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Juan Pérez Garramiola: «Firmas de alta costura de la moda están haciendo batas y pijamas desechables»

Empresario de moda, que hizo de su marca Horsetime un referente, la crisis del Lehman Brothers le obligó a buscar nuevos mercados

Juan Pérez Garramiola J. M. Serrano

Félix Machuca

Con la pandemia se reseteó y hoy es un conocido empresario de la uniformidad laboral para el que trabajan 25 talleres andaluces y alrededor de cuatrocientas personas

Explíquenos qué es la uniformidad laboral y cómo vio ese nicho de mercado.

El uniforme que usan las empresas para sus trabajadores, tanto como protección como identificación corporativa. Vi la oportunidad de mercado porque había una ocasión de mezclar moda y uniformidad.

Hasta entonces usted había sido un empresario de moda. ¿Cómo está el sector?

Hundido. Hasta el punto de que grandes firmas de alta costura están haciendo batas y pijamas desechables.

Y no hay quien se compre una camisa ¿no?

No, porque no se usan. Las ropas que más se usan son el chándal, el pijama y las zapatillas de andar por casa. La pandemia ha convertido en cenizas al sector.

Seguro que nunca en su vida le hicieron un pedido de ochocientas mil pantalones…

Ni en mis mejores sueños me pidieron en el sector de la moda ochocien tos mil pantalones. Cosa que sí me está pasando en el sector de la uniformidad laboral.

Usted tuvo vista para trabajar con los talleres que se quedaron sin trabajo y hacer fabricar lo que no había. ¿Cómo se orientó?

Empecé en nuestro taller. Y entre los trabajadores se corrió la voz de que necesitábamos mano de obra. Y la mano de obra no vino sola porque empezaron a llamarnos talleres de flamenca y de moda. Hoy tenemos a 27 talleres andaluces de distintas ciudades andaluzas trabajando para «El cuento del trapo».

¿Eso qué es?…

«El Cuento del trapo» es el nombre de mi empresa. La llamo así en recuerdo de mi padre. Él decía que trabajaba en el cuento del trapo porque se dedicaba al mundo de la moda. Y en ese mundo veía moverse a los mismos personajes que se mueven en un cuento.

¿A quién le vende sus productos?

A laboratorios, clínicas privadas, hospitales públicos y al Ejército. Tanto a nivel nacional como internacional. Por ejemplo, últimamente he mandado pijamas a Italia, batas a EE.UU, Perú y Puerto Rico.

¿Es de los le sacan más partido a la crisis sanitaria?

No lo sé. Pero a mi empresa le ha ido bien. Lehman Brothers casi me dejó en la calle y esta crisis me ha dado la oportunidad de crear empleo. Esos talleres con los que trabajamos les dan empleo a casi cuatrocientas personas.

¿Se sintió alguna vez culpable por esas ganancias?

Sí, totalmente. Pero una dueña de un taller me dijo: no te sientas mal porque si no fuera por ti ni yo ni los demás compañeros del taller tendríamos trabajo.

Habrá visto cosas terribles…

Un teniente coronel me encargó mascarillas que no dejaran pasar el olor. Los soldados estaban recogiendo cadáveres de la pandemia y el olor era insoportable. La solución que le di fue ponerle una mascarilla rígida a la FP2 que utilizan.

Y en otra ocasión, le burlaron un camión en la frontera francesa que venía de Turquía cargado de mascarillas…

En el momento más crítico de la primera ola, los fabricantes se quedaron sin materia prima para hacer los productos más demandados: guantes, mascarillas y batas desechables. Cuando se conseguía algo de material, en las mismas fronteras europeas, los países de la Unión se quitaban los productos unos a otros. A mí me pasó con un cargamento de mascarillas turcas que nunca llegó y se quedó en Francia.

Por cierto ¿por qué usted daba con el tejido para hacer las batas y pijamas desechables cuando el Gobierno tenía a los médicos con bolsas de plástico?

Porque yo llevaba cinco años trabajando con proveedores de tejidos para uniformidad laboral. También es verdad que tampoco le preguntaron a muchos productores españoles. Quiero pensar que lo hicieron por desconocimiento.

¿Se puede competir con China en el precio de batas y pijamas?

En España se puede conseguir precios más baratos que en China. Nos ahorramos el transporte y aranceles.

¿Cuántos contenedores de tejido desechable le llegaban al almacén en el punto más álgido de la pandemia?

Catorce tráileres. Y en un tráiler cabe 155.000 metros de tejido.

Tengo entendido que los viernes les gustaría quemar el móvil. ¿Por qué ese rechazo a los viernes?

Por la gente pidiéndome trabajo. Y me afecta muchísimo no poder atenderlos.

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