Narcotráfico

La lucha por el control de los narcopisos desata la violencia en Torreblanca

El clan de los Pingajos quiso echar a tiros a una familia y no dudó en disparar a sus víctimas, entre ellas un bebé de 10 meses, cuando se montaban en un coche

Un agente muestra las armas intervenidas a los miembros del clan durante la operación del jueves ABC

Silvia Tubio

Hace ocho años, una lluvia de millones cayó en Torreblanca . El mayor premio de la ONCE hasta la fecha (27 millones) convirtió la zona de los pisos blancos, situados en calles con nombre de árbol -pino, nogal, sauce...- en una fiesta que duró varios días. Aquel inmenso golpe de suerte, sin embargo, no ha servido para mejorar las condiciones de un barrio que está sufriendo una guerra soterrada de clanes por el control de los narcopisos.

La última operación llevada a cabo por el Grupo de Atracos de la Policía Nacional revela cómo en el tiroteo ocurrido el pasado 2 de junio a plena luz del día, los pistoleros no dudaron en disparar contra una familia que estaba a punto de coger su coche. Entre las víctimas que consiguieron salir ilesas, un bebé de 1o meses. Aún está fresco el recuerdo de la niña de siete años que murió en las Tres Mil Viviendas en 2016, en otro enfrentamiento armado.

La Policía Nacional detenía el pasado jueves a siete miembros del clan de los Pingajos , muy conocidos en el barrio porque controlan decenas de puntos de venta de droga y además se dedican a la usura . A ellos responsabilizan del tiroteo. Querían quedarse con el piso de las víctimas, pero estas no atendieron a las ofertas de dinero rápido. Lo siguiente fueron las amenazas, que también desoyeron. Los Pingajos no estaban dispuestos a que no se cumpliera con su orden y «tomaron la decisión no sólo de que esta familia no se hiciera con el piso, sino que tenían que abandonar el barrio», señala un comunicado oficial de la Policía remitido este sábado.

El clan ocupa las viviendas que están vacías y se van haciendo poco a poco con el bloque entero de pisos, atosigando y amenazando a los dueños

El mercadeo de los narcopisos es el origen del conflicto que vive este barrio de Sevilla, que tiene una población nada desdeñable de más de 20.000 habitantes. Sus vecinos llevan años clamando contra la inseguridad del barrio, que va en aumento como lo demuestran la sucesión de tiroteos ocurridos en pocos meses.

El clan de los Pingajos lucha por hacerse con el monopolio de este negocio. Estas viviendas, cuando pasan a estar bajo su control, las reconvierten en almacenes de droga , de armas, en puntos de venta o para ubicar en el interior plantaciones de marihuana. ¿Y cómo se hacen con ellas? Si están vacías, las ocupan, y en caso contrario, atosigan a su dueño hasta que consiguen que firme la venta a un precio muy por debajo del que obtendría en el mercado. Esos narcopisos también se revenden por precios irrisorios, entre 500 y 1.500 euros.

El silencio de las víctimas

A través de la extorsión van haciéndose con el control de bloques enteros. La estrategia es muy similar a la que se ha seguido en otros puntos de alta concentración de narcopisos como Los Pajaritos o las Tres Mil Viviendas. La Policía ha conseguido en muy pocas ocasiones llevar a cabo operaciones que frenen esta red de inmuebles al servicio de narcotraficantes porque necesitan del testimonio de las víctimas, que en la inmensa mayoría de las ocasiones opta por coger el dinero y guardar silencio ante la violencia que demuestran estos grupos.

Los Pingajos son de Torreblanca aunque también operan en las Tres Mil Viviendas a través de varios de sus miembros que están asentados allí. Además tienen lazos familiares con otros clanes muy conocidos de la ciudad. En los últimos años le ha surgido competencia, otros grupos que quieren asentarse en el barrio; lo que ha propiciado el aumento de las fricciones y la conflictividad .

La Policía Nacional también los relaciona con el tiroteo de febrero en el que un hombre y una mujer resultaron heridos. Ambos fueron alcanzados por disparos efectuados desde el exterior de su casa. Cuatro personas, entre ellos dos menores, fueron detenidos.

Gracias a toda la información que han ido recopilando los agentes durante meses de investigaciones, los agentes pudieron arrestar a siete miembros de Los Pingajos apenas 24 horas después de haber tiroteado a la familia. Se habían escondido en las Tres Mil y en una finca que tienen en Carmona . Tras pasar a disposición judicial cinco de ellos fueron enviados a prisión provisional y dos quedaron en libertad con cargos.

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