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Kechu Aramburu: «La postpandemia será la gran oportunidad de Sevilla para resetearse»

Las circunstancias sanitarias derivadas de la pandemia le han impedido presentar en público su libro «Imprescindibles» donde dibuja los perfiles de diez mujeres que en su día pusieron la madurez intelectual al servicio de la sociedad

Kechu Aramburu fotografada en el Rectorado de la Universidad de Sevilla Rocío Ruz

Félix Machuca

¿Encuentra muchas diferencias entre la política actual y la de su tiempo?

La política de hoy está adulterada. No priman los valores ni los intereses de la sociedad. Sino los económicos y de poder. El consenso político y el componente humano estaban por encima del «conmigo o contra mi».

Qué pocas veces la política nos muestra esa cara tan humana.

Casi nunca. De todas maneras en la mayoría de las circunstancias he tenido mejores amigos en otras fuerzas políticas, primando siempre el componente humano que el político.

Al suelo que vienen los nuestros, ¿no?

(Risas) Eso es, eso es. Normalmente las mujeres no solemos hablar bien de otras mujeres. Y es frecuente que pensemos, pero que no digamos, que te vaya bien pero no mejor que a mí.

Su libro es, entre otras cosas, eso: la búsqueda de la sensibilidad social de mujeres maduras que tuvieron su protagonismo en la historia reciente.

Sí, es la deuda que hemos tenido siempre con aquellas mujeres que han sido silenciadas y tenemos la obligación de rescatarlas de la oscuridad.

Me voy a permitir preguntarle por algunas de ellas. Por ejemplo, Carmen Romero.

No quiso pero aceptó ser subalterna en el poder por razones de sexo.

Margarita Laviana.

Acabó con los nidos del cuco siquiátricos para integrar a los enfermos.

Margarita Aizpuru.

El precio de la libertad.

Amalia Gómez.

Como Mafalda practica un deporte de riesgo: opinar libremente.

Si las mujeres se dedican a escribir de mujeres y los hombres cada vez más escriben sobre mujeres. ¿Quién escribirá sobre los hombres?

Llevamos veinte siglos escribiendo de hombres y estamos en la fase de empatar el partido, de equilibrar las cosas.

Hay feministas que han declarado la guerra a lo masculino hasta extremos hilarantes. Por ejemplo: la mujer no debe comer huevos porque las gallinas son explotadas y violadas.

En todo movimiento hay márgenes que solo se representan a sí mismas.

Como profesora, cuando finalizó su ciclo político se pidió ir a las Tres mil, uno de los cuatro barrios más pobres de España. ¿Cuál fue su experiencia?

Quise devolverle a la sociedad lo que se había invertido en mi formación. Me marcó más que Madrid y Bruselas. Y descubrí el mundo que no se montaba en el AVE ni frecuentaba los despachos.

¿Se puede acabar con la marginalidad de esos barrios sin limpiar a fondo el poder delincuencial que los domina y les da de comer?

Aquello es una hucha sin fondo donde se depositan subvenciones de todas las administraciones frente a la educación y a la inversión. Solo no se sale del agujero. Son necesarias las manos de la sociedad.

Muchos vecinos, a las asociaciones y colectivos que trabajan en esos barrios depauperados, las ven como enemigos, porque el menudeo de la droga es muy rentable y alimenta muchas familias.

Salvo la venta ambulante y la chatarrería, no tienen, por escasa formación, acceso a otros trabajos. La mayoría de los grandes capos ya no viven en el barrio. Pero la droga sigue siendo un medio de vida para algunas familias.

A veces pienso si, por ceguera o comodidad política, no estaremos convirtiéndolos en narcobarrios.

Corremos el peligro y la tentación de hacerlo. Aún estamos a tiempo de replantearnos todo.

La pandemia ha puesto en evidencia la dependencia turística local, pero se siguen comprando hoteles, esperando el día después…

La pandemia nos ha desnudado. Y antes que después saldremos de esto. Pero se está trabajando con luces largas para un turismo estructural.

¿Seguiremos colocando todos los huevos en el mismo cesto?

Sería un error. No sólo hay que invertir en el mundo del turismo. Sino en la diversificación industrial, cultural y social. La postpandemia es la gran oportunidad que tendrá Sevilla para resetearse.

¿La Universidad tiene recursos suficientes para investigación?

No los tiene. Las universidades están en números rojos. Esa falta de inversiones en investigación no es culpa de las universidades, lo es de los presupuestos y de la inversión privada que mira para otro lado. A mí me escandaliza, por ejemplo, que en el curriculum de la carrera de Medicina no existan apenas temas vinculados a la epidemiología.

En cambio nuestros arquitectos, ingenieros y médicos tienen un prestigio internacional evidente…

Y ese es nuestro drama: los formamos y los exportamos. El valor añadido no se queda aquí.

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