confianza que es Juan Alfonso Romero .

«Buen saetero, una madrugá se le acercó un tipo tras cantarle al Cristo de la Salud para decirle: “es usted lo más oscuro del underground”»

Una vez lo llamaron de la peña flamenca de La Bulería de Jerez para que exaltara el palo. Nuestro comandante recita y canta con aires de la Plazuela. El propio Juan Alfonso lo presentó. Y en la sala estaba los más puro del purismo local, los más exigentes, los más ortodoxos, los halcones del flamenco. Luis lo bordó. Pero tuvo la osadía de pinchar la banda sonora del «Equipo A» en un momento de su pregón. La gente lo aplaudió. Pero al fondo de la sala estaba Dolores Agujetas . Más seria que un jugador de mus. Luis se esperaba lo peor.

«Pese a su timidez natural y su enorme sensibilidad, tuvo la osadía de hacer sonar la banda sonora del “Equipo A” cuando exaltó la bulería”»

Verás la que me va a dar mi prima, decía. Y la prima, poquito a poquito, se acercó y cuando lo tuvo a mano le dijo: «Estás majareta, pero que bien lo has hecho». Lo hace tan bien que Nadal es fan de Luis. Kiko Narváez también. Joaquín lo adora. Y pocos futbolistas hay que no lo hayan seguido en sus programas de radio, ya en canal Sur o en la Ser con el Yuyu. El caso es que ese personaje suyo, comandante de aeronave, moyatoso, irreverente y delirante, es quizás el producto final de tantos monólogos y actuaciones en chiringuitos como hizo Luis antes de dar el Pelotazo. En Sanlúcar de Barrameda puso a reventar un chiringuito.

Detrás del público estaba Juan Alfonso que le marcaba el tiempo de actuación con señales luminosas del móvil. La gente se revolcaba por la arena. Menos uno que estaba más serio que ante un juez. Luis no hizo caso a las señales del móvil para terminar la actuación. Y, con mucho ángel, le preguntó al tipo: «Oiga, ¿usted por qué no se ríe?» El hombre le dijo que le dolía una muela. «Po tómate un coñac, picha, y entra en calor, pero ríete». Hoy el comandante Lara se ríe del mundo, con una agenda de actuaciones cerrada con un año de antelación y con la certeza de que no hay un vuelo suyo que no te lleve directamente al país de la risa…

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