Cinco años como alcalde
Juan Espadas: «Voy a intentar dejar escrito todo lo que he vivido estos meses, me ha dejado muy marcado»
«Los servicios esenciales han dado un ejemplo impagable en esta crisis del coronavirus y habrá que reconocerlos en las Medallas de Sevilla este otoño»
Juan Espadas afirma haber quedado «muy marcado» por la experiencia acumulada en estos tres meses de crisis sanitaria por el coronavirus Covid-19. Tanto que piensa dejar escritas sus reflexiones de estas semanas imborrables por su tremenda dureza.
Como experiencia personal, haber vivido todo esto desde la alcaldía de una gran ciudad ha debido resultar tremendamente impactante y angustioso a la vez.
Me quedo con muchas cosas que escribiré en su momento, o que intentaré escribir, porque este tiempo me ha dado pie a muchas reflexiones personales con todo lo que he vivido y visto, el comportamiento de mucha gente. Esto me ha dejado muy marcado. Desde cuestiones individuales hasta la reacción colectiva de la ciudad, que ha sido encomiable. He vivido cosas que me han dejado muy impresionado y que me llevo para siempre. He visto a mi equipo, a todos los delegados de distrito, por ejemplo, llamando personalmente a la gente de los barrios que vive pendiente de la red municipal para ver cómo estaban e incluso darles apoyo psicológico. Llamando uno a uno, teléfono en mano, a todos los que teníamos registrados en programas municipales. Todos se han volcado y es algo que emociona y que hace que, como alcalde, me sienta orgulloso de la gente y de mi gente.
En este sentido, usted siempre ha subrayado el papel ejercido por los servicios esenciales en esta crisis. ¿Tiene entre manos el Ayuntamiento algún tipo de honra o acto de homenaje a todos esos sectores?
Hay que recordar una y otra vez a esa primera fila de personal sanitario, fuerzas del orden, empleados públicos y muchos otros que han estado dando la cara en una auténtica movilización propia de una guerra o de catástrofe natural. Lo han hecho la sociedad y los servicios esenciales públicos y las ONG de la ciudad, que han dado un ejemplo público impagable que debe reconocerse con la Medalla de Sevilla este otoño. Hay que dársela a todo ese equipo humano de sanitarios, servicios sociales, policías, bomberos que han llevado comida a ancianos, a las personas de las residencias que están siendo maltratadas por algunos sectores de la opinión pública y se han dejado la piel por atender a los más frágiles y han renunciado a sus descansos y hasta a sus hogares para no trasladar contagios yéndose incluso a vivir a esas residencias. Sevilla ha sido modélica, más allá del estricto cumplimiento de las normas, en esa primera línea de choque contar el virus. Por eso estamos dándole vueltas para que este año, más allá de las personas que ya más o menos teníamos señaladas, le dediquemos un apartado a esos servicios esenciales en el acto de las Medallas de Sevilla que se organice en otoño para premiarlos. Estamos viendo cómo ponerle cara a eso y cómo ejemplificar de manera lo más concreta posible los galardones. Es difícil, porque hay muchos anónimos a los que hay que destacar. Desde los sanitarios hasta gente de la gastronomía, chefs de primera que han estado ayudando desinteresadamente metiendo comida en fiambreras para repartir sin querer siquiera llamar la atención.
Otra deuda pendiente que ha dejado esta etapa negra del coronavirus es el homenaje a Manuel del Valle tras su fallecimiento el 26 de marzo.
Por supuesto. El primer homenaje que reciba debe ser el de la institución, el del Ayuntamiento, que quiere hacerlo a finales de junio o primeros de julio Si la familia prefiere en septiembre, pues en septiembre. Vamos a hacer algo a la altura de una persona que tiene el reconocimiento social de alguien que dejó huella en la ciudad y del que me siento especialmente orgulloso no ya por todo lo que hizo en los años previos a la Expo y en la transformación de la ciudad sino que yo me quedo con el Manuel del Valle de los últimos años, porque fue un alcalde que ayudó a este alcalde. Debo subrayarlo y mucho. Para mí, además de la figura institucional y política, había una persona que me ayudó, por ejemplo con llamadas de teléfono extrañas y sin venir a cuento para asesorarme o felicitarme. Y sobre todo, tuvo a gala sentirse identificado con esta etapa de la ciudad y con este gobierno hasta el punto de ponerse al lado de este equipo y aceptar ser alcaide del Real Alcázar haciendo ver que le gustaba este momento de la ciudad e implicándose ya con 80 años. Eso se lo agradeceré mucho siempre».
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